viernes, 27 de marzo de 2015



El faro astorgano, 26, marzo 2015

EL SACERDOTE 

                     Y LA ESTUDIANTE

Juan José Alonso Perandones



En 1977 ya solo se editaba en la ciudad El Pensamiento Astorgano, cuya cabecera había sido adquirida por el empresario, de raigambre empresarial en la ciudad, Felipe García. El director efectivo era Paulino Sutil y como honorario constaba también Magín G. Revillo. Es nuestro  periódico de la época de la Transición y en él se recogen, con bastante libertad y altura de miras, el despertar democrático de la ciudad y los problemas más candentes; en formato  más reducido que el anterior, pero rico en contenido y  con un diseño acorde con los nuevos tiempos. Con el catálogo Imágenes de la Transición, de Núñez & Núñez, coordinado por Amando Casado  y editado por el Ayuntamiento (en 2010),  contamos, afortunadamente, con dos testimonios de gran interés para el conocimiento de nuestra historia más contemporánea, tan desconocida por las generaciones más jóvenes.  
   La  Semana Santa, en abril, viene a suponer un paréntesis en la candente vida ciudadana de los meses precedentes: aún ocupa páginas el filme, estrenado en septiembre de 1976, sobre los Panero, El desencanto, con una visión plural y apariciones de sus hijos; del padre, Leopoldo, se escribirán artículos para resarcir lo que consideran una ofensa. Al comprobar las plumas que entonces en este periódico escriben  nos damos cuenta de cuánto caudal humano y cultural hemos perdido en poco tiempo: José Antonio Carro, Augusto Quintana, Lorenzo López Sancho, Ricardo Gullón, Alonso Luengo… La actividad cultural, por otra parte, se veía enriquecida por la labor de la Sala Cultural de la Caja de Ahorros, a cuyo cargo estaba el querido periodista,  y desde 2006 al catorce cronista, Martín Martínez. La honrilla local quedará satisfecha con el grupo musical Tony Adams,  el cual, después de intervenir en el programa de TVE, Gente Joven, recibe en marzo un caluroso homenaje. La obra del escultor Marino Amaya, que realizará una nueva exposición en la ciudad en agosto, en el Seminario, sigue mereciendo una atención especial (no decaerá desde su “inicial triunfo” en 1954, como ya he relatado).
   Temas de gran enjundia ocupan las principales páginas: la muralla y su estado, con parte de ella derruida en la zona cercana a la Sección Delegada del Instituto, la situación del viejo matadero en Puerta de Rey, el deseo de contar con un polígono industrial; hay sectores en pie de guerra por la tramitación de declaración de la ciudad como Conjunto Histórico Artístico y la redacción de un Plan General de Urbanismo. El traslado del director del Instituto a Orense, Pérez Barreiro, como delegado de Educación, y un homenaje, en calidad de jubilado, al que fuera Jefe de Estudios, Abelardo San Román, cerrarán una época del centro educativo más importante de la ciudad, regido por estos dos sacerdotes. Es una ciudad que bulle estos primeros meses de 1977 y aspira a nuevos tiempos, y lo que en su momento pudo resultar sorprendente, la aparición en El Pensamiento del  Martes Santo, cinco de abril, de una página con poemas, de don  Bernardo Velado, y una ilustración con diseño de cómic, de la joven estudiante de  COU, Yolanda Cordero, hoy es totalmente comprensible.
   Don Bernardo (permítaseme este tratamiento, pues en mí era habitual, sin demérito para nadie) fue hasta el final de sus días en aquella planicie  desolada de Majadahonda (al menos así percibimos Miguel Pérez y yo aquel Hogar Mosén Sol) un sacerdote firme en su credo, con gran formación litúrgica, y abierto a los valores jóvenes. Bien lo demostró con los “chicos” de Imagen Mas,  cuando aún  eran promesa y no realidad tan acreditada como desde hace años  han llegado a ser,  pues tuvieron en él una suerte de aval y de mentor en los pasados años ochenta. Hoy, Yolanda Cordero es una solvente arquitecta, con obra en la ciudad, en la ampliación del cementerio, en el nuevo edificio social en ejecución frente al ayuntamiento… Esta página de El Pensamiento es una apuesta por la frescura, a fin de cuentas don Bernardo era, siempre fue, un reconocido humanista, mientras que la joven estudiante, aunque ya con dibujos meritorios, se mostraba como una promesa en ciernes.    Son las suyas unas  viñetas de trazos  apresurados, que ilustran quince  breves poemas por los que discurren, en versos de desigual fortuna, las procesiones de nuestra Semana Santa, con una atención específica a Cañinas: “La coronación de espinas / pone en contraste de luz / la inocencia de Jesús, / la malicia de Cañiñas”, versifica don Bernardo de este personaje esculpido por Francisco López para  la burla y la chanza.
   En aquella Astorga agitada, que se organizaba en asociaciones reivindicativas, que se planteaba cuestiones de fondo para el futuro de la ciudad, esta página del sacerdote y la estudiante es como un paréntesis, como una invitación a la calma, a la integración de nuevas generaciones en las tradiciones esenciales de la ciudad, esas que imprimen carácter y forjan esa esencia, indescriptible, pero sustanciosa en sus habitantes.