ASTORGA VIVA














SOBRE LA RESTAURACIÓN DE LAS MAZAS Y EL PENDÓN, 

Y ALGO DE HISTORIA


   Se acaba de llevar a cabo  “una puesta al día” del pendón y las mazas municipales. La imagen de los maceros, con el pendón que porta un concejal, se graba en nosotros desde la infancia. Es una esencial  representación,  que acompaña a la Corporación en solemnidades o actos relevantes, como símbolo de su autoridad.  No se ha indagado lo suficiente para conocer  cuándo el Ayuntamiento se dotó de tal protocolo, y se aventura el siglo XVII como fecha probable.


   La primera imagen  que tenemos de un macero astorgano,  plasmado del natural, que yo conozca, se debe al dibujante y reportero de la revista La Ilustración española y americana (8, 7, 1896),  Juan Comba.  Sucedió con motivo de la inauguración de la Línea del Oeste, de Palazuelo a Astorga, el 21 de junio de 1896;  efeméride esta que congregó a 17  medios impresos, ya se tratase de  revistas  o  periódicos nacionales.   El grupo de inauguración,  encabezado por el ministro de Fomento, Aureliano Linares,  partió de la Estación de Delicias  madrileña,  vía Cáceres, para enlazar con la Línea. Dado que el trazado hasta Salamanca, 162 km,  ya estaba abierto a la explotación  desde el 15 de abril, la atención de los medios se centró en el tramo desde Salamanca a Astorga, en los 185 km restantes.  Llama la atención el hecho de que Comba dibujase,  para el grabado xilográfico, panorámicas de Zamora, de Benavente…, y,  sin embargo, en la estación astorgana de San Andrés reparase en un macero;  como  comparsa del mismo, en segundo plano, se muestran   las siluetas de mástiles con gallardetes de banderas,  arropados por  una pareja de maragatos y autoridades.


   El macero del grabado es un astorgano tuerto y manco, con un garfio como prótesis con que suplir su mano derecha; no desmerecen estas menguas el porte solemne con el que  sostiene su maza.  Posiblemente fuese un soldado de las guerras del Rif, o de  Cuba, pues el Ayuntamiento a estos astorganos retornados heridos solía prestarles auxilio. Los trajes conocidos, al menos tanto los retirados en 1989, como los existentes, responden fielmente a los de este macero: el tabardo de terciopelo con el escudo, las medias y la gorra con llamativa pluma (esta, en la actualidad, de menor tamaño).

   La restauración de las mazas y el pendón, en 1989, dado su estado calamitoso,  fue iniciativa y gestión del concejal Lucas Fraile.  Sin duda,  un loable propósito: se renovó el paño del pendón, de raso, damasco burdeos, facilitado por Encarnita de La Fábrica;  los trajes de los maceros, de terciopelo,  fueron  confeccionados por el sastre Antonio García (padre del pintor Toño); lo relativo al bordado  corrió a cargo  de las monjas de Sancti Spiritus.


   De  la restauración de la platería  se hizo cargo el platero, orfebre y joyero, José Manuel Santos.  Fue profunda su intervención, en las mazas y en el pendón, pues no se redujo a una simple rehabilitación o pulido.  Las primeras estaban muy deterioradas, por lo que tuvo que dotarlas de una nueva vara,  cincelada, reponer los tornapuntas desaparecidos y aprovechar la ocasión para dotarlos de otros nuevos que ahora circundan el tambor (tan solo conservaban uno)  y la tapa superior (que carecía de ellos); asimismo,  las coronó, como remate, con un airoso y nuevo perillón. Según Isidro Martínez, en el especial de fiestas de “El Faro” de 1989 / 18 de  agosto,  cada maza fue enriquecida con un kilo de plata.   En cuanto al pendón, lo proveyó  de escudo en el varal, para guardamanos del concejal que lo ase, y de una punta de  lanza como coronación. 

  La necesaria ‘puesta al día’, pasados 32 años, ha sido  llevada a cabo en el pendón y las mazas. A cargo de Gemma Fuertes ha corrido sustituir, en el pendón,  la pasamanería, repasar las costuras y coser su escudo, que estaba prácticamente suelto;  al tiempo lo ha dotado de un borlón. La labor del platero, José Manuel Santos, ha consistido en un nuevo pulido de las mazas, para lo que ha sido necesario el desmontar sus piezas; igual tarea ha sido realizada en el escudo y en  la lanza del pendón. Esta última ha precisado restauración, pues dada su altura, en ocasiones los concejales, o quien la coge, no tienen la pericia suficiente para evitar que se golpee en los techos o paredes.

 Cuando lo permita  la pandemia y  salgan de nuevo el pendón y  los maceros para acompañar a la Corporación, lucirán en todo su esplendor. En honor sea del macero, manco y tuerto, pero ceremonioso, que Juan Comba nos dibujó.

   Juan José A. Perandones, alcalde

  (Publicado en los medios locales el 17 y 18 del 11, 2021)

      








      Retazos antiguos y palpitantes de  la ciudad

   Cierto es que  de  una ciudad con más de dos mil años de historia van desapareciendo importantes vestigios, bien por la moda de la época, por un nuevo concepto del urbanismo, por el normal deterioro, por irreflexión o bandolerismo caciquil; y hay, especialmente,  épocas en que su destrucción es intensa. Con la perspectiva del tiempo se aprecia lo acertado, y necesario, o no, de la pérdida de su patrimonio.

      A nosotros, en la niñez y adolescencia, nos tocó vivir una de esas intensas épocas, en la que la  transformación de  la ciudad siguió un ritmo frenético. Donde había casas solariegas de dos plantas, con patios o jardines,  se fueron alzando grandes bloques, varios de ellos, salpicados aquí y allá, en calles y plazas, sin orden, ni gusto, ni concierto. ¿Qué es hoy la ciudad?, ¿y qué sería de ella si no  hubiéramos  refrenado tal frenesí destructivo? La democracia, y con ella un nuevo derecho del ciudadano, en cuanto a condiciones de habitabilidad y disponer el espacio urbano para su disfrute y necesidades, llegaron un poco tarde, pero llegaron.

     Perviven en las calles y plazas de la  ciudad, pues, verdaderos mamotretos, junto a nuevas edificaciones más acordes con el entorno, y perduran algunas casas con unas proporciones y diseño armoniosas, incluso otras han renovado su interior, pero con sus primitivas fachadas, rejería y heráldica. Como testimonio de las antiguas casas de la burguesía local, relevante en los negocios, la administración municipal y la cultura, se ha rescatado junto a la catedral la casa de los Panero. Pocos se percatan de cómo decisiones de este calibre impiden que  el cuerpo de una ciudad pueda hincharse desmesuradamente y  llegar a asfixiar al ciudadano en sus calles y plazas, o hacerle presenciar una  panorámica deprimente; y de que tal desvarío es lo contrario del progreso presente y futuro.

    Paseo mucho la ciudad, que es no solo el centro murado, sino otros barrios, que cuentan con algunos bienes arquitectónicos patrimoniales de interés, como el monasterio de las clarisas o la iglesia de Reyero,  en San Andrés; o las propias estaciones,  la del Norte, y, aunque desafortunadamente,  la del Oeste,  dado su acusado deterioro. E imagino qué sería de ella si la catedral con todo su entorno, no existiese, y en su lugar se hubieran alzado bloques de viviendas, de igual manera podríamos  pensar lo que sucedería en la ausencia del palacio y el ayuntamiento con su plaza,  de los  monasterios, de las iglesias…

   Ha recuperado la ciudad algunas señas de su primera  identidad, como su pasado romano, hoy todo un yacimiento arqueológico y arquitectónico, y de esa otra época en que el ferrocarril y el nuevo arte del tránsito de los dos siglos, XIX y XX, nos trajeron industrias de molturación y una nueva maquinaria para la fabricación del chocolate. Verdaderos tesoros, que hoy perduran: la casa de los Granell a la entrada de la ciudad y cercana a ella la de Elsa, la de los Pardo, junto a la iglesia de Puerta Rey,  la de Magín Rubio, en la calle de la Estación, hoy Museo del Chocolate, no muy lejana;  la más importante y de mayor valor,  el complejo de  fábrica y casa de Gómez Murias…; el propio Teatro Gullón. Varias de estas edificaciones fueron diseñadas por arquitectos de gran fama, que cuentan con edificios destacados en la capital de la nación.


   Pese a la destrucción habida, ¿qué será de la ciudad si no conserva la palpable esencia de su arquitectura?

   (2, marzo, 2020)










Detalle Hogar Municipal de Astorga; proyecto de Luis
Diego Polo.

(Los días 14 y 15, febrero, 2018, los medios informativos locales, escritos, han publicado este artículo,  que nace por el fallecimiento del que fuera arquitecto de la ciudad, Luis Diego Polo; y para recordar una época (de 1974 a 1985) en el que bullían temas  que han guiado, en el caso de algunos,  la gestión municipal posterior). 

Luis Diego Polo: el arquitecto, en Astorga, de la Transición

Juan José Alonso Perandones

  El hecho de que en esta Astorga  hoy ya se respeten, salvo excepciones,  las leyes urbanísticas y salvaguarde su herencia romana arqueológica, se debe a voluntades comunes, principalmente por  la sintonía  de los corporativos y arquitectos, municipales. En 1974, Luis Aparicio Guisasola cesaba en  nuestro ayuntamiento, y sería sustituido, sucesivamente,  por dos arquitectos, esenciales para el gran desarrollo urbanístico de los años siguientes:  Luis Diego Polo, y Fernando Valenzuela (recientemente jubilado). Coinciden los dos en haber guiado (labor que es de años), gran parte del planeamiento urbanístico del municipio: el primero, una modificación, sustancial, del existente a partir de 1976, redactado en los años previos a 1983; y el de próxima exposición pública y tramitación, por parte del segundo.

   Este martes fallecía, en León, la ciudad en la que estuvo afincado gran parte de su vida (su nacimiento, en 1945,  fue en Salamanca), Luis Diego Polo. Vinculado a una familia de raigambre en el ámbito de la arquitectura, pronto descollará en sus estudios, en la Escuela Superior madrileña. Ejercerá su actividad profesional, como ejercicio libre, asociado al arquitecto José Álvarez Guerra; y, asimismo, en varios ayuntamientos: el nuestro y el de San Andrés del Rabanedo. Desempeñó,  en León,  el cargo de  decano del Colegio de Arquitectos, de 1981 a 1986,  y de alcalde, en los años 1988 / 89, durante el convulso periodo del llamado Pacto Cívico. 

   En Astorga ejercerá como arquitecto municipal once años, desde 1974 a 1985, época de nuestra Transición, en la que bullía la ciudad, a través, fundamentalmente, de sus asociaciones vecinales, y estaban en candelero grandes temas pendientes: el respeto urbanístico, dotaciones esenciales (agua, urbanizaciones, equipamientos, suelo industrial, comunicaciones, etc.); y la declaración, como bien patrimonial, de los bienes históricos y de su entorno —entonces, a no ser por pocos, incomprendida, y que trajo consigo un alud de firmas y de protestas—. No me tocó participar  en la  aprobación del primer Plan General, el de 1976, pero, sí, al acceder al ayuntamiento por voluntad popular, en 1983,  a su aplicación temporal y a la denominada  Tercera Fase (aprobada precisamente en este último año). No es momento ahora de entrar en detalle sobre qué supuso y cómo se estableció, con el fin de conformar un nuevo gobierno,  el inesperado pacto, para muchos astorganos, que  acordamos, el  Grupo Socialista, con  el de AEPI, encabezado por Recaredo Bautista (veterano concejal que sería alcalde de la ciudad de 1983 a 1987). 

   La responsabilidad, como concejal de urbanismo, recayó en aquel entonces en Marcelino Guerrero, y la coordinación de la gestión municipal, como primer teniente de alcalde, en mi persona. Cuando mantuvimos el 24 de  mayo de 1983 la primera reunión con el eficaz secretario don Victorino Lorenzo, nos presentó como un bien muy preciado, no tramitado, pero sí redactado, bajo la batuta de  la Corporación presidida por Luis González,   la modificación (o revisión) del Plan General de 1976;  con ella se pretendía un nuevo paso para una concepción moderna de la ciudad. Legos completamente en asunto que tanto nos importaba, tuvimos la suerte de toparnos con un arquitecto, de buen carácter y discurso comprensivo y sereno: fue Luis Diego Polo.

   La capacidad, digamos docente, de Diego Polo, junto al eficaz talento de Marcelino, nos facilitaron el poder coger las riendas para la transformación futura  de la ciudad, una de las más profundas de su historia, que ha atañido  no solo a lo avistado en su superficie, en caserío y solución de viales —como  la opción y enlaces ante la  nueva autovía—,  sino en sus entrañas arqueológicas. Aceptamos de buen grado, pues, el ingente  legado de la revisión del Plan General de 1976, plasmado en voluminosas carpetas y, antes de su aprobación definitiva en 1985, introdujimos una serie de modificaciones —dos nuevas plazas para disfrute público, la Romana y de La Culebra, cesiones en otros lugares,  la ampliación de la protección para edificios singulares, etc.—.  Y fuimos resolviendo las decenas de expedientes de infracciones  urbanísticas pendientes, cometidas por particulares.  


  Además de su labor en el planeamiento urbanístico de Astorga, Luis Diego Polo es el redactor de la rehabilitación del edificio de varones del Hospicio para Biblioteca, durante el mandato de Luis González), y, ya en el de Recaredo Bautista, del nuevo hogar para las personas mayores; además de otras actuaciones, que sería prolijo el reseñar. Nos sorprendía, por otra parte, la solvencia en sus informes, para los expedientes de obras que habíamos de aprobar en la Comisión Permanente, su cuidada caligrafía. Y,  sobre todo, aquel humanismo que aplicaba a una tarea tan ardua como es el desarrollo urbanístico de una ciudad, que incide esencialmente en la vida de sus habitantes.  Deseamos hacer patente  nuestro agradecimiento y que descanse en paz. 







18, enero, 2018

LA IMPORTANTE HERENCIA PARA LA CIUDAD DE FRANCISCO FERNÁNDEZ, HIJO DEL GRAN MÚSICO DON EVARISTO

   Los medios de información, en papel, y digitales, han recogido hoy la entrega que ayer al ayuntamiento de la ciudad, representada por su constitucional alcalde, tanto mi persona, como la que fuera concejala , Marisol Vega, hicimos de toda la documentación  relativa al testamento, en favor del ayuntamiento de Astorga, por parte de Francisco Fernández Martínez, hijo del gran compositor astorgano, Evaristo Fernández Blanco. Nos reservamos dar cuenta de esta importante noticia  una vez que volvimos de Madrid y cumplimos los términos que nos dejó encomendados para su entierro, en octubre, hasta tanto no contáramos con toda la documentación oficial sobre tan relevante  donación: el patrimonio y ahorros de toda una vida, de una persona humilde, que superan  los 250.000 euros. Su testamento, en el que participamos en 2006, deja bien sentado el fin al que se ha dedicar tan importante patrimonio, así como el papel que nos corresponde en el seguimiento de su administración como albaceas.  Durante mi mandato popular, fueron entregados a la ciudad valiosos patrimonios documentales, en la confianza de su salvaguarda, divulgación y exposición  en la Casa de los Panero, una vez rehabilitada (lo estaba en 2011); entre ellos, el de don Evaristo. No habrá disculpa económica en el futuro para no llevar aquellos compromisos  municipales a término; y en sentido positivo se han manifestado desde la actual  Corporación.

   En el escrito que presentamos, dirigido al alcalde y concejales, recogemos la historia que  ha hecho posible tan importante donación; en parte ha sido plasmada por la prensa (como corresponde a los artículos periodísticos), pero mencionábamos ahí, junto a nuestra labor, la de una serie de personas de distintos ámbitos culturales que han contribuido a rescatar la valía de tan importante músico,  con papel destacado en época republicana, al que la Dictadura impidió continuar el desarrollo de su talento y hubo de sobrevivir en trabajos musicales ocasionales. Adjuntamos también la relación de publicaciones que hicimos de don Evaristo desde el Ayuntamiento, o con su colaboración, dedicados a su persona.

   Puede que algunos,  a los que no abruma la lectura,  estén interesados en conocer los términos de este escrito. Lo reproduzco ante todo, para recordatorio de cuantos estimaron a este músico incluido  en el grupo generacional del 27:








Al señor alcalde y señores concejales del Excmo. Ayuntamiento de Astorga
               

Juan José Alonso Perandones y María Soledad Vega Alonso, alcalde y concejala que fueron de este Ayuntamiento,

Manifiestan: Que el pasado 14 de octubre de 2017 falleció en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, el señor Francisco Fernández Martínez, de 86 años de edad, hijo del gran músico, nacido en esta ciudad, en el año 1902, calle Carretas (hoy Lorenzo Segura), don Evaristo Fernández Blanco.

   Las relaciones de este ayuntamiento con don Evaristo se establecieron en 1986, con motivo de la celebración del Bimilenario de la ciudad, auspiciadas y alentadas por el escritor astorgano José Antonio Carro Celada. La Junta Organizadora de tal efeméride, presidida entonces por el exalcalde que suscribe (en 1986, primer teniente de alcalde) incluyó en su programa de actos un concierto-homenaje, que supuso la recuperación para la ciudad de uno de sus hijos más valiosos. Fallecido en 1993, la relación con su hijo Francisco fue permanente, incentivada con la asunción de la concejalía de Música, en 1995, por parte de María Soledad Vega. En 2002 (seis de julio), con motivo del centenario del nacimiento de don Evaristo, celebramos un nuevo homenaje, con una serie de destacados actos y la colocación de una placa conmemorativa en la fachada del edificio donde nació, calle Lorenzo Segura, 5 (actual “Mallorquina”). Francisco Fernández fue el representante familiar asistente a este reconocimiento por parte del Ayuntamiento.

   En una de las estancias de Francisco Fernández en nuestra ciudad, en el verano de 2006, nos manifestó a ambos su deseo de donar su patrimonio, una vez fallecido, al Excmo. Ayuntamiento de Astorga, en calidad de heredero universal.  Francisco (Paco para nosotros) se había encariñado con nuestra ciudad y la consideración que había tenido con su padre, y deseaba colaborar en su día con la casa de los Panero, entonces en periodo de plena restauración, en aquello que se considerase más oportuno, dentro del ilusionante proyecto de futuro que abrigábamos. Dicho propósito contempla, junto a otros legados, el depósito y exposición de la obra de su padre en esta singular casa.  Para tal fin, mantuvimos reuniones con el notario, don Filiberto Carrillo de Albornoz, que plasmó, en el testamento que se adjunta (con fecha 4, agosto, 2006), sus deseos y nuestra voluntad.  Al tiempo, a ambos, nos facultó, con apoderamiento y autotutela, el hacernos cargo de su persona, en caso de necesidad. Así ocurrió, en su delicada operación de corazón, nueve años atrás, y a la hora de su fallecimiento y entierro. Con anterioridad, el Ayuntamiento había recibido todo el patrimonio documental de don Evaristo, afín a su labor musical, previa conformidad no solo de Francisco, sino de su otro hermano, Evaristo (residente en Málaga). Para obtener firma de consentimiento, para tal fin, el que suscribe, entonces alcalde, se trasladó a esta ciudad andaluza (septiembre de 2003). Dicho documento consta en el archivo municipal.

   Hemos seguido prestando atención estos años, aunque sin cargo municipal (en la alcaldía desde mediados de 2011, en la concejalía desde 2003) al hijo de don Evaristo, Francisco Fernández, pese a la distancia, fundamentalmente y continuamente por la que suscribe, María Soledad Vega. En realidad, en su última época, fallecidos sus amigos, era esta la principal relación social y afectiva. Nos sentimos honrados de haber cumplido su deseo último, al hacernos cargo de su persona fallecida y del entierro, en los términos que por él nos fueron manifestados; lamentamos no haber podido llegar a tiempo, pese a nuestra premura en el traslado a Madrid, para su despedida, pues resultó imposible ya, dada su gravedad, una vez fuimos alertados por el Hospital Gregorio Marañón.

   Hacemos entrega al Ayuntamiento de la documentación esencial para que sean realizados los trámites en aras a aceptar y transferir a propiedad municipal el patrimonio de Francisco Fernández Martínez: copia de su testamento, Certificado de Defunción y de Últimas Voluntades, copia de los poderes de apoderamiento y autotutela que nos fueron otorgados; documentos de la vivienda familiar, de la que era único propietario y único heredero, en Pico de Artilleros 118, 1.º B (barrio de Moratalaz, Madrid). Testimoniamos, al tiempo, su propiedad, temporal, en el columbario del cementerio madrileño de La Almudena, en el que reposan sus cenizas junto a las de su padre don Evaristo (con la leyenda “Yo soy la música”), y los derechos de propiedad a perpetuidad, en el 50 %, de los derechos de autor de la Sociedad General de Autores. Así como sendas y relevantes cuentas corrientes (los ahorros de su vida) en el Banco de Santander y Bankia, a su nombre exclusivamente.  

  Era el talante de Paco, agradecido. Por ello no queremos finalizar este relato, que a ambos satisface, sin mencionar a algunas de las personalidades esenciales que, junto al Ayuntamiento, han contribuido, o vienen contribuyendo a la recuperación de la memoria y obra de tan destacado músico, incardinado por la crítica en la Generación del 27 musical; y aportamos portada de las principales ediciones, bien municipales, o con colaboración municipal, que a tan insigne astorgano han sido dedicadas, en los actuales tiempos democráticos.  Son estas personalidades, algunos de cuyas obras se citan: José Antonio Carro Celada, autor ya citado y que se ha de mencionar también por ser el autor de su conversada biografía, la astorgana Marigel Delgado (de Radio Clásica, RNE), el escritor Miguel Ángel Nepomuceno, los compositores Miguel Alonso, José Luis Temes, Odón Alonso y Enrique García Asensio. La investigadora Julia Martínez Lombó. Mención destacada corresponde al que fuera, entre otros cometidos, director del Auditorio Ciudad de León, Daniel Gutiérrez Sanz; además de iniciativas de difusión y grabación, realizó la catalogación de su obra.  Asimismo, el presidente y director de la revista Astorica, Rafael García Fuertes y Javier Huerta Calvo, por la edición del número 33 de esta revista a don Evaristo dedicada, de la mano de la profesora María Cáceres-Piñuel.

   Dejamos constancia, con lo anteriormente expuesto, de nuestra gratitud a Francisco Fernández Martínez, benefactor de la ciudad, y nos ponemos a disposición de la Corporación para dar cumplimiento a su voluntad, manifestada en su testamento.


En Astorga a 17 de enero de 2018.





Juan José Alonso Perandones                            María Soledad Vega Alonso



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7, junio, 2011. Balance final, ante la Corporación (la de mi última legislatura, 2007 a 2011) de una intensa y dilatada gestión municipal,  y petición de unidad a las próximas corporaciones para continuar los proyectos en  2011 en ejecución, así como para  emprender nuevas metas. Texto íntegro en este Faro: 












Domingo, 15, de enero, 2017

El que fuera director del Diario de León, Fernando Aller, me ha dedicado unas páginas en el nuevo semanal,   de este domingo, “El Día de León”. En las mismas se interesa por el pasado y futuro políticos. La valoración de la gestión municipal a partir de no ostentar yo  responsabilidad municipal, desde 2011 (qué quedó en marcha entonces, resuelto, financiado o en ejecución y qué fue de tal gestión y qué hay de nuevo y con qué gasto interno municipal), la valoración decía  hasta los actuales tiempos o próximos venideros, tendrá su momento, con la necesaria perspectiva. En cuanto a la Agrupación Socialista de Astorga ya di una explicación a la ciudadanía en una única carta, previa a las elecciones municipales, y celebradas estas y visto el resultado cosechado por los que se presentaron a espaldas de los militantes, el peor de toda España, cuál debería haber sido su comportamiento (en mi sección del periódico local “La tolva”, bajo el título de ´Delírium’, el 19 de junio de 2015). Ambos, constan en este mismo “Blog”. Importa el futuro. Todo no se puede recoger en una entrevista, que es fiel a mis palabras, pero le había manifestado a Fernando Aller que mi preocupación, y me consta también que  de la militancia astorgana (de las nuevas o alguno nuevo que pueda haber no han pasado siquiera por el trámite de obtener la conformidad de los militantes), es devolver a la ciudad, el sentido, el estilo propio de la Agrupación Socialista astorgana, y que es necesaria savia nueva pero avalada por cuantos respaldaron y llevaron una labor positiva para la ciudadanía durante lustros.  Después de tres décadas el socialismo astorgano ha sufrido su primera crisis; saldrá de ella si restaura la legitimidad de la Ejecutiva que en 2011 la regía; solo ese, a mi parecer, es el camino que se ha de reemprender para que, con el tiempo, la ciudad tenga lo que bien le había venido y le ha de convenir: una socialdemocracia en la gestión municipal, basada en principios de eficacia, austeridad, honradez y respeto.

  Por otra parte,  he de aclarar que, quizás porque no me expresase con la debida claridad, sí que es cierto que una de las preocupaciones máximas por las que concurrí a la gestión municipal fue frenar el deterioro urbanístico, pero la delegación de tal cometido le correspondió durante varias legislaturas al concejal  Marcelino Guerrero, que llevó a cabo una  discreta y eficaz labor en este ámbito (de igual manera que tantos concejales socialistas que ostentaron responsabilidades y de los que siempre obtuve su comprensión, colaboración y afecto). 

   Si se pega en google esta dirección, la entrevista se puede leer mejor que en mi reproducción fotográfica (en páginas 30 y 31): 


http://kiosko.eldialeon.es/Kiosko.aspx?i=29123





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LA HISTORIA DE LA PEQUEÑA CASA DEL MARQUÉS CERCANA A SU CASTILLO:  PANERAS, TEATRO, CÁRCEL, JUZGADOS Y HOGAR DEL PENSIONISTA.
2, enero, 2014
 (Como complemento al artículo dedicado al Hogar, adjunto la siguiente introducción histórica y las fotos que se relacionan)

El Hogar está asentado en un lugar con gran importancia histórica, en el extremo noroeste de la muralla, donde se hallaba el castillo del marqués de Astorga  y el sitio denominado Juego de Cañas (nombre que designa hoy una calle de este antiguo emplazamiento y que no se debería cambiar nunca). Además del castillo, donde hoy se alza el Hogar existía un pequeño edificio independiente, conocido como el de “las Paneras del Marqués”, que en principio no se derribó y en el que, con posterioridad,  se representaron funciones de teatro (así consta por ordenanzas municipales de 1864). Pues bien, será  precisamente este último lugar en el que se construirá en los años 1889 a 1892 la Cárcel del Partido (de la que se adjunta foto), levantada con las aportaciones de todos los ayuntamientos de nuestro ámbito judicial. El 6 de julio de 1961 será ordenada la clausura de esta cárcel, por lo que se derribará para construir en su lugar en primer lugar los Juzgados y, posteriormente el Hogar, como se explica en este artículo. Quien tenga interés por conocer planos de esta zona en 1810 puede encontrarlos en Internet (“planos antiguos de Astorga”, los elaborados por los franceses para el asedio de la ciudad; en ellos figura, exenta, la Casa de las Paneras; del castillo se constata solo el espacio que ocupaba,  con línea, “en la esquina”).

   El espacio libre entre la muralla, el castillo y la Casa de las Paneras era conocido como Juego de Cañas. La razón se debe a que en este sitio se celebraron en época pretérita antiguos espectáculos en los que mostraban su destreza hombres montados a caballo (de clase social alta) armados con cañas, las cuales  arrojaban unos a otros y debían de parar con escudos, además de llevar el cuerpo protegido.

   Aporto esta vez, asimismo, una fotografía de El Faro del 10 de mayo de 1983, con la Corporación de 1983 / 1987, época en que se construyó el Hogar (días pasados la de 1987 /1991 a propósito de la dotación del Conservatorio). La idea es que, al final, quien esté interesado pueda tener conocimiento de las corporaciones democráticas municipales. Se contrasta, por otra parte, la visión antigua del espacio de la antigua cárcel con la actual de los Juzgados y el Hogar).

 EL HOGAR DEL PENSIONISTA Y SU PEQUEÑA HISTORIA

  Los primeros pasos para la construcción de un Hogar del Pensionista (así era denominado en su nacimiento) se dieron apenas iniciada la legislatura de 1983 a 1987,  por parte de la concejala socialista Llanos Martínez. Era preciso, en primer lugar, constituir una gestora con los jubilados de la ciudad (aunque la  vocación de esta Asociación siempre ha sido comarcal) y ofrecerles un local provisional donde empezar a desarrollar sus actividades. En 1983 la ciudad estaba gobernada por la coalición de gobierno de AEPI, con Recaredo Bautista, alcalde, y otros dos ediles, y seis socialistas, desempeñando yo el cometido de la primera tenencia de alcaldía.

   El 19 de octubre de tal año, en la Casa Consistorial aún no remodelada, Llanos presidió una reunión con el Salón de Sesiones repleto de personas mayores. Se tomaron los primeros acuerdos, como la elección de la Junta Gestora. El presidente sería Luis Antuña Antuña (posteriormente sustituido por Cesáreo Blanco), vicepresidenta, María Pizarro Rivera;  secretario, Jerónimo Martínez, tesorero, Antonio Murias López; y en calidad de vocales Julio Cuiñas, Eduardo H. Rivera, Ascensión Luengo y otra persona, cuyo nombre ahora desconozco. La primera decisión fue aceptar, si reunía condiciones, el espacio hoy dedicado a exposiciones de la Biblioteca y establecer unas normas de funcionamiento.  No me resisto a citar, por su ingenuidad, uno de los requisitos tratados: “El no permitir la presencia de nietos /.../ porque no se puede concentrar uno en la partida teniendo chicos corriendo y gritando al lado”. El espacio era totalmente insuficiente para desarrollar las actividades, pero cumplió su cometido hasta el traslado al nuevo centro.
   Sería el arquitecto Diego Polo el encargado de redactar el proyecto, el cual,  a mi humilde entender, acertó plenamente, con un edificio sólido y funcional;  el Pleno lo aprobaría el 28 de febrero de 1984,  para recabar informe positivo de la Autonomía, con el Salón de Sesiones, esta vez en la sede provisional del C. Leopoldo Panero, como en todos los trámites de este expediente,  completamente lleno por personas mayores. Era aquél un momento de  gran optimismo y el gobierno municipal llevaba a cabo una actividad intensa, con múltiples proyectos de obras públicas  y con cuestiones de calado, dotación de Policía Nacional, Hacienda, la muralla apuntalada en Mártires de Somiedo, con el gran problema del agua, etc., infinidad de propósitos que ahora resulta imposible relatar.

   Ante tantos frentes abiertos, era preciso conseguir subvenciones, también para el Hogar, pues la idea de este gobierno municipal, y de los que le sucedieron,  siempre fue no agotar la inversión municipal en un único proyecto, sino diversificarla para, con ayuda de otras administraciones, paso a paso, ir satisfaciendo tantas necesidades y carencia de dotaciones como la ciudad tenía. Así fue, efectivamente, el Pleno del 4 de febrero del 1985 aprobó la ejecución del Hogar, con una inversión de 32.756.000 pesetas, con una subvención de partida de 16.300.000 de la Junta de Castilla y León. Fue una sesión con  20 puntos en el orden del día, casi todos ellos dedicados a obras públicas para la ciudad, y la prensa local destacó cómo fue despachado por la Corporación en hora y media y con la unanimidad de todos los corporativos. Y es que era aquella una época en la que, aunque con contradicciones, la labor municipal no se veía entorpecida.   
   En agosto de 1986, aún sin el mobiliario, el Hogar se hallaba finalizado. Surgieron durante su ejecución, en junio del 85, cuando se estaba procediendo a la cimentación,  problemas de lindes con el Juzgado, que pudimos solventar. Hay que recordar que este amplio solar fue donde estuvo emplazada la Cárcel del Partido, por lo que, derribada esta, el terreno volvió de nuevo a propiedad municipal (al Juzgado solo se le había otorgado la cesión de una parte). Con motivo del Bimilenario,  el pintor Toño García fue capaz de traer a la ciudad una magna exposición: el Hogar se llenó de cuadros de lo más granado de los pintores locales y de la provincia. Se abriría definitivamente en mayo del año siguiente.
     El Hogar ha venido  cumpliendo una gran labor social, siempre regido por sus socios, con asesoramiento y apoyo municipal. Es un ejemplo de funcionamiento, de apertura y relación con otras asociaciones, con gran  diversidad de actividades y de formación. Si bien he mencionado a la primera Junta Directiva, por el valor significativo que representa,  sin duda, cuantos socios han dedicado, y dedican, su tiempo, ilusión y esfuerzo, para que sea eso, un hogar, merecen de todos nosotros el más profundo agradecimiento.

Juan José Alonso Perandones




Diciembre 2013
El CONSERVATORIO: 25 AÑOS ANTES

El Conservatorio Ángel Barja celebra este año los 25 años de su existencia. Hoy se halla definitivamente asentado en el  antiguo edificio del Instituto Ricardo Gullón (Maestría Industrial con anterioridad), con unas instalaciones adecuadas  y con la Enseñanza  Profesional consolidada. Cumple una gran función educativa no sólo para Astorga, sino también para la vecina ciudad de La Bañeza, con sus comarcas naturales. A su importancia como centro docente, hay que añadir que la  formación musical recibida por muchos jóvenes ha supuesto un enriquecimiento para la propia Banda, junto a la propia Escuela de Música Municipal. Por otra parte, profesionales que en él iniciaron sus estudios pudieron finalizar su carrera en Conservatorios Superiores y hoy son destacados músicos o profesores. Es encomiable como sus estudiantes, en gran número, compatibilizan sus enseñanzas musicales con las propias de la enseñanza Secundaria y del Bachillerato. Y lo es también la  actitud abierta de este centro hacia  la ciudad, con la puesta a disposición del Ayuntamiento y asociaciones de  sus instalaciones para actos destacados.
   Me tocó, junto a otros compañeros de Corporación, vivir intensamente su nacimiento. Las elecciones del 87 depararon una situación política mucho más turbulenta que la actualmente existente. Nuestro grupo político, del PSOE, había quedado a las puertas de la mayoría absoluta, con ocho ediles; el nuevo gobierno municipal fue constituido por los otros nueve concejales de cuatro partidos diferentes (5 AP, 2 UNLE, 1 CDS, 1 PDP). Eran muchos los proyectos que durante el mandato de la  anterior Corporación se hallaban en ejecución o en trámite. Cabe recordar que en dicha  legislatura precedente, del 83 al 87,   habíamos establecido un pacto de gobierno con un partido denominado AEPI, presidido por  Recaredo Bautista, que  resultaría elegido alcalde, junto a Daniel Gallego y Pablo de las Heras.
   Nuestra aspiración de dotar a la ciudad de nuevos centros educativos encontró un respaldo entusiasta por parte del  entonces Director Provincial de Educación del Gobierno de Felipe González, Juan Andrés Vaquero Peña, verdaderamente encariñado con nuestra ciudad y con todos nosotros. Si a algún cargo la ciudad le debe estar especialmente agradecida es a este Director Provincial, porque fue él quien hizo posible el que Astorga hoy sea la ciudad de España, en relación con su número de habitantes, mejor dotada  en el ámbito educativo con enseñanza oficial. No solo se estaba fraguando entonces, en los años 86, 87, la consecución del Conservatorio, también de la Escuela Oficial de Idiomas, la construcción del nuevo edificio para el Instituto, pabellón del González Álvarez, Centro de Eduación de Adultos, etc.

   La turbulencia en la política local puede resultar llamativa, incluso su lectura en la prensa u otros medios  hasta para algunos, si no la sufren y padecen fobias,  entretenida; pero en aquel entonces suponía, cierto fue,  poner en riesgo unos cuantos proyectos importantes en ejecución y otros cuya gestión estaba iniciada. Tanto en las actas del Consistorio,  como en la prensa de la época, que estos días he repasado, se puede uno informar fehacientemente sobre la historia de la vida municipal de este periodo, del 30 de junio de 1987 al 29 de  marzo de 1989 (en que accedí a la alcaldía); corresponderá a personas cualificadas el realizar en su momento un análisis desapasionado y veraz de este y otros periodos cercanos de la vida local. El Conservatorio, pues, nació en medio de grandes dificultades.
   Antes de las elecciones de junio del 87, en la primavera , entonces como Teniente de Alcalde, había elaborado un estudio sobre la tradición musical de la ciudad y de sus necesidades del momento para justificar la dotación de un Conservatorio ante Vaquero Peña. La programación del Bimilenario en el 86 puso a prueba todo el potencial cultural de la ciudad, y el de la música de especial manera; fue otro aval importante, que permitía aventurar que se contaría con la matrícula suficiente para abrir un centro de tanta envergadura. En ningún momento, aunque en 1988  como concejales de la oposición, mis compañeros y yo cejamos en este empeño: en la elevación al Pleno, para su aprobación,  de la petición al Ministerio y su justificación, en las gestiones ante la Diputación Provincial para que cediese un ala donde poder iniciar su andadura (era entonces diputado Johnny, José Agustín González), en el ruego al director del Instituto Ricardo Gullón, Eleuterio Serrano,  que facilitase dependencias en las que poder realizar  la preinscripción; en la elaboración del primer dossier para solicitar a Caja España la dotación de instrumentos, que finalmente financió.
    La respuesta ciudadana ante esta nueva dotación educativa fue aún mejor de lo que habíamos imaginado, con una matrícula en su inicio de más de 200 alumnos. La idea nuestra, de convertir el  palacete de don Paulino, o si se quiere de Magín Rubio,  de Puerta de Rey,  que había pasado a propiedad de la ciudad previo acuerdo que habíamos establecido con la familia Alonso Luengo,   resultaba totalmente insuficiente.
   Hubo sus dificultades, sus “tira y afloja” pero, finalmente, toda la Corporación de entonces asumió como propia y apoyó una dotación  que hoy, por fortuna, y pese a la situación de escasez económica, tiene su futuro despejado.

Juan José Alonso Perandones

(Fotos del artículo, de 1988, extraídas de El faro astorgano: Juan Andrés Vaquero Peña, José Agustín González y Juan José Alonso Perandones).




Corporación: 1987 /1991; de El faro astorgano, 11 de junio de 1987.

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