31, dic., 2014
LA MONA LISA SE VA DE RONDA EN LA NOCHE DE SAN SILVESTRE
Después de vagar, el pasado ocho de agosto, por callejuelas con paredes repletas de recuerdos, donde al menor roce todo un coro de "ji-ji-je-je" aturdía los oídos, le pregunté a una vendedora lugareña y bien experimentada: ¿Es bruja o meiga, señora? Sepa usted que en Combarro solo vendemos 'bruxas", que las meigas son malas. Y aquí en el refugio de la Serna, en la Moldería Real, la tengo, a la Mona Lisa, con sus cejas blancas, sus ojos azules como el mar que ruge en la rocalla de ese pueblo gallego de "cruceiros" y hórreos; y con un marcapasos con la pila recargada, que por nada quiero que el corazón se le apriete como un puño y remansado le quede el fluido carmesí. Cierto es: carece de la mirada penetrante y de la sonrisa misteriosa de la marquesa Lisa, señora de Giocondo, si tal fuere, porque tal azar lo consiguió Leonardo con el pincel tras años de obsesión y de ficticia compañía; pero no por eso hay que despreciar su franca sonrisa, con dos dientes maliciosos tan solo alojados, ni la exaltación de sus ojos por una corriente que zarandea todo su cuerpo. Cuando entro cada tarde y cierro con brío la puerta me responde cantarina, no como la Caballé, que a no ser estos días que anda afónica por la visita del fisco acostumbra a entonar de maravilla; su ji-ji-je-je es de gallina clueca y parece reírse del mundo; pero a mí me gusta y me representa, así de desgreñada y sin coleta, una pose friki de la actual moda podemos. Además, como se le activa al tiempo alocadamente el marcapasos, le sale tal resplandor por entre las pestañas que sus ojos quedan fundidos en dos pelotillas de nieve blanca. Calla pronto, y conforme, cuando le digo "sin novedad, Mona Lisa". Pero hoy es Nochevieja y para despedirme le he deseado salud y me he comprometido a estar vigilante con la pila para que su corazón bata como una ola el fluido carmesí cada tarde que nos veamos de un venturoso 2015. Me escuchaba complacida y parecían amainar los calambres que exaltan sus azules ojos, hasta que me dio por añadir. "Y que no haya sorpresas, Mona Lisa; ni para ti ni para mí". Ha enloquecido, y como un caballo que se desboca, así ella se ha agitado, ¡ji-ji-ji!, ¡je-je-je!, una y otra, y otra vez, hasta la extenuación en mi caso, que no en el suyo, pues relucía como nunca la había visto, hasta tal punto que parecía que en vez de venir los relámpagos, como habitualmente, del pararrayos del Silo, los expulsaba ella por sus ojos como en los focos de la giratoria rueda central de la antigua Discoteca Gaudí. Tentado he estado a retirarle la pila, pero no he podido sufrir el imaginar verla enmudecida y apretado el corazón. Y hoy es la noche de San Silvestre, cuando las "bruxas" se valen de la escoba para volar por los bosques, colarse por las chimeneas y hacer sus conjuros. Confío en que se haya encariñado tanto de este regato que a veces corre saltarín y cristalino, pues en días de fortuna eso es la Moldería Real, y vuelva y no se quede, si allá se acerca, en su puerto combarrés del Peirao, donde los pescadores al atardecer se echan a la mar y quizás, aún, en su bahía, la alemana Cristina, loba esteparia, siga acechándolos desde el camarote del Lorelei.
LA MONA LISA SE VA DE RONDA EN LA NOCHE DE SAN SILVESTRE
Después de vagar, el pasado ocho de agosto, por callejuelas con paredes repletas de recuerdos, donde al menor roce todo un coro de "ji-ji-je-je" aturdía los oídos, le pregunté a una vendedora lugareña y bien experimentada: ¿Es bruja o meiga, señora? Sepa usted que en Combarro solo vendemos 'bruxas", que las meigas son malas. Y aquí en el refugio de la Serna, en la Moldería Real, la tengo, a la Mona Lisa, con sus cejas blancas, sus ojos azules como el mar que ruge en la rocalla de ese pueblo gallego de "cruceiros" y hórreos; y con un marcapasos con la pila recargada, que por nada quiero que el corazón se le apriete como un puño y remansado le quede el fluido carmesí. Cierto es: carece de la mirada penetrante y de la sonrisa misteriosa de la marquesa Lisa, señora de Giocondo, si tal fuere, porque tal azar lo consiguió Leonardo con el pincel tras años de obsesión y de ficticia compañía; pero no por eso hay que despreciar su franca sonrisa, con dos dientes maliciosos tan solo alojados, ni la exaltación de sus ojos por una corriente que zarandea todo su cuerpo. Cuando entro cada tarde y cierro con brío la puerta me responde cantarina, no como la Caballé, que a no ser estos días que anda afónica por la visita del fisco acostumbra a entonar de maravilla; su ji-ji-je-je es de gallina clueca y parece reírse del mundo; pero a mí me gusta y me representa, así de desgreñada y sin coleta, una pose friki de la actual moda podemos. Además, como se le activa al tiempo alocadamente el marcapasos, le sale tal resplandor por entre las pestañas que sus ojos quedan fundidos en dos pelotillas de nieve blanca. Calla pronto, y conforme, cuando le digo "sin novedad, Mona Lisa". Pero hoy es Nochevieja y para despedirme le he deseado salud y me he comprometido a estar vigilante con la pila para que su corazón bata como una ola el fluido carmesí cada tarde que nos veamos de un venturoso 2015. Me escuchaba complacida y parecían amainar los calambres que exaltan sus azules ojos, hasta que me dio por añadir. "Y que no haya sorpresas, Mona Lisa; ni para ti ni para mí". Ha enloquecido, y como un caballo que se desboca, así ella se ha agitado, ¡ji-ji-ji!, ¡je-je-je!, una y otra, y otra vez, hasta la extenuación en mi caso, que no en el suyo, pues relucía como nunca la había visto, hasta tal punto que parecía que en vez de venir los relámpagos, como habitualmente, del pararrayos del Silo, los expulsaba ella por sus ojos como en los focos de la giratoria rueda central de la antigua Discoteca Gaudí. Tentado he estado a retirarle la pila, pero no he podido sufrir el imaginar verla enmudecida y apretado el corazón. Y hoy es la noche de San Silvestre, cuando las "bruxas" se valen de la escoba para volar por los bosques, colarse por las chimeneas y hacer sus conjuros. Confío en que se haya encariñado tanto de este regato que a veces corre saltarín y cristalino, pues en días de fortuna eso es la Moldería Real, y vuelva y no se quede, si allá se acerca, en su puerto combarrés del Peirao, donde los pescadores al atardecer se echan a la mar y quizás, aún, en su bahía, la alemana Cristina, loba esteparia, siga acechándolos desde el camarote del Lorelei.
En vilo está,
ya por ella o por mí,
la Mona Lisa.
La hermosa niebla y el fogonazo ‘freixenet’
Pasadas las siete, es ya noche cerrada de niebla, la que a mí tanto me gusta, porque es tan intenso el frío que la torna cristalina. Las luces de las farolas extienden una luz tamizada que permite adivinar los edificios, las calles y los monumentos en una armonía de penumbra; y los pilotos de los coches en su discurrir son como pelotillas rojas que bailan entre humaredas. Así es, y he de confesaros que cuando los Amigos del Camino me llevaron a Utrecht en 2009 me admiraba en la noche ante sus canales, palacios e iglesias, pues la iluminación artificial en ellos no era un resplandor que empequeñecía todo su entorno, en absoluto esta borrachera nuestra de fogonazo ‘freixenet’, sino una luz que insinuaba los bellos edificios sin romper el encanto de la oscuridad, con sus estrellas en un cielo marino en la cercanía y cobalto en su confín.
Que lo sepáis, la noche más hermosa de Astorga no fue aquella en que la catedral, por primera vez, fue inundada de luz, como una fosforescencia gigantesca en el bajel amurallado, sino en las fiestas de 1996, cuando en todos los campanarios de la ciudad se templaron los badajos para el concierto de Llorenç Barber “Astorga Inevitable”. Bien digo, la más hermosa, pues apagamos todas las farolas como quien con sus dedos ciega unas mechas de candil, y disfrutamos, por la benevolencia del obispado y del cabildo, que a bien tuvieron encender el interior de los dos nobles monumentos, las vidrieras adamascadas catedralicias, y las otras palatinas, sobrias o figurativas.
Que lo sepáis, la noche más hermosa de Astorga no fue aquella en que la catedral, por primera vez, fue inundada de luz, como una fosforescencia gigantesca en el bajel amurallado, sino en las fiestas de 1996, cuando en todos los campanarios de la ciudad se templaron los badajos para el concierto de Llorenç Barber “Astorga Inevitable”. Bien digo, la más hermosa, pues apagamos todas las farolas como quien con sus dedos ciega unas mechas de candil, y disfrutamos, por la benevolencia del obispado y del cabildo, que a bien tuvieron encender el interior de los dos nobles monumentos, las vidrieras adamascadas catedralicias, y las otras palatinas, sobrias o figurativas.
No es esta noche de luz feriada, así que los abanicos del pórtico de la entrada al Palacio coquetos muestran sus telas en la niebla; y en la portada principal de la catedral, la adúltera, los fariseos y escribas, el ciego y el hidrópico, reclaman, cautos, nuestra secreta presencia, que ha de ser muy cercana, para participar en esa escena en que Jesús agita el látigo para echar a los mercaderes del templo mientras que las monedas tintinean por los suelos. Un pitido de locomotora de vivos colores rojos y limoneros viene por la calle aledaña del poeta Panero; sopla como una sirena y el sonido termina silbando en las campanas: culebrea este tren con ruedas de goma y vagones con niños y mayores, que viajan entre chanzas y bromas.
Y la niebla sigue y sigue , y se enseñorea de la ciudad, menos de la parte más alta de las torres catedralicias, las cuales, como sucede a las cumbres de los pilones del puente colgante y rojo de San Francisco, flotan airosas entre vellones de almidón.
Silba en la niebla
el pitido del tren
por las campanas.
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6, DICIEMBRE, 2014
COPÉRNICO Y LA ÚLTIMA LUNA LLENA
Ya puede en un vuelo bajar del paraíso el Señor de la Luna, el monje Copérnico, y venir aquí, a este pago que habito, la Senra, junto a la corriente de la Moldería Real, a convencerme de que la luna gira hacia el este, y no hacia al oeste, que no me lo creo. Porque yo por más que lo he intentado, incluso con el cuerpo estirado sobre el raíl y las manos en las traviesas, no siento rotar la tierra, y estoy, como en la más tierna infancia, al acecho; son las 18:34, y una luna poderosa ya ha salido de las lomas que amparan el pueblo de San Justo. Me ciega esta gigantesca bola, de un fuego que se asfixia en su propia órbita, como aquel resplandor que me despertaba con chispas en los ojos, cuando dormido en sueños se me presentaba don Octaviano con la caldera negra negra de Pedro Botero, la zarandeaba y me decía: “Te abrasarás en esta espuma ardiente porque te has muerto en pecado”. Qué hice, qué hice, don Octaviano, le imploraba. Y él con una voz de ultratumba: “El sexto mandamiento, el sexto mandamiento”. Cierto es, la última luna llena del otoño se alza con brío entre las nubes tomadas de plata y de hulla, y me enturbia los ojos, de manera que el pueblo lejano no es sino un extendido rosario de cuentas luminosas; y de cerca, ya apenas percibo las sementeras con la tierra recientemente volteada por la vertedera, ni los maíces de hoja reseca pero con las mazorcas aún con granos rezumosos, tampoco los cereales tempranos, de muy agostado verdor este año por tanta agua; en verdad, nada atisbo de este labrantío escaso de Astorga, de esta planicie que se extiende a ambos lados de la vía ferroviaria y que retumba pues es aquí donde los trenes avisan con su fuerte y prolongado pitido, como si un triunfo fuera entrar en la ciudad. Miles de versos, encendidas líneas, himnos y juegos florales ha merecido el ocaso en la otra parte del bajel de la ciudad: también me gusta la lenta fuga del sol tras el Teleno, pero no por ser monte sagrado se han de desperdiciar estas lomas de San Justo, presididas en la Judiega por El Crucero y por el espectro del santo Toribio sacudiéndose las zapatillas; al contrario, por ellas asoma el sol en la alborada y ahora también esta última luna llena de otoño, que, veinte minutos después, ya ha tomado vuelo y no es el rojizo fuego lo que ilumina la tierra y el cielo sino un resplandor diamantino atusado por cráteres radiados.
Esta bóveda del firmamento ya tiene, tan temprano, estrellas en el cielo. En su encuentro con la tierra está cuajada de volantes de plata y de hulla, pero mañana los restos que en ella queden habrán subido a lo alto y serán desde la muralla, cara al Teleno, jirones de seda malva y rosa, por poco tiempo, pues apenas pasadas las ocho y media se desprenderán del tinte y no asemejarán más que retazos de comunes nubes volanderas. Hasta entonces, la última luna llena de otoño será la reina del cielo.
La última luna
henchida está de amor,
y de gran fuego.
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29, nov., 2014
Niñas con patinete
En el interior de la catedral, el reloj del sol y la luna está a punto de activar su gigantesco mecanismo, con sus ejes y más de seiscientas piezas, para dar las campanadas de las seis de la tarde. Como es sábado cuajado de nubes, la noche viene temprana y ya empiezan a crecer en incandescencia las farolas de la plaza y la misma piedra del palacio se va tornando de nieve. La catedral aún sigue en total penumbra, pero cuando finalicen estos seis aldabonazos que vuelven al oído después de retumbar en tanta piedra acumulada, se iluminará, en primer lugar, el bordado de piedra de su portada principal, e irán desvelándose mercaderes azotados, la adúltera arrodillada, el ciego de Betsaida, el hidrópico de vientre hinchado..., y bajo la concha la desolada escena del Descendimiento. Dos niñas, ajenas a esta observación mía de relieves, penumbras y luminosidades, patean en la dirección de los cuatro vientos la plaza hechizada con su patinete de ruedas de goma, y parece como si bailasen un vals. Apenas si meten ruido, al contrario que los amantes del monopatín, pues estos ‘made in usa’ gustan de los bordillos más altos, y te rodean con sus cabriolas en la plaza del Seminario, o aquí mismo, brincando sobre los bancos, después de depositar en tus oídos un crujido golpeteado.

Bien pensado, aquel patinete nuestro guarda más parecido con el monopatín que con este de las niñas de ruedas de goma. Pero que no se crezcan los intrépidos saltabordillos, que se jalean ante uno con sus cabriolas, porque nunca fabricaron su monopatín, y que les quede claro, tampoco el suyo tiene el cuajado aroma del haya o del robledo, sino el etéreo tufillo del ambientador californiano.
En patinete
las niñas por la plaza
bailan un vals

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22, nov.,2014
A LAS PUERTAS DEL CONVENTO
Caminaba, a las seis menos cuarto, hacia el colegio en 2013 clausurado, el de Vicente de Paúl, el santo de los niños expósitos, porque sus antiguas alumnas nos habían pedido, tanto a mí como al restaurador del torreón del castillo de Palacios, y mecenas del recital agosteño en sus praderas, “Poesía para vencejos”, Felipe Pérez, una glosa de Martín Martínez, el fiel cronista de Astorga hasta el 19 de septiembre. Martín enmudeció su voz para siempre en esa tarde, cuando el sol fue abrazado por los caprichosos jirones humeantes que amenazaban empapar el camposanto. Hoy, voy pensando, es una tarde con mayor grisura, más oscura pero templada, no corre aquella brisina que, por ser ocasional, te escareaba, filtrada por los cercanos cipreses, la cara. Y se amontonan en mi cabeza sus escritos, sobre monasterios y sendas peregrinas, personajes, loas y rapapolvos, y se mezclan con las vivencias por la ciudad compartidas, hasta tal punto que voy decidido a que no me emocione su ausencia.
—Usted está como siempre.
Me había fijado en los dos, uno recostado en la pilastra del arco de entrada a la iglesia del convento de Sancti Spiritus, y el otro vuelto hacia las esquelas. Las esquelas son las coplas de ciego de hoy en día en Astorga, y cada vez abundan más en las calles y hasta en vitrinas, como una crónica fúnebre de decadencia. A José Arce, oriundo de la comarca de Valencia de don Juan, le había perdido la pista, pero antes, de cuando en cuando, lo veía solicitando limosna por esta entrada de los obispos. Usted está como siempre, me dice de nuevo, ante mi sorpresa, por el desacostumbrado tratamiento; es como si el tiempo hubiese roto la espontánea confianza. De Amador, vecino de San Román, no ha de extrañarme su presencia, pues lo he visto en tardes de estío, de primavera, otoño e invierno, merodear como un cicerone con jóvenes peregrinas, casi siempre de lenguas extrañas, que ha recogido en su llegada a Astorga. Las lleva a visitar la ciudad por el corredor de los gatos, ese que discurre entre el Jardín y el entorno de la entrada de los obispos, y las sorprende cuando las coloca en la calle Portería ante la filigrana de la catedral; después ya siempre le he perdido la pista, y no sabría decir en qué punto de la ciudad termina su viaje iniciático. Las llevaba, debería decir, pues últimamente pasa el tiempo, solitario, merodeando en torno al convento.
Yo, estupendamente, me contesta Arce, y ha de ser verdad, pues los mendigos jóvenes, y él lo es, también suelen presentar greñas aceitosas y hasta pliegues sombreados en la cara; no es su caso. José Arce, con su mochila y saco descansados, su barba no cuajada, más parece un segador, o un mecánico, bueno no acierto, un labrador que acaba de bajarse del tractor después de descargar pacas ovilladas de cereal. Ni antes, ni ahora, he llegado a saber por qué de cuando en cuando se acerca a esta entrada de los obispos a mendigar, de suerte que ignoro si es la suya necesidad, delirante aventura o regañina familiar. Amador, sin embargo, anda quebrado, y he observado que tampoco hoy ha cambiado de sombrero, pues cuenta con colección y no era este, de bombín, propio de magos y funambulistas, el preferido, sino otro de paja con pluma de ave, más propio de caballeros de comedia lopesca, tunantes y conquistadores. Quizás ande errado y lo que desea es transfigurarse en un lord de cuento inglés, con sus cadenas colgantes para relojes y su escardada barba blanca.
—Me han operado de las caderas.
Pues vaya, ya no puedes hacer de cicerone para las jóvenes solitarias que llegan a la ciudad. Así es, me contesta. Les pido estamparlos en una foto, aunque la tarde está muy sombría y saldrá como tomada. Me lo conceden, y sigo mi camino, como siempre entornando los ojos hacia las altas celosías del convento, y pensando que Amador todavía no habrá invitado a José Arce a franquear las puertas de su iglesia para que admire los racimos de su retablo en paños de oro.
En el convento
Amador y José Arce
amigos son.
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31 / 1, noviembre, 2014
¿NOS ABANDONARÁ EL MAGO DEL PALACIO?
“El sótano del Palacio tiene como techumbre un colmenar de celdillas y está amparado por un foso que se adentra en la muralla como un nuevo fortín. No es, pues, fácil llegar hasta el mago que lo habita y aliviarle su soledad; es más, cuantos lo han intentado una llamarada los ha abrasado al pretender derribar la recia puerta del noreste y han volado al cielo en esparcida ceniza. Por eso, al pasear junto a las murallas de El Melgar oyes ese gemido cadencioso, de tan repetido, con que el mago llora día y noche el luto ajeno y el infortunio propio”. Todo esto te decía el 21 de abril de 2013, pero desde aquella primavera el mago ha acompañado su soledad de grandes estragos: han cercado su foso con unos andamios metálicos cuyo sonido raya su liviana membrana tal como si se la afeitaran con mil cuchillas; un continuo estruendo para recuperar el primitivo suelo de las terrazas desde las que se ve a Pedro Mato y los altozanos de la vega, ha estallado sus acuosos tímpanos; y es tal su confusión que lleva meses sin subir a contemplar las vidrieras de las estancias superiores, tan hermosas, las de la capilla, las del salón del trono, cuando la noche se cierne con su oscuridad y son las farolas de su plaza, o bien la luna, las que las inundan de colores. Aquel cuerpo que te presenté algo corpóreo y capaz de voltear junto a sí rayos de fuego, hoy poco más aparenta que una silueta y un mechón ardiente, con inesperada presteza, eso sí, para colarse por las gárgolas y salir al exterior. Eso es lo que ha hecho esta noche, cuando ha oído, provenientes del parque del Aljibe, gritos y gemidos de los muertos resucitados y la voz del coro de Samhain anunciar el fin del estío ante los propios ángeles palatinos; tal ventura, la acechanza de los hielos, ya la había pregonado en el ocaso pasado Lucio Valerio, el Adivino, desde la Ergástula, por haber confirmado en sus pétreos tímpanos los gorjeos, silbidos, metraqueos y chasquidos de las bandadas de nuestros estorninos, los de plumajes refulgentes: "¡tchiarr!", "¡tsiii!", "!chik-ik-ik!".
Nadie sabe cuánto tiempo permanecerá encaramado en la cruz de la techumbre, y si retornará por las gárgolas a las bodegas coronadas por el foso; y menos aún podemos predecir qué ocurrirá cuando, prontamente, se empleen los caudales que al señor obispo le han llegado desde la Villa y Corte para cambiar los travesaños de portones y ventanas y remediar otros males de su inhabitada residencia. Porque si algo teme el mago es que las corrientes minen totalmente su estragada figura y ni voz siquiera le quede para acompañar nuestros plácidos paseos bajo la muralla con sus cadenciosos gemidos.
Nadie sabe cuánto tiempo permanecerá encaramado en la cruz de la techumbre, y si retornará por las gárgolas a las bodegas coronadas por el foso; y menos aún podemos predecir qué ocurrirá cuando, prontamente, se empleen los caudales que al señor obispo le han llegado desde la Villa y Corte para cambiar los travesaños de portones y ventanas y remediar otros males de su inhabitada residencia. Porque si algo teme el mago es que las corrientes minen totalmente su estragada figura y ni voz siquiera le quede para acompañar nuestros plácidos paseos bajo la muralla con sus cadenciosos gemidos.
Encaramado,
cercano a la veleta,
suspira el mago.
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Javi Rillo caricaturero. El caricaturero total, Cartoon club (es un blog):
http://www.cartoonclub.es/blog_es/2014/03/javi-rillo-caricaturero-el-caricaturista-total/
Javi Rillo, falleció el 25 septiembre de 2010
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11, octubre, 2014
El corredor de los gatos

La querencia por los perros cada vez es mayor entre mis convecinos, y cada día saludo a uno que, de nuevas, acompañado va no de un perro común, sino de un perrito de fina moda, medio blanquito-medio plateado. Sin embargo, aunque carentes de cualquier mimo, a mí me resultan más agraciados y avizorados los gatos que viven libres en el corredor suroeste de la ciudad: desde el entorno de Puerta Obispo al jardín de La Sinagoga, cualquier mañana, hasta que se desperezan los astorganos por esas calles, los ves tomar el sol, cruzar las calles, otear si abren unos postigos desde los que han de arrojar viandas o mendrugos de pan. No toda la pitanza cae de las ventanas porque cuando alguien posa un papel de periódico con restos de comida junto a la verja de entrada al Jardín, la cercana a la Biblioteca, empiezan a transitar por los lomos de los muros que bordean ambos parajes, y no se tiran presurosos, sino que bajan con elegancia, como quien está acostumbrado a cierta hora a tomarse un refrigerio y descansar de la lectura.
Para mí que estos gatos libres, aunque cruzados, no andan faltos del pedigrí de los otros felinos que habitan las selvas, y son los más bellos pues conservan la prestancia del tigre, y del lince la piel de negro tintada y la despierta mirada. Cercano a la estatua del poeta Panero está uno, apostado junto a la puerta principal de su casa, y tan pronto alza la vista para ver las palomas que se asoman hacia la ventana de César Vallejo, como tensa el lomo, apunta las orejas y se apea del poyo; al acecho por si la paloma, además de bajar a beber agua a la fuente del niño bronceado, se distrae como una bobalicona con cualquier semilla del suelo. Y un poco más adelante, ante la pétrea fachada del Seminario, otro cruza tranquilamente la calle, pero al verme, se refugia bajo el parachoques delantero de un coche y me contempla como quien te tienta para burlarse.

El gato del poeta y el del cochero, a buen seguro, si me diese por obsequiarlos con una cesta de mimbre se enredarían en mis pies y se dejarían atusar el lomo sin la fiereza del tigre.
Cesta de mimbre
junto a la noble puerta
espera el gato.
4, octubre, 2014
LAS PALOMAS
DE CÉSAR VALLEJO
Aún a esta hora, cerca de las once, los peregrinos encauzan la senda hacia Santiago por la calle del poeta. Luce un sol espléndido, y el otoño se muestra remiso a anunciarse en los robles boreales que acostumbran, por estas fechas, a poner unas pinceladas de tinte rojizo en la abrumadora piedra blanca del palacio de Gaudí. El manto tupido que cubre el jardín delantero de la casa de los Panero se alza vigoroso a la búsqueda de la luz del sol. Es olor a lavanda, oigo que le comenta la peregrina a su compañero, mientras entorna los ojos hacia la verja, tentada a franquear las cancillas abiertas para mojar las manos en la peana de agua que el niño bronceado sujeta en la cercana fuente, y a refrotarlas después en esa planta tan amada por la diosa Diana. No es momento de detenerse, dice con su silencio el compañero, que sigue impregnándose en su rápido caminar con este aroma.

Las palomas, sea por azar, o por querencia, toman a esta hora el sol en la cumbre de la celosía que un día abrió César Vallejo para respirar el aire de Astorga, ese que venía timbrado desde las torres catedralicias, porque entonces, sí, eran los campaneros los que marcaban la danza que anunciaba la plegaria. Más será por querencia, porque las palomas revolotean en la poesía de este “indio de raíces eternas”:
La vida, esta vida
me placía, su instrumento, esas palomas...
Me placía escucharlas gobernarse en lontananza,
advenir naturales, determinado el número,
y ejecutar, según sus aflicciones, sus dianas de animales.
No ha de ser lejano el día en que se abrirá de nuevo la celosía mallorquina y entrarán a la habitación las palomas para dejar en sus paredes sus poemas y el soplo de su “caliente ceniza”.
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21, septiembre, 2014
NO HABRÁ CORONA PARA EL LADRÓN
Fueron los Procuradores de la Tierra , y no las vecinas de Sancti Spiritus como es tradición –y tanto para la ida como para el retorno a la Catedral–, quienes en la pasada noche acercaron la Virgen coronada al convento. Bien de mañana, a las seis y media, volvió a la Catedral, por la atención de las monjas, inmaculada. Los mozos de los pueblos retiraron las varas de los pendones de la capilla de Santa Teresa y desplegaron los paños de seda en el corredor monumental. Cuando se inició la romería hacia el santuario de Castrotierra, a las siete y media, apenas había alboreado. Son estos momentos siempre de gran alborozo popular: suenan como aldabonazos en la noche los toques de la campana María, se izan los pendones, cantos y oraciones se confunden con los sones de la Banda Municipal y una muchedumbre está arremolinada en las calles; hasta las autoridades locales y el Cabildo se ven envueltos en un torbellino que los obliga a caminar con ligereza. No ha abandonado la Virgen los dominios de Astorga y el pendón de Santa Marina, al que corresponde encabezar la romería, ya alcanza la cima de Celada. El toro de Cuevas, sin la marca Osborne, impera plantado en la cima con su gran silueta negra y sus astas alzadas, y esperar parece a una comitiva que blandea paños de mezclados colores, verdes, blancos, pero también carmesíes.
El pendón es la seña de identidad del concejo; para algunos pueblos, ya sin escuela, con pocos mayores, recoger la vara, colocar el paño, apresarlo con las manos, izarlo al viento en la fiesta sacramental o en esta romería es un grito de supervivencia, apresar un pasado, cuando en el campo se oían los cantos de siega por los caminos y en las eras, y se acudía a la facendera. No hay pendón sin una piña de vecinos a su lado, algunos con castañuelas, la flauta y tamborín, incluso con gaita melosa. Los jóvenes se afanan por ser los mejores porteadores y los mayores manejan con soltura los remos para que el pendón camine arrogante, con su seda extendida al viento; y hasta hay mozos que los bailan y arriesgan otras proezas, para merecer honrilla, y, si es caso, atención de las mozas, nada extraño, pues ya en las antiguas cantigas galaicas las romerías fueron andadura de requiebros.

Se avecina en las lomas reverdecidas del Santuario, ya a esta hora con tenderetes de feria, una tarde ‘asoleada’, de pitanza campestre y bucólica danza. Esta noche no tendrá el hurtador, si después de 38 años aún viviere, oportunidad de despojar a la Virgen de su nueva corona.
A su Santuario
aún sin el rostrillo
la Virgen va.
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20, septiembre, 2014
La corona de Santos
tiene un misterio

crear tú.

Vuelvo a la Catedral. Como es casi mediodía, las vidrieras de la capilla de San Miguel lucen un intenso cromatismo, dorado, rojo y azul, por eso ya se pueden apreciar bien los atributos del apóstol Santiago; observo a tres jóvenes peregrinos que, mochila al hombro, ya avisados, alzan los ojos hacia el santo y después se muestran sorprendidos no solo por las altas bóvedas que miran complacidos, también por la ola de gentes y el murmullo de las oraciones confundido con sones de órgano. No hay devoto que no se pare a contemplar de cerca la corona que ya no verá más tan cerca. La miro y remiro, imagino a Santos con una pieza y otra pieza, repujándolas, cincelándolas, soldándolas, amarrándolas con tornillos, y en su mente toda ella recreada. Y sigo pensando que no está a mi alcance desvelar el misterio de sus cuatro ‘notas’, ni el de sus manos.
A Castrotierra
retornará.
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14, septiembre, 2014
CENCI Y LA CUÁDRIGA DEL CIRCO ROMANO
Hacia Santiago, de Astorga hasta El Ganso, las lomas son suaves, y en esta mañana de domingo, a mediodía, una baja vegetación se recuesta bajo un cielo envejecido de cinc. Falta un día para mediar septiembre y todavía suben unos cuantos peregrinos, jóvenes, o de avanzada edad pero con brío. Un pelotón de varones peregrinan en bicicleta, y según voy remontando con mi pequeña Piaggio, me van saludando; ninguno parece querer apearse, pero la cuesta, curva tras curva, cada vez es más pronunciada y, cerca ya de Foncebadón, a algunos se les tensan los gemelos de las piernas, y culebrean entre los dos carriles de la calzada para aliviar un poco el esfuerzo. Les digo: “Tened cuidado, que los de Madrid vienen acostumbrados a conducir deprisa y os pueden llevar por delante”. Sonríen todos: “¿Los de Madrid?”. Y les comento que el peligro ya no es tanto, pues en estos pueblos la vida en verano es bulliciosa, de portalones abiertos, con niños en las calles y fiestas patronales con tamborín y castañuelas, pero que, próximo el otoño, se entornan muchas puertas y contraventanas, y aunque no sea de noche apenas se ve un alma.

En los dominios de Labor de Rey, habíamos estado un grupo de amigos el 17 de mayo porque Paco Panero, después de pasearnos por senderos malvas y de retamas almidonadas, nos otorgó un rato de tregua para tomar un refrigerio. Y como aquel día no hubo tiempo, a eso he venido, a ver quién regenta esta insólita caravana, solitaria en medio de este paraje casi en la linde con El Bierzo, aledaña a la torreta de transmisiones del Ejército y convertida en Bar Móvil-La Parada. “Juanjo, ¿no me conoces?”. Para mi sorpresa es Cenci, Inocencio Alonso García, de Santa Clara, de la familia de los Vinagre. Nos las vimos en su día cuando yo era novel en las aulas, pero ahora asombrado estoy con la lección que me imparte: han pasado más de dos décadas, vive con su familia en Lucillo y ha convertido una caravana, con la que llega cada mañana y retorna con ella al atardecer, en un bar para los peregrinos donde no falta el botellero, el frigo, la cafetera, el pequeño mostrador de acero, ganado por el vaciado de un lateral, mesas y sillas. Y un toldo, donde nos guarecemos todos, pues esas nubes que están cuajadas en su cima, y que se deshilachan por poniente en las cumbres del Teleno, han roto aguas con truenos. Una nonada si comparamos este temporal con lo sucedido en pleno julio cuando en la propia explanada aterrizó el helicóptero sanitario para recoger a un peregrino que se había clavado un manillar en el brazo; las aspas levantaron en su ascenso una polvareda, volaron las sillas y las mesas, y, en medio del rugido, bien parecía que el bar-caravana iba a ascender como un globo aerostático. “Todo esto lo he pensado para mi hija Andrea, que está en paro, y esto puedo ser un poco un medio de vida”.
Me viene a mientes, en el retorno, su hermano Pepe, con su cuádriga en los primeros años del Circo Romano, la plaza de toros exaltada, jaleándolo, para hacer valer que su valentía era de cuño netamente astorgano. Junto a la Cruz de Ferro, una pancarta, bien tratada, constata también la precariedad en que muchos viven: “BRIF en lucha. Por una categoría profesional. Bombero forestal, ya”. Y es que no hay que distraerse: en los sitios de mayor belleza, son más patentes los sentimientos y las carencias que tantos hoy en día padecen.
En Labor de Rey
ya no asusta al romero
el vendaval.
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GORGORITO ATIZA,
QUE NO MATA
En la primavera de 2010 Antonio Morales Bayo elaboraba el molde de Gorgorito, en barro primero, y posteriormente en escayola. Cuatro años después, en esta mañana festiva, contemplo en el Jardín su cuerpo de aluminio sobre un pedestal flanqueado por los madroños, obsequio de la Villa y Corte, al norte; el imponente cedro que pervivió a la grafiosis por el sur; y gran variedad de árboles en sus costados: un árbol del paraíso, un almez, un nogal americano, y tilos, álamos, plátanos y robles. Y aunque la umbría a las diez ya domina este primer cuadrante, uno no puede evitar, al contemplar el ya robusto porte de estos árboles, traer a la mente aquellos otros, negrillos, que vio cortar y después arrancar sus raíces; y ruego nadie considere que tal peste fue algo baladí, pues los astorganos quedamos huérfanos de nostalgia y de verdor, y el parque romántico vejado en un inmenso cráter. Tiene que ser difícil conseguir en frío material la inocente y franca sonrisa, la vivacidad que Gorgorito condensa en sus ovalados y saltones ojos, en su dilatado globo, y, asimismo, en sus mofletes encarnecidos; eso pienso mientras lo observo de espaldas, con Espinete en el otro flanco al acecho, y lo veo impaciente porque la gran bancada que un día, en gran parte, fabricó la Escuela Taller y que le antecede se pueble de niños.
Los herederos de Maese Villarejo llegan poco después e instalan en un periquete el retablo para la función: practican las voces de los distintos personajes, entonan el acompañamiento musical, y dejan tendido el teloncillo rojo y bien tenso el faldón frontal azul, para que ni el menor doblez desmerezca el colorido del arlequín en él estampado. Un rato antes de la una la gran bancada está poblada de niños, y tras ellos, vigilantes y nostálgicas, otras dos generaciones, la de sus padres y la de sus abuelos, porque Gorgorito, con breves interrupciones, nos alegra las fiestas desde hace más de cuarenta años. Hoy, jueves, no va a aparecer la bruja Ciriaca, porque los malos son los piratas, que se han adueñado de un botín y llevan cautiva a la princesa Rosalinda hacia la Isla de las Tortugas. Como el rey, su magnánimo padre, envíe su escuadra para liberarla, el capitán Pata Chula ordenará a sus piratas que le corten a la linda princesa, sin duelo, sus rizos de oro. Y no puede ser, no, porque Gorgorito, auxiliado por su hermano Garrafito, y con la complicidad de los niños, que le avisan y avisan del peligro con “¡quiquiriquí, quiquiriquí!”, maneja la estaca una y otra vez, hasta dejar patidifusos y fuera de combate a estos codiciosos bandidos. No ha sido una batalla cualquiera, porque los piratas eran muchos, con ojos revenidos, muy peligrosos y mal encarados, así que bien merece el fin de la función “Té, chocolate y café”.
Vuelve a la soledad el Jardín, pero guarda el eco de los gritos implorantes de los niños, sus aplausos de triunfo, la musiquilla cascabelera y tararirera, las voces rabiosas de los malvados, serenas de los dos bienhechores, y tal parece que bajo esta arboleda hubiese sucedido algo apacible y maravilloso. Porque, sepan los quisquillosos, que Gorgorito, atiza y atiza, pero no mata.
En el Jardín
Gorgorito atiza
pero no mata.
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23, agosto, 2014
¿QUÉ ES UNA CIUDAD SIN CATEDRAL
NI PLAZA PORTICADA?
Llegan las fiestas y la programación no concede tregua. La ciudad, cuajada en sus arterias de coches, tiene ocupados los recintos peatonales con escenarios, barracas y caprichosas culebras pintadas en el suelo para conducir por ellas las chapas indultadas de la botella de cualquier licor. Los chavales participantes en este torneo chapista sueñan con el premio de una bicicleta, que los llevará por otros meandros de asfalto, incluso por escarpados riscos. Y suena la música, suena como nunca en la plaza Mayor porticada, esta noche del viernes, con la Banda Municipal , a la que ninguna composición se le resiste, con este repertorio de pop-rock que llena de añoranza a los que eran adolescentes en los años sesenta; momentos hubo de deleitosa confusión de sonidos, de los de viento, y otros surgidos de instrumentos eléctricos, cuando a la pléyade de la orquesta municipal se unió el veterano grupo Europa con sus trajes plateados. Importa también la atmósfera, ese vaho que los potentes chorros de luz proyectan sobre el escenario y que dejan a la muchedumbre asistente con su intimidad en la oscuridad de la Plaza.
Si en la Plaza los sonidos se expandían y enmudecían las coplillas y seriales de las cocinas y obradores cercanos, este sábado en la catedral la música parece que no tiene órgano emisor; es como si todo el espacio bajo las inmensas cúpulas fuese una resonancia; que los treinta y dos gigantescos pilares no interrumpen, sino que, a buen seguro, también de igual manera tal armonía se disfrutaría al pie de las altas nervaduras que en haz nacen de los altos arcos ojivales para coronarse en el centro de cada bóveda. Gran acierto ha sido el de los Amigos de la Catedral , al dotarnos de una pantalla en la que seguir ese otro compás, el de los pies y de las manos, que requiere un órgano recio y mecánico como el nuestro. Vemos al belga Ignace Michiels en la pasarelilla insuflando aire con los pies para que lo reciban los tubos de estaño, y es tal el brío de sus manos en los teclados, en los tiradores verticales, que la caja que contiene todo el aire, aunque ajado tuviese su forro de piel, no bajaría de presión un instante. Sí que están bellas, al caer la tarde, las vidrieras con sus tonos pálidos; recién doradas parecen las columnas de grutescos y vegetación, del primer cuerpo del Retablo, y así, con las imágenes en penumbra, nadie negar puede la querencia de Becerra por basas, columnas, molduras y capiteles, como si aquí hubiera querido demostrar al maestro Divino que nunca mejor discípulo hallaría.
¿Qué es una ciudad sin catedral ni plaza porticada?
Bella ciudad,
con plaza porticada
y catedral.
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14, agosto, 2014
“TENGO SED”
En el Paraisín del Crucero de San Justo, donde la leyenda atribuye al santo que desafió a los díscolos priscilianistas, Toribio, haberse sacudido las zapatillas para desprenderse hasta del polvo de esta sede episcopal, Pepe, el Cura, mima cada mañana las 87 especies de árboles que ha plantado en este paraje, hoy un pedregal y algún día corona frondosa. Aún no aprieta el calor pues rondan las diez, y Pepe, mientras realiza sus faenas de riego y auscultación de los 110 arbolillos, a todos los peregrinos, italianos, coreanos, franceses..., en diversas lenguas da la bienvenida, con la misma familiaridad con que ejerce de párroco en Sueros y en su contorna. Los peregrinos no pueden evitar ante la cruz con gradas cubiertas de guijarros extender la vista hacia un horizonte donde las torres catedralicias y el palacio de Gaudí imperan sobre dos abigarrados caseríos, uno recostado al amparo del Teleno y el otro asentado en la cercana vega, seccionados ambos en su mitad por la frondosidad de la chopera del río Tuerto. Al cercano pago de la Judiega, donde los espera para saciar con ellos la sed, desde hace unos días, un peregrino sin nombre junto a una antigua fuente, se llega por una remodelada cuesta, flanqueada por bodegas y viñedos, encinas y matorrales. “Tengo sed”, figura en la placa fijada a sus pies, y aunque su armazón es de bronce, es tal el detalle de su hechura que sientes la tentación de palpar los pliegues de sus prendas mayores, las cañas de sus calcetines, la vieira milagrosa del príncipe que de las aguas rescató Santiago... Los romeros giran el pomo de la antigua fuente leonada, y al tiempo que sacian en ella su sed vuelven su cara, pues el peregrino sin nombre los acompaña vertiendo de su calabaza el mismo manantial, con la expresión propia de quien siente en la boca el regusto del frescor después de una larga caminata. Así es, alma tiene, porque mientras bebe de su calabaza ensimismados están sus ojos, como si invitar quisiese a saciar cualquier deseo, cualquier añoranza, quizás a condensar en un instante la andadura de la vida, la sed de cualquier caminante. “El Caminante”, obra en bronce también de Sendo, emplazado en 2011 como el triunfo de la materia y del espíritu frente al fuego, los aguarda con su rostro expresivo y su maleta en el próximo altozano, la Puerta del Sol de la ciudad episcopal; presto a continuar con ellos una senda por montañas de oro en las que el dios Marte fue adorado, anacoretas y templarios se abandonaron con arrobamiento a la llama del cielo y donde en el albor de la nueva era, para la cristiandad, hacia el Finisterre, desbrozó sus caminos el apóstol Santiago.
Bajo el Crucero
colmarán los romeros
su propia sed.
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8, agosto, 2014
EL LORELEI DE CRISTINA YA NUNCA NAVEGARÁ

Está el Lorelei
anclado para siempre
en este mar.
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5, agosto, 2014
LA CARACOLA DE LA MADAMA
La playa atlántica de Silgar es como un arco de tiro con una atractiva diana: la Madama del escultor Alfonso Vilar, asentada sobre el peñasco del Corbeiro. A ella acuden los bañistas para descifrar su sentido celta y oír los ecos de la caracola que, en sus manos, ofrece al mar. Del pueblo antiguo, con sus casas marineras gallegas que bordeaban la playa, nada queda: el paseo marítimo, propio de los que se han dotado en época democrática las poblaciones costeras, está flanqueado por anodinos edificios modernos que repudian el grato olor a salitre, incrustado desde la antigüedad, por tanto trajín comercial, en los peñascales que brotan en días de bajamar. Cae la tarde y por poniente declina el sol; en el paseo, dos tipos de viandantes: aquellos a los que se ve exquisitos y refinados, por sus atuendos conjuntados, su piel cuidada y su pelo atusado, y el resto del común, aseados, senda arriba, senda abajo, repitiendo sus acostumbrados paseos dominicales por las ciudades. Aunque a simple vista pueda parecer que tal multitud es un paisanaje mestizo, nada más lejos de la realidad, pues los refinados no van y vuelven, sino que entran o salen del coto del puerto deportivo, donde ancladas están sus sofisticadas embarcaciones. Si no fuera por este sol que en su declinar como bien se puede apreciar broncea el mar, lo dora y lo hace refulgir; si no fuera por las gaviotas que se acercan a ver si las aguas en su balanceo han depositado algo de carroña o un bocadito olvidado por cualquier amante del sol; en fin, si la Madama no estuviese alerta para recoger en su caracola los suspiros de los náufragos de la mar, esta playa de Sangenjo no tendría otro encanto que su arena blanquecina y su leve oleaje de vetas verdes y azuladas. Y no sería nada especial, pues tal belleza se puede apreciar en toda la costa que las rías remansan desde el inmenso océano.
La caracola
de la Madama acoge
la voz del mar.
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27, JULIO, 2014
Campamento astur-romano. El Melgar, Astorga, 27, julio, 2014 |
Luce, pasadas las diez, ese sol de julio, incandescente, mañanero, que apura el rosado de la torre nueva catedralicia e impregna de miles de chispitas blancas el granito del palacio episcopal. Cuantos pasan por delante del edificio anejo al Palacio, y que ahora es su sede administrativa y residencial, no se fijan en la puerta principal, enramada, aún a esta hora bellamente enramada en honor de Leticia, porque ayer fue día de fiesta y de boda en esta casa compartida por Baudilio y Paquita, los entrañables caseros del Palacio. Varios grupos están sacando sus entradas para ver esta suerte de castillo encantado que no pudo rematar Gaudí. Pasean plácidamente por los jardines, y se llaman unos a otros para que nadie quede ayuno de ver, desde el alto mirador amurallado, El Melgar con las chozas, pallozas, tiendas campamentales… Los astures y los romanos duermen en sus aposentos (no pocos decorados con el 'art-decó' del Punto Limpio), alguno a la intemperie, después de una tarde de gladiadores y de carreras veloces con cuádrigas y literas en un coso taurino lleno hasta la bandera. Los tres ángeles del Palacio, privados en su día de las techumbres en las que Gaudí los iba a aposentar para que conversasen con Pedro Mato, velan, con los atributos episcopales, tan singular Campamento. El mago del Palacio, que andaba ya alterado porque han flanqueado el foso de las bodegas que habita de andamiajes y travesaños para una restauración, se ha pasado la noche gimiendo, no con el gemido lastimero habitual, sino con sollozos esmerilados. Y es que la noche ha sido para él una noche toledana: por el humo de las barbacoas que se cuelan por los postigos y casi lo asfixian, por la música zumbona y platillera de los móviles, que si bien no ha reventado sus etéreos oídos dado su moderado tronido, ha sido tal el desafino que no deja de implorar a los reverendos canónigos que adelanten los días y las horas de los conciertos programados para que le lleguen, sinfónicos, los compases del órgano catedralicio. Ya cerca de las once, el mercado romano de la plaza de Santocildes tiene levantadas las trampillas y en las terrazas no se ven jóvenes, como en la mañana de la Noche Larga , solo viajeros, visitantes, y un nutrido grupo de franceses de Moissac, con quienes un día nos hermanamos porque nos une ese camino que es de peregrinación, es decir, de amistad y para no pocos de interioridad y consuelo. Sí que el cielo está azul y la atmósfera incandescente.
Velan los ángeles
El Melgar y enramada
la puerta está.
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25, julio, 2014
LAS CATAPULTAS Y LAS GRANADAS DE ZUMO
Catapultas. Astorga, 25, julio, 2014 |
Pompa de zumo
es la granada de
la catapulta.
17, JULIO, 2014
LA ARAÑA DE MARCIAL PASÓ LA ITV

La araña de
Marcial, qué bonita es,
qué bonita es.
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11, JULIO, 2014
ROLAND BANKA
Y ROCINANTE
A mediodía el Jardín presenta un aspecto espléndido: el césped aparece peinado como si un viento hubiese atusado su verdor. Los nuevos árboles ya han devuelto parte de aquella umbría que la grafiosis un día nos robó al devorar y desmenuzar en serrín los románticos negrillos. En el costado izquierdo los operarios del ayuntamiento, después de salvaguardar los restos de la antigua sinagoga, están acondicionando este espacio anejo a la Biblioteca. Se percibe el cielo más inmensamente azul, porque corre una brisilla aún fría e impropia de julio, que llega de un Teleno con rescoldos de nieve. Bordeando el foro romano, camino hacia la sala de exposiciones de la Biblioteca, se acerca un enjambre de niños atendidos por jóvenes: son como eslabones engarzados que culebrean imprimiendo colorido y vida a la calle cercana, la del sabio maestro y cronista don Matías. “¿De dónde venís”, pregunto, y me contestan que del atrio catedralicio, donde noveles intérpretes del Curso Internacional de Música les han ofrecido un conciertillo. Como a tantos, me gusta perder la vista en la sala alta de la Biblioteca, tan escueta, amplia y silenciosa, apreciar esos gestos tan pausados y reflexivos de cuantos gustan del estudio y la lectura. En el patio de su entrada principal me encuentro –algo verdaderamente insólito– con un visitante que come y alimenta a su burro, del que pronto sabré que se llama Rocinante. Es Roland Banka, que ha abandonado por un tiempo el país de las aguas termales. Observo con interés su aspecto magiar: una cierta corpulencia, la barba
cobriza, ojos claros, sonrisa franca y rasgos contundentes. Responde con gran amabilidad a mis palabras: a veces suceden imprevistos, perder el trabajo (es profesor de lengua húngara), la compañera, y entonces hay que andar y desandar los caminos para “ver lo que puede crecer dentro de uno”. Llegó a Estella en agosto de 2013, allí compró a Rocinante y caminó a Santiago. Este año ha vuelto en febrero a España, y en Muxía, como hospitalero, y en el campin de Fisterra ha pasado los meses precedentes; hay que ver lo que puede crecer dentro de uno, por eso ahora ha recogido a su pollino del monasterio en que lo ha tenido largo tiempo hospedado y juntos han bajado por el Camino para volver a Santiago y retornar de nuevo a la Costa de la Muerte, al Mar Tenebroso de las leyendas. "¿Te ha llamado la atención algo de Astorga?". Y me contesta que pasa por las poblaciones y cada una de ellas, también la nuestra, tiene un espíritu especial, que ahora está disfrutando. Nada más llegar a casa siento necesidad de satisfacer mi curiosidad por saber algo del espíritu de su ciudad, Miskolc, la tercera de Hungría, en razón de la población. Y me gustan los tranvías que circulan por sus calles, con casas de color pastel y ornadas de flores.
han llegado el magiar
y Rocinante
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21, junio, 2014
La Plaza, ay qué Plaza
Son algo más de las siete de la tarde, y en este sábado, solsticio de verano y de los esponsales de Júpiter y Juno, el sol traza sobre la fachada consistorial una hipotenusa que deja sombrío el portalón, pero incandescente el símbolo de la fecundidad: la rama de roble grabada en el escudo de la torre derecha. Abraham González dirige con contenida maestría las Bandas del Conservatorio y de la Escuela Municipal. Sentados en nuestras sillas blancas apreciamos que los compases tienen esa impronta vibrante de la juventud. Por la Plaza no deja de transcurrir un río de gentes, cercanas unas, y otras venidas por el Camino de Santiago desde lejanas tierras del Oriente y del Occidente. Aleluya, cantautor de quejíos urbanos, no tiene en las manos hoy la guitarra; se ha acomodado en un lateral y está en misa y repicando, es decir, al tanto de Radio Marca y de las propias Bandas. Bajo los soportales Francisco Carro transita arrastrando el tractorillo en el que va subido su hijo Baltasar, y se desliza sin envarar el cuerpo, sujetando en las manos un bramante que apenas se tensa ante un peso tan dulce y liviano. Es una tarde plácida, de satisfacción de la honrilla local, pues al tiempo que celebramos el Día de la Música, de la Eragudina llega el eco de las ovaciones por el ansiado gol. Repica el gong dorado este ansiado gol, el de la victoria verde del Atlético Astorga. Acompañado de sus hijos, don Gerardo se acerca a las Bandas, escucha sereno, con esa templanza propia de quien ama las melodías profundas de la ciudad. He dicho tan solo don Gerardo, y no Gerardo García Crespo, porque hay astorganos que han sido tan bienhechores, que los identificamos así, con su neto nombre. Nos basta y complace oír su simple nombre: esa es su grandeza.
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7. junio, 2014
El ATLÉTICO ASTORGA HOY: UNA PROEZA
Los jugadores atléticos se disponen a iniciar el partido. |
Había que pasar de marea baja a mar bravío, en el campo primorosamente cuidado de la Eragudina. Sagrario González, la presidenta que ha imprimido al club una savia eficaz, de pie frente a las gradas transmitía seguridad y dejaba al entrenador Carlos Tornadijo hacer su trabajo. Magín con el tambor zumba que te zumba carrerilla arriba y abajo. Parecía imposible remontar los cuatro goles del CD Mensajero. Pero con el primer balón colado por Ivi se produjo un hechizo, la conjunción del Sol y de la Tierra, y como si fuera noche de Luna Nueva los jugadores del Atlético alcanzaron el estado más bravío, el propio de los océanos. Otros tres goles, la prórroga, los penaltis y el definitivo chupinazo de Taranilla. La mirada angustiada de Luis, el portero del Mensajero, hacia ese último balón que apenas se percibe incrustado en el centro de la malla, con su cuerpo recién caído junto al alero, fue el instante del reconocimiento del fracaso de su equipo y la explosión del numeroso público asistente, que, como un resorte, se echó al campo a abrazar a Taranilla (invisible quedó su cuerpo a no ser su número 8), a los jugadores atléticos y a sus directivos. Una ráfaga de sol peinó el inmenso césped, de suerte que ante nuestros ojos lo que resplandecía era una inmensa lámina chispeante y verde. Pronto el mar no será una metáfora de coraje y bravura, sino la marea cántabra en la que habrá que lidiar la próxima batalla: la del Campo de San Lorenzo. Y retornar junto a los laredanos a este campo tan primorosamente verde, para alcanzar la gloria, digo el triunfo verde.
Verde es la tarde
en este verde campo
de triunfo verde.
El gol definitivo de Taranilla en el periodo de penalti |
El gol de Taranilla provoca que desde todos los extremos que bordean el campo fluya un río de gente. |
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Texto, 9, mayo, 2014
ES PRIMAVERA

En marzo en este valle no se veía un alma, y cundía la soledad en un labrantío agostado y marchito. Pero estos días está cuajado de verdor, y los labradores de San Román en la urdimbre ‘desbrotan’ el lúpulo, seleccionan tres ‘guíos’ que se encaramarán por cada bramante como un hábil trapecista para, en agosto, alcanzar la cima y florecer. Es primavera.
en la urdimbre del lúpulo
deja tres 'guíos'.
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ADIÓS LUIS...

Una ciudad, la nuestra, es su paisaje y paisanaje. Encontraron a Luis Blanco García con los ojos cerrados para siempre en la casa familiar de Padre Blanco; mañana (13 de mayo, 2015) le darán sepultura. Un buen tipo que decía que el "misterio es respetar la naturaleza propia y ajena". Le había prometido darle, impreso, este artículo, que escribí sobre él el año pasado en el Blog; recoge algunos datos de su interesante vida al hablar de una escena cotidiana en la muralla. Pierdo en invierno y verano su estampa peculiar cuando suba y baje del instituto: hiciera frío o calor siempre con una simple camiseta, haciendo flexiones cara al Teleno o sentado en un banco al final de la muralla. Nos saludábamos casi todos los días. He pasado el citado artículo (del apartado "Texturas...") a la página principal como un sentido homenaje.
16, abril, 2014
LA VIDA AHORA ES MUY BANAL
No me extraña que Adrián, con 13 años, se plante así, y con chispa su hermana, de nueve, ante nosotros, pero me sorprende su templanza, dado que en el aula, por estar acechándole la adolescencia, lo reprendo siempre con el hormigueo en el cuerpo. Las vendemos, me dice; bueno, pues dame dos, le contesto. Y Celia me ofrece toda suerte de explicaciones de cómo primero compra en Los Chinos una bolsa de pequeñas gomas con un broche doblemente argollado y transparente, y después en casa, con dos lapiceros, va trenzando las cuentas, con una selección muy cuidadosa de los colores. ¿Y qué tal hoy, Celia?, pues hoy, regular, y ya nos vamos para casa (acaban de sonar las dos la tarde), pero ayer, en el mercado, vendimos muchas.

Así fue: con 17 años ejercía de descargador, de camiones, de las mercancías que llegaban en vagones a la Estación del Norte; a los 29, en Ginebra de “garçon” de cocina y de cocinero, de confitero y como pulidor-decorador en piezas de relojería. En 1981 volvió para la casa familiar de Padre Blanco. No eran años malos, me dice, pues encontró empleo en la poda de pinos, en la reparación de las carreteras con la Diputación, y, finalmente, los seis años últimos, hasta alcanzar la prejubilación, con 55 años, en el gimnasio de su hermano José.
El misterio, me insiste Luis Blanco, está en respetar la naturaleza propia y ajena, y aprovecharse del agua, esa agua templada o gélida con que se lava cada mañana en la pila de Padre Blanco; en el gusto por zambullirse desde pequeño en cualquier río o regato del camino, o en el inmenso lago de Ginebra, el Lago Lemán, también en invierno, ante un hermoso valladar de gigantescas montañas nevadas. ¡Aprovechar el agua!, ¡y disfrutar la nieve!, la de las montañas del Lago, y esta del Teleno, ya casi diluida mas aún perceptible en la lejanía. “Pero, Juanjo, ahora la vida es muy banal...”. Y le vuelvo a replicar: “Que no, Luis, que no, que en Astorga aún no”.
Con pulserillas
el sol disfrutan Luis,
y Adrián y Celia.
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10, abril, 2014
UN VIOLÍN ANTE LA BOTICA DE PRIMO NÚÑEZ
Han colocado la nueva cruz con el sudario en la Plaza y tanto pica el sol que abrasa la cara; es este sol que parece polvoriento y que anuncia escasa lluvia y tal vez ruido de tormenta. En el soportal del noreste —son algo más de las dos de la tarde—, junto a la antigua botica de carameleras y tarros, un violinista de edad madura, impecable en el vestir dentro de la humildad, está interpretando canciones de su tierra rumana, quizás “La danza del bastón”. El estuche del violín reposa abierto en el suelo, y apenas tres euros por él depositados refulgen en hilillos de plata. Los pocos visitantes que en las terrazas resguardan medio cuerpo del sol no aprecian su serena postura, su manera de sostener el arco sin apretura. Es un hombre maduro, de nombre Aurelio —en español, me dice– que reside con su familia en Cáceres, y que ha subido, ciudad tras ciudad, por la Vía de la Plata, a probar fortuna en esta calzada milenaria. Y mientras acaricia el violín compruebo que está a gusto en esta plaza nuestra presidida por Colasa y Zancuda, y que se ha colocado en un lugar donde los sonidos llegan al oído limpios, como una ensoñación, quizás la que él siente mientras añora su tierra de aldeas medievales, iglesias fortificadas y castillos embrujados. No me he atrevido a preguntarle cómo se siente entre nosotros, cuáles son sus penalidades, pero he atisbado por su interrogante y serena mirada que su violín, ante las dificultades y las alegrías, es para él gratificación y consuelo.
Suena en la plaza
de Colasa y Zancuda
un violín dulce.
un violín dulce.
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5, abril, 2014
ME FÍO DE LAS CIGÜEÑAS...

Me gusta la palabra cigüeña, y que el hablante desestime el término cigüeño (por su mal sonido, no tan chirriante como el de los actuales necios en el uso ‘cursilero’ de la “o” y de la “a”, y cuando no de la arroba). Esta pareja esta mañana se recreaba en lo alto de la chimenea para celebrar que la hembra está a punto de depositar los huevos: extendían las alas, bailoteaban, crotoraban afinadamente pico con pico, y se solazaban cara al nuevo sol que para quedarse llega. Pronto los veremos solitarios buscando alimentos por los fangos y las praderas, pues se alternarán en la incubación de igual manera.
Me fío de las cigüeñas cuando anuncian la llegada del sol. Por eso, porque a esta mañana tan amorosa sucederán días luminosos, he plantado un peruco, ese árbol de pequeña fruta sabrosa, común antaño en las huertas pero hoy en el olvido, y que Genaro Prieto me ha dado injertado y con un recital de instrucciones. Le he apretado bien la tierra, y ¡rediez! apunta al cielo como un tridente alanceado; he de estar muy atento porque es mucho su brío cuando prende, y deberé amputar los brotes de su tronco para que, llegado el día, concentre los peruchos en su copa. Pues así sea.
Huevos pondrá
en lo alto la cigüeña
pues bailotea.
ceremeño, cermeño / cermeña, cermenia, seremeña. De Tagarabuena.
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1, abril, 2014
ESTOS SAUCES DE PRIMAVERA NO SON LLORONES...

en ti la Eragudina
savia es de vida.
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25, marzo, 2014
¡EL CIRCO, EL CIRCO, QUE VIENE EL CIRCO!...

Aunque anochece algo más pronto que otros días, en esta tarde de aguanieve, Francisco de la Torre, director del circo Coliseo, sigue subido a su grúa elevadora enderezando y asentando en el suelo las diversas torretas que sujetarán las inmensas lonas, de bandas azules y blancas, para que los astorganos y visitantes asistan con confort al mejor espectáculo del mundo. El Melgar, en su parte no urbanizada, es un conglomerado de vehículos: máquinas para el montaje, camiones con enormes remolques que albergan bien todo tipo de útiles, herramientas y vestuarios, o diversas clases de animales, además de varias caravanas-vivienda bien equipadas.
Siempre me gustó tanto el montaje del circo como el propio espectáculo: de la noche a la mañana personas errantes levantan un inmenso casquete, colocan las gradas, y un escenario donde acróbatas, payasos, domadores de tigres, osos, elefantes y leones, equilibristas, bailarines... ofrecen un espectáculo en el que el ritmo, la música y la variedad son su sustancia. Antaño se asentaban en la plaza del Ganado nueva (la manzana de los antiguos Ambulatorios) y los niños estábamos pendientes de qué parte de la lona era más vulnerable para, una vez que cesaba la vigilancia porque ya había transcurrido una buena parte del espectáculo, colarnos bajo las gradas; había a veces que esperar, con mucho temblor, bajo aquel enjambre de pantalones y de medias, pero nunca faltaron adultos que nos cogieran las manos para elevar nuestro pequeño y flexible cuerpo; y, como nos introducíamos como serpientes entre los escalones, además se veían obligados a realizar todas las operaciones necesarias hasta dejarnos acomodados como a los demás espectadores.
Francisco me repite una y otra vez, con algunos aditamentos en italiano por su infancia en la nación de la loba Luperca, "anunciamos lo que presentamos", "somos los únicos que tenemos lobos de Siberia", "los únicos con un temerario" (un acróbata) que voltea en las alturas sin red de seguridad... Me cuenta y me cuenta cómo los animales que tienen, igual que él mismo, han nacido en este circo, como los bisabuelos, me cuenta y me cuenta de la vida dura de sus artistas, porque, ¿sabes?, ya nacen con este gusanillo, y yo no dejo de escudriñar qué parte de la lona será vulnerable para sufrir de nuevo un temblor bajo una nube de medias de cristal y holgados pantalones.
Ruge el león,
lo oigo bajo las gradas,
con gran temblor.
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17, marzo, 2014

LAS CIGÜEÑAS QUIEREN SU FESTÍN
Declina la tarde con un sol anaranjado que anuncia la primavera. Urge meter bajo la tierra, para que se pudran, esos desechos del maizal, que han quedado en la finca como si un gran ciclón hubiese arrastrado por ella sedosas barbillas, olotes con celdillas sin granos, hojas quebradas y tallos seccionados. Tal es la desolación que ha dejado la cosechadora el día anterior, cuando con su gigante cabezal de puntones largos hizo trizas las plantas, almacenó el grano y sepultó bajo tierra las estériles raíces seminales. La vertedera del tractor avanza volteando la tierra sin apuro alguno y va dejando surcos accidentados en brillantes parábolas convexas. Estos parajes cercanos a las Fuentes de Santiago siempre han sido frecuentados por las cigüeñas, y cuando otean que la tierra amarillenta empieza a cambiar de color, por efecto del arado, bajan ansiosas a por el manjar que les espera, sin miedo alguno al tractor que se mueve y ruge en su labor. No es menguada la ansiedad que las carcome, pero guardan la compostura en el porte y la templanza en el "captureo", de suerte que las atontolinadas `melucas´, gusanos y otros invertebrados desde su pico van cayendo al buche con una elegancia tal que para sí quisieran en la mesa los señores de la mayor alcurnia y postín.
Al recio arado
espera la cigüeña
para el festín.
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16, marzo, 2014
MORTEROS
DE SERPENTINAS
Esta mañana de domingo, pasado el mediodía, el sol en verdad que lucía y calentaba; el labrador bajó al portalón, cogió su tractor y le acopló el remolque para poder recoger en él, como si fuese una tolva, el grano de maíz. Al tiempo, en la pequeña vega de Astorga, seccionada en su mitad por la vía férrea, en la parte occidental, al pago de La Senra, la cosechadora trituraba los maizales. Antaño era preciso coger mazorca a mazorca, y enmadejarlas, para que, con aire y sol, el grano llegase a soltarse por el empuje de los dedos; hoy en día han instalado en Santa María del Páramo grandes secaderos, pero se hace preciso recorrer quilómetros con el remolque por carreteras, y vete a tú a saber qué peligros acechan, y pagar por tal servicio cuantiosa soldada. Impresiona verla avanzar, como un buldózer, con su cabezal que corta de cuajo las cañas y las engulle hacia dentro para en sus tripas hacer la labor de la trilla y de la criba. Cuando escupe por la parte trasera los desechos convertidos en virutas, es como una fiesta en la que se arrojasen morteros de serpentinas; y como en tal operación un polvo la envuelve parece que, oculto en el humo, se esconde un gigante que en cualquier momento puede amedrentarnos si llega a verse libre de la ceguera. Cierto es que el campo de regadío resulta escaso, una superficie acolchada poco más allá de la vía y de la carretera nacional, y que la Moldería Real riega generosamente. Aunque hay tierras en permanente baldío, aún se puede ver cómo ahora, también, se roturan los campos para nuevos sembrados, y nacen las mieses con un verde intenso para, más adelante, encañar en un filamento casi acuoso. Y el campo cultivado, en marzo, como en cualquier estación, está hermoso con sus paños amarillos, verdes y ocres humedecidos.
A la mazorca,
en campo polvoriento,
roban el grano.
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9, marzo, 2014. Piñata.
PEPITO GRILLO DESDE EL MELGAR CANTA VICTORIA



Si pedaleas temprano, la brisa fría se va templando, templando, y tu cara la humedece un vaho, que eso es, en ningún caso niebla o neblina, esa atmósfera nebulosa que nace de las tierras húmedas e intensamente rociadas, y que aprecias en toda su extensión desde el mirador de San Román, tanto en la vega, como en la ciudad y hasta en el Teleno. Puro embeleco esta nebulosa y este frescor, pues cuando el sol ya se ha desprendido de los altozanos orientales te arde la cara como si bajo la piel tuvieras alojadas las resistencias de un infiernillo. De vuelta a la ciudad, los caballitos, son casi las diez, aún no han echado a andar las ruedas, cadenetas y cojinetes; en las cabinas nadie dormita y ni un piloto de cualquier reproductor musical parpadea en esta mañana luminosa. Solo Pepito Grillo, en la generosa peana de su pulpo, está despierto, nada de extrañar, pues para forjar la conciencia de Pinocho, que esta noche la ha pasado con el Mago del Palacio para ver si le deja ver los planos perdidos de su contemporáneo Gaudí, es menester estar siempre alerta, como su lejano compañero de la velada festiva, Pedro Mato. En la plaza de San Roque una pandilla recoge para una bolsa los recipientes de las bebidas volcadas durante la noche, de Ron Negrita, ginebra, cerveza, coca-cola; otros, sin embargo, acaban de dejar su propia inmundicia esparcida en el suelo mientras caminan con ojos, de tan velados, blanquecinos; es esta una escena que puedes ir viendo por plazas, calles y parajes cercanos y que cataloga a los trasnochadores como personas u otro tipo de homínidos. Donde da de lleno el sol, como en ECO..., en algunos alféizares de escaparates, grupos de jóvenes esperan a quienes han llamado para que los vengan a buscar, y se toman tiempo, pues en todas las salidas de la ciudad los aguardan para que rindan cuentas en el alcoholímetro. Pepito Grillo, arduo defensor de este artilugio que nos pone mofletes, desde El Melgar extiende el índice en señal de victoria.
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8, marzo, 2014. Piñata
ROMUALDA...
Pedro Mato, 19 h, catedral de Astorga |
En calle Mérida Pérez, 19 h, con la vista de los ábsides catedralicio y gaudiniano |
Mario Rebaque con "a ras de suelo" |
A Romualda esta tarde de Carnestolendas la cautivó Pedro Mato. Danzaba con su grupo las marchas más festivaleras, sin recato, pues aunque vieja hay que ver cómo balanceaba los brazos si amarraba a un galán, y con qué garbo trajinaba las zapatillas cuando los tambores y las flautas elevaban el tono; ah, pero en el trance de una zapateta vio en lo alto al más apuesto caballero, Pedro Mato: ensimismada sacó de la pechera (después de aligerar la toquilla, de apartar el pañuelo de seda, echarse a la espalda el collar de cuentas de colores, tentar el mandil, acomodar el refajo para que la saya enlutada no se desparramara en el suelo), después decía de un sinfín de composturas sacó de entre los pechos el fotomóvil y se llevó grabada la imagen del fornido caballero que en lo alto de la Catedral, a las siete de la tarde, ya todo sombrío, estaba adornado por un aura de luz. Y no sin antes asentar bien los rulos y fijar con firmeza el cayado en el suelo, no siendo que Pedro Mato se volviese y con el temblor de su mirada terminara despeinada y estampada en el suelo. Cuando Mario Rebaque, minutos después, subido en sus zancos , con “a ras de suelo”, pasó pregonando la historia excelsa de la ciudad, a Romualda le entró un ardor que ni en los tiempos compartidos con Crescencio tuvo, al soñar que llevaba entre los dos pechos guardada la dedicatoria de un cortesano caballero. Que el Señor me perdone, se dijo, al tiempo que se persignaba.
En la Piñata,
¡ay!, se prenda Romualda
de Pedro Mato.
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23, febrero, 2013
“VERDES LAS HAN SEGADO”, ESO ME DICE
Le gusta meter las patas en el agua, y no tiene tampoco miramientos si se le moja la barriga. La llamo, viene presurosa, le pido que se acerque al pequeño torrente, así lo hace, la invito a que pase un nuevo “Rubicón”, “vamos, Blanca, la suerte está echada”, pero se vuelve y me dice con ese gesto terco, impenitente, que tiene cuando levanta la cabeza y la zarandea suavemente: “Verdes las han segado”. Ya lo he dicho, se llama Blanca, una perra con pedigrí: de padre desconocido y de madre con mezcolanza de labrador. No he podido averiguar más en su genealogía: si la suya es también una herencia de carea, de mastín, de pastor alemán, de perro ratonero... Muchas, tienen que ser muchas las razas que la anteceden, porque sabe ser placentera, no amilanarse ante cualquier pretendiente achulado, no ladrar si la ocasión no lo requiere y pedirte cuentas si no respetas sus hábitos; y, a mayores, cuando el peligro sobrepasa sus posibilidades, con dignidad sabe retirarse. Nada que ver con esos refinados perros que pululan, abandonados, más al final del verano, en los pagos desde la vía del oeste hasta la perrera municipal: algún bull terrier, alaskán, bóxer... Todos ellos deambulan de igual manera: si del primero fue el coraje, lo ha templado, si de otro fue la resistencia a la adversa climatología, el menor sofoco lo hace ponerse a la sombra, y si el bóxer imperó como el gallito de la manada, ahora se deja llevar sin resistencia alguna; todos se sienten con igual hechura.
Cosa curiosa: no veo en Blanca un especial interés por ninguno de ellos, y eso que aún conservan, pese a la penuria, ese estilo propio de quien ha vivido en casa fina, en el caminar, en el atusado del pelo... Pero son también eso, cuando están libres y se pueden aparear sin que les asignen consorte, perros con pedigrí: todo lo contrario de sus otrora dueños.
Cosa curiosa: no veo en Blanca un especial interés por ninguno de ellos, y eso que aún conservan, pese a la penuria, ese estilo propio de quien ha vivido en casa fina, en el caminar, en el atusado del pelo... Pero son también eso, cuando están libres y se pueden aparear sin que les asignen consorte, perros con pedigrí: todo lo contrario de sus otrora dueños.
Eso me dice,
verdes las han segado,
bajo el torrente.
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BUEN TIEMPO

(Foto 1.ª, 03/02/08:27; foto 2.ª, 05/02/08:32; foto 3.ª, 06/02/08:31)
Nieve, y cierzo
bajo el cielo amaranto
de este febrero._________________________________________________________
2, febrero, 2014
Poney, poney
El poni blanco
ir al circo quisiera
con su amplia crin.
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11, 01 / 2014
JOSE, EL AFILADOR


Aunque parezca que el chiflato de Jose, el afilador de Orense que hoy por la mañana rondaba las calles del Seminario, es un instrumento musical menor, con esa melodía de notas graves y agudas en retorno y un relampagueante arpegio final, nada más lejos de la realidad. El dios Pan seguía hasta esta mañana tocando en el río Ladón este instrumento, por él fabricado con las cañas de bambú en que se convirtió su ninfa amada Siringa, de tan asustada ante su ardorosa pasión.
Tarde me enteré de la importancia de aquel chiflato de plástico (chifla o chiflo) que de niños comprábamos en los puestos de feria, con sus canutillos decrecientes. A nadie ha de extrañar que imitáramos la melodía del afilador, pues cuando llegaba al barrio de San Andrés, a nuestra casona blanca, con su gigantesca rueda y su cajoncillo, los vecinos acudían con los paraguas averiados, cuchillos de todos los tamaños, también los de la matanza, navajas, hoces, guadañas... Las guadañas eran las que en verdad hacían saltar en la piedra esmerilada un espigado ramillete de chispas y había que desviarse, aunque no apetecía, porque el afilador era el juglar que nos traía las historias e historietas que él decía haber vivido en su vida errabunda.
Chiflaba y chiflaba Jose esta mañana por el entorno del Seminario, hasta que una vecina bajó con sus cuchillos. Pronto enjaretó la bicicleta y se puso a pedalear: las chispas que espoleaban los cuchillos no eran tan briosas como las de las guadañas, y apenas si se entretuvo en contar una historia, a no ser la constancia de su vida errante, pero cuando volvió a su camino y a su melodía, parecía que el dios Pan había curado su pena y se había aposentado en la calle umbría de Astorga con su chifla de bambú.

Suena una chifla
de afilador errante
tras la solana.
(Advertencia: página en elaboración)
AÑO 2013
I. Las flores del ciruelo con polvillo blanco.
II. El mago del Palacio.
III. La Ferruja.
IV. Fuente Encalada.
V. La última nieve.
VI. El tamarindo.
VII. Reclamo de sol.
VIII. El espejo del Alvia.
IX. El Caminante.
X. Maldita grafiosis.
XI. Las piedrecillas crujen...
XII. En el mar, en la mar.
XIII. En la albardilla de la muralla.
XIV. El último labrador en el amarillento campo de van Gogh.
XV. Nuestra comedia no era tal, sino tragicomedia.
XVI. ¡Pobre garbanzo de pico pardal!
XVII. El niño de El Roto nunca llora.
XVIII Estas tardes de octubre...
XIX. El caballo y el perro, amigos del hombre.
XX. Un roble muerto, trescientos robles vivos.
XXI. Frío de luna creciente y de luna llena.
XXII. El perrín blanco y el mendigo.
XXIII. Dafne...
XXIV. Peineta luce la mazorca.
XXV. Carámbanos en la Moldería Real.
XXVI. Felicitación en el solsticio de invierno.
XXVII. Sol de nieve.
I
20, abril, 2013
LAS FLORES DEL CIRUELO CON
POLVILLO BLANCO
El cielo ayer, tornasolado, ya avisaba de que la noche iba a ser fría.
Nos acontece con frecuencia este infortunio en árboles como el ciruelo: el sol en
la primavera temprana luce y calienta generoso, por lo que las flores de los
frutos, impacientes, brotan en una amalgama azul y blanca. Pero, por primera vez, esta noche un polvillo níveo, que se podía esparcir
con un soplo, pespunteaba las flores blancas del virginal ciruelo. Que la
helada no vuelva esta noche como
es su encendida costumbre para desflorar los óvulos y convertir los pétalos en almidón marchito.
Polvillo blanco
hoy sobre el ciruelo
de flores blancas.
hoy sobre el ciruelo
de flores blancas.
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II
21, abril, 2013
EL MAGO DEL PALACIO

Tras las murallas
el mago del Palacio
Nota: Fue una verdadera suerte el haber dado con esa foto del Palacio de Gaudí, en construcción, del 11, 06, 1890. Al estar algo ajada, encomendé su restauración al grupo Imagen Mas. Para M.ª Jesús Alonso Gavela “fue en el sótano donde Gaudí logró recrear un auténtico castillo medieval”. No creo desacertado también el decir que ese adusto sótano (cuya techumbre es ese bello conjunto de celdillas ojivales) y el foso que lo circunda son precisamente los que en mayor medida vienen despertando la imaginación de los niños.
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III
23, abril, 2013
LA FERRUJA

Cuando surge su manantial, 1728, la
Corporación decide mejorar su estado con un hoyo y obra de cantería. Pronto será
cegada, porque se secará toda ella y perderá sus colores y su verdor en favor
de un manto blanquecino. Será sepultada otra vez a principios del siglo XX; y restaurada por los alumnos de la
Escuela Taller Municipal en 1998. En estos tiempos sufre el asalto de grafiteros y de consumidores de latas y envoltorios, los cuales, siendo los
mismos o diferentes, dejan en ella los desechos del arte y de la inmundicia.
Hasta algún ladronzuelo la ha despojado de una de las grandes lajas de los
hermosos poyos que la circundan.

Es la Ferruja
un hongo de mortero
en volva de agua.
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IV
III
23, abril, 2013
LA FERRUJA

Sin el empaque de
la fuente cercana, la Encalada, este manantial mineral con su entorno en piedra
bruta y labrada es de gran belleza: acodado en un habitáculo trapezoidal,
sigue la forma de los cimborrios del
seminario y de la capilla catedralicia, y si por estos desciende un chorro de
luz, por ella ocasionalmente se derrama el agua. A los pies del río,
cuando mana, como esta primavera, su reguerillo es el único e ínfimo
surtidor para una maleza sedienta. Así
sucede, el Jerga es con mayor frecuencia un simulacro de marisma que una lámina
escurridiza de agua, menos en los inviernos de temporal y nieve, pues entonces
bajan desde la Peña del Gato torrentes que colman su cauce y por ello inundan, como en una profanación, esta desamparada fuente.
Cuando surge su manantial, 1728, la
Corporación decide mejorar su estado con un hoyo y obra de cantería. Pronto será
cegada, porque se secará toda ella y perderá sus colores y su verdor en favor
de un manto blanquecino. Será sepultada otra vez a principios del siglo XX; y restaurada por los alumnos de la
Escuela Taller Municipal en 1998. En estos tiempos sufre el asalto de grafiteros y de consumidores de latas y envoltorios, los cuales, siendo los
mismos o diferentes, dejan en ella los desechos del arte y de la inmundicia.
Hasta algún ladronzuelo la ha despojado de una de las grandes lajas de los
hermosos poyos que la circundan.
Pero La Ferruja sigue siendo
una fuente coqueta, dadas su armonía y proporción, y continúa en pie con todo su
esplendor, pese a estos zarpazos que le
dan otros hombres, tan ajenos a los canteros que con tanto esmero en su día hermosa la construyeron, y recientemente remozaron. No será posible, maldita
sea, cegarla una tercera vez, pues si
los chorros de luz bajan de los elevados cimborrios, bajo su bonete se derrama ocasionalmente un agua límpida
y cristalina.
Es la Ferruja
un hongo de mortero
en volva de agua.
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IV

FUENTE ENCALADA
29, abril, 2013
De Cuatro Caños
fuiste fecunda Fuente
para el paseo.

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v
2, mayo, 2013
LA ÚLTIMA NIEVE
Si los adivinos del tiempo no yerran vendrá el calor y diluirá esa nieve (con el frío de esos días renovada) que arropa la cumbre del Teleno. Quizás no sea una fantasía el percibir que, con un azul tan intenso, la modulación matinal de la cresta de nuestro mítico monte es como un oleaje en cuyo volteo brota la espuma.
En la muralla
apresa en tus ojos
la última nieve.
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VI
17, mayo, 2013
Aunque los chopos, las paleras y los humeros suben como espigardas al cielo, porque refrescan sus enmarañados pies, ya en invierno, ya en verano, en la Moldería Real, este tamarindo, que ha de escurrir sus raíces para llegar a tal frescor, antes de desperezarse en un denso paypai y llegar a espolvorear el suelo con sus granadas lentejuelas, florece en el patio rendido, que no acobardado, ante su propia belleza.
El tamarindo
de violáceos dátiles
rendido está.
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VII
26, mayo, 2013
RECLAMO DE SOL
La muralla, esta tarde, ha sido el límite entre unas laderas y montañas esclarecidas por un sol tamizado (el que se alza cuando va despejando la lluvia), y una ciudad, con sus esbeltas torres, cúpulas y espadañas sumidas en la umbría. El cimborrio del Seminario, cercano a este espectacular contraste, muestra de esta suerte su triste grisura, con la añoranza de que mañana mismo el sol del mediodía lo convierta, de nuevo, en el faro incandescente de las vegas y lontananzas que en su derredor en toda primavera fructifican.
El sol reclama
el cimborrio al Teleno
tornasolado.
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VIII
8, junio, 2013
EL ALVIA
En su espejo
la Estación galantea
al novel Alvia.
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IX
EL CAMINANTE
22, JUNIO, 2013
![]() |
Quo vadis: El Camimante. Sendo, "Poéticas interurbanas", agosto, 2004. |
En un día como hoy, hacia las dos de la tarde, después de una larga caminata, los peregrinos llegan a raudales y se fotografían ante "El Caminante" de Sendo, antes de entrar al cercano albergue o buscar otro acomodo. Ignoran que fue el fuego, cerca del amanecer, silenciado el eco del último cohete de las fiestas, y va para diez años, el que convirtió a un homónimo suyo en una pira que enloqueció al mago que habita, a unos pasos, las mazmorras del Palacio. Cierto es, El Caminante, como los demás figurantes e instalaciones de unas "Poéticas interurbanas", no había sido fabricado para resistir largo tiempo a la fresca las ventiscas, los cierzos, el barniz del hielo o la nieve; y ello pese a vestir una tupida gabardina amarillenta y cremosa. Pero lo hubiéramos librado de la intemperie para seguir sintiéndolo cerca en algún cobijo público, pues símbolo era, con su maleta, de cualquier alma errante en cualquier camino.
A veces hay hombres que reaccionan así, como movidos por un resorte incontrolable, tal cual el aguijón en Pascual Duarte cuando disparó a bocajarro sobre la perrilla perdiguera, Chispa. Gestos inútiles, baldíos, pues no calmarán, a no ser por un instante, la furia interna que los abrasa. Por eso el mismo Caminante, de menor estatura pero con textura cobriza para resistir el sol y la nieve, la llovizna y el granizo, espera día y noche a los peregrinos, como quien desea continuar el camino con ellos para indagar en el insondable misterio de la vida.
![]() |
Quo vadis: de nuevo, El Caminante, de Sendo, en bronce.
Colocado el 5, mayo, 2011.
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El Caminante
con su maleta al hombro
tienta al romero.
![]() |
El Caminante, quemado, el 31 de agosto, 2004. Modelo
escayola, para fundir el nuevoCaminante en bronce. |
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X
29, junio, 2013
MALDITA GRAFIOSIS

El hongo de la grafiosis, en la pasada década de los ochenta, también llegó furibundo al jardín romántico de La Sinagoga. En pocos años, aquellos gigantescos negrillos, que para abrazarlos totalmente necesitábamos apresar con nuestras manos las manos de otro niño amigo, perdieron su lozanía: los troncos se tornaron raídos y amarillentos y las hojas, feamente acaracoladas, caían al suelo a la menor ventisca. Casi siglo y medio enhiestos como surtidores de ramas para el cielo, pero hubieron de ser talados, primero ocho en 1988, en un intento de contener la imparable tisis, y, finalmente, todos ellos arrancados de raíz; tan cuajada era su cepa, que el Jardín, una vez despojado, ya no asemejaba un jardín sino un cráter polvoriento. Crecieron nuevos árboles, de especies variadas, para no sufrir nunca más la desolación de un templete enmudecido; y fue habilitado un nuevo kiosco desde el que se puede bajar para pasear por una antigua cloaca abovedada, a la que vertían aguas las termas placenteras. Tornaron los pasadobles de la Banda, el cobijo de la sombra, el aperitivo deleitoso, pero nunca más volverá aquel surtidor de negrillos, a tresbolillo plantados, que pretendían acariciar el cielo.
Bello jardín
si un día renacer,
al fin, pudiera.
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XI
2, julio, 2013
LAS PIEDRECILLAS CRUJEN...

No me había fijado nunca, pero esta no es una campana cualquiera, la han colocado a la intemperie, frente a la capilla municipal, como quien desea mostrar una reliquia: desde su labio hasta su hombro todas sus partes están remarcadas por simétricas nervaduras, y cuenta con inscripciones y dibujos fundidos como algo propio de una pieza singular. Dos de sus números parecen vueltos, por lo que no podemos asegurar si fue fabricada en 1868 o 1898. En todo caso, con tal antigüedad, entre la intemperie umbrosa y tanta vibración sonora vienen estampando, en el interior de la copa, un haz verdoso, espiralado, como si posible fuese recoger en filamentos cada grito en la garganta ahogado.
Por la
mañana he cortado temprano unas flores en el huerto, sé que no ven sus vivos
colores, ni aprecian su olor, todavía candente, pero necesito seguir hablando
conmigo mismo de su presencia, que será duradera, porque nunca dejará de
estremecerme el pensar que por ellos
soy y he sido.

Flores de estío
en esta piedra gris
de mi tristeza.
de mi tristeza.
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XII

EN EL MAR, EN LA MAR
En el puerto de El Grove, próximos a la lonja, los pescadores cautelosamente preparan el cebo en sus barquichuelas de colores; y, a continuación, mar adentro, se mecen sobre las olas cuando las gaviotas burlan un sol que está a punto de apagarse en el mar.
Arde el sol
en el mar, en la mar
bola de fuego.
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XIII
28, agosto, 2013
EN LA ALBARDILLA DE LA MURALLA
Se recobró el cielo del deslumbramiento de los estampidos luminosos, y aquellas calles de bullicio festivo, de teatro trenzado "a ras de suelo" en torno a la escultura maternal, están hoy medio desiertas. Y hay quien, en el silencio, acomodado en la albardilla de la muralla, se complace con las vistas del Teleno.
En la ancha cerca
alcanza el horizonte
con su mirada.
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XIV
7, septiembre, 2013
EL ÚLTIMO LABRADOR EN EL AMARILLENTO CAMPO DE VAN GOGH
En Astorga ya solo nos queda Miguel Alonso de la Iglesia como agricultor con
dedicación plena a la labranza. Es el último testigo de un oficio que se acaba
en el reconocido hace años como barrio de los panaderos y de los labradores
(San Andrés). El 24 de agosto, y días posteriores, ha estado recogiendo con su
trajinado y asoleado tractor los rollos de paja para el ganado. Y
lamenta que este año, de buena cosecha, el grano de trigo y de cebada lo paguen
10 pesetas menos el kilo (a la vieja moneda sigue confiando sus cálculos); y es
que los piensos para las vacas nunca bajan de precio. Ese campo del entorno de
la Moldería, de un amarillento tan vivo en agosto como el de van Gogh, va
siendo sustituido, finca a finca, por los tonos verdinegros de la maleza. Algún
día quizás futuras generaciones no verán realmente con sus ojos rodar estos
gigantescos rollos en el Circo Romano, ya porque no existan, o porque el hábito
sea asistir al espectáculo pero visionar la correría a través de una tableta
digital o similar.
Labrador último
en el amarillento
campo de van-Gogh.
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XV
15 de septiembre de 2013
NUESTRA COMEDIA NO ERA TAL, SINO TRAGICOMEDIA

¡Qué sola está
la pluma del Gullón
en la comedia!
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3, octubre, 2013
¡POBRE GARBANZO DE PICO PARDAL!
Menudo y prieto se
hizo con los años, en los pedregales y “barreales” de Valdeviejas y otros
pueblos maragatos, refrescado solo con la lluvia del cielo, la cual, cuanto más
torrencial golpeaba, mayor pico de pardal aparentaba. La Junta Vecinal de este pueblo, que
fue agrícola con campo seco de garbanzales, centenos y trigales, hace unos años
lo rescató del olvido, para manjar no solo del cocido sino de otros platos no
menos suculentos, pues cuando al fin está hervido es tal su finura que ni la
piel en el paladar se nota.
Parece que el garbanzo de pico pardal no puede ya volar libremente, porque algún avispado y ajeno almacenista hace unos años lo metió en la jaula, sepa usted, registró su marca. Y así anda tal sociedad, de nombre Luengo, en pleito con una denominada promotora de nuestro municipio, en la que figuran instituciones y sociedades.
Ahora que hasta los sabios de la capitalina Universidad pretenden convertirlo en legumbre selecta, resulta que quieren atemorizarlo paseándolo entre togas y pergaminos, a él, pobre garbanzo que, aunque se le diga de pico pardal, siempre tuvo la boca sellada.
Mírenlo, solitario, rocoso, altivo con su pico, con esa prestancia que solo da la tierra a sus frutos cuando no se la empapa por agua sobrevenida de acequias y canales. Mírenlo, pues aunque con el pico sellado, si hablar pudiera diría: “Antes de que llegarais vosotros ya estaban los míos”.

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XVII
Parece que el garbanzo de pico pardal no puede ya volar libremente, porque algún avispado y ajeno almacenista hace unos años lo metió en la jaula, sepa usted, registró su marca. Y así anda tal sociedad, de nombre Luengo, en pleito con una denominada promotora de nuestro municipio, en la que figuran instituciones y sociedades.
Ahora que hasta los sabios de la capitalina Universidad pretenden convertirlo en legumbre selecta, resulta que quieren atemorizarlo paseándolo entre togas y pergaminos, a él, pobre garbanzo que, aunque se le diga de pico pardal, siempre tuvo la boca sellada.
Mírenlo, solitario, rocoso, altivo con su pico, con esa prestancia que solo da la tierra a sus frutos cuando no se la empapa por agua sobrevenida de acequias y canales. Mírenlo, pues aunque con el pico sellado, si hablar pudiera diría: “Antes de que llegarais vosotros ya estaban los míos”.

Pico de pardal eres
y a pleitos te llevan,
sabor a miel tienes.
XVII
5, octubre, 2013
EL NIÑO DE "EL ROTO" NUNCA LLORA
Propuesta
de imitación de diseño, con la viñeta de El Roto, para portada de cuaderno escolar, que ha de ser debidamente
reelaborada y no ha de contar con el
permiso del autor, pues, a buen seguro, le place que los padres se entretengan
con sus hijos en tan artística labor.
Bien puede ser el tema de la primera lección, el primer trabajo manual,
la primera reserva ante ese mundo, chupóptero de imágenes y de vidas ajenas.
También se pueden barajar otras posibilidades, para la contraportada,
como retirar al nene el chupete, con lo que habría que dibujarlo con la boca
abierta, cambiar la silueta de la cara y añadir un bocadillo con las
onomatopeyas de sus incesantes berridos, sin necesidad de rabillo —en todo caso ningún ramillete de pompas
para indicar que el niño sueña, se enternece, disfruta—. Y a ser posible,
un cuaderno sin más aspavientos que una portada y contraportada de cartón
prensado, sin más artificios que la nítida superficie de su propio tacto y belleza; sin más útiles que un sacapuntas, una goma, y unos lápices de grafito y de
colores.
No, nunca llora
este niño de El Roto
nunca llora, no.
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XVIII
8, octubre, 2013
ESTAS TARDES DE OCTUBRE....
En este altozano y lomas que habitamos nunca un ocaso es igual a otro atardecer. En estas tardes de octubre, a la hora en que la atmósfera se torna acaramelada y melosa, el sol, antes de fugarse, se disuelve en polvo blanco sobre el Teleno, no sin dejar antes en penumbra los lienzos renacentistas de la catedral, e indultar a Pedro Mato, que impasible oculta su regocijo por las últimas bocanadas de fuego. Aunque acostumbrada a la luz sombría y al olor fúnebre de las reliquias, esa sacristía cercana, macerada por las mordidas de los cascos de los caballos napoleónicos, se ilumina desde el cimborrio, como si de lo alto surgiese el milagro de un chorro de luz.
Guarda el cimborrio
el fenecido sol
de Pedro Mato.
XIX
13, octubre, 2013
EL CABALLO Y EL PERRO: AMIGOS DEL HOMBRE
Tienen los dos similar nuca y cuello, lomo y grupa. Y aunque el caballo luce sus crines como adorno bailarín y gracioso, el perro puede dotarse de un pelo frondoso desde los hombros al ijar, incluso en todo su cuerpo. Nacidos como complementarios para el hombre: en las labores del campo y en el largo caminar, uno; en la compañía y la protección el otro. Si alcanzan veloz carrera son dos bengalas en el aire. Y es entonces cuando de la tierra emana un repique acompasado: leve y timbrado cuando es rozada por las falanges, sonoro y seco si lo es por los cascos.
Bellos los dos,
bengalas en el aire,
fieles al hombre.
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7, noviembre, 2013
UN ROBLE MUERTO,
TRESCIENTOS ROBLES VIVOS
Al olmo viejo de Machado lo calcinó el rayo, y a este roble
del Camino fue el viento de este lunes, las oleadas huracanadas que cimbrearon
su hueco tronco, desgarro tras desgarro, crujido tras crujido como un alarido
de la madrugada, hasta doblegarlo. Pues aunque sea oquedad su tronchado tronco
que perviva, pues a buen seguro que la maraña inmensa de sus raíces seguirán
alimentándolo, y de él brotarán pequeños esquejes, efímeros sí, pero se
renovarán siempre, como los brezos y retamas que a su alrededor en otoño se
oscurecen pero, llegada la primavera, revientan floridos como flores de rosal y
fruto de limonero.
UN ROBLE MUERTO,
TRESCIENTOS ROBLES VIVOS
Eso me decía caída la tarde de este jueves nebuloso Pipo,
el encargado del albergue de Rabanal del Camino, mientras agasajaba a dos
peregrinos burgaleses recién llegados y que son para él como amigos de toda la
vida. Si el roble tenía trescientos años, pues plantemos trescientos nuevos,
para que este cromatismo, cárdeno, amarillento, este bosque tan solo
interrumpido por el tajo embetunado de la carretera no se pierda nunca.

Era todo un
símbolo, con su gigantesca copa, tan densa que los bancos amañados con lajas de
pizarra, y que lo bordean, antes eran insignificantes cuentas de fruto negro y
ahora declaradas ánimas de soledad y luto. Al caer esta tarde, ramonean las
ovejas a su alrededor como es su costumbre, y los mastines andan un tanto
desorientados entre las ramas recién cortadas, y os puedo decir que las huelen
como si supuraran un nuevo olor, quizás hedor para su fino olfato.
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Foto de COPE- ASTORGA |
Herido está
el
roble de Rabanal
que no vencido.
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XXI
14, noviembre, 2013
FRÍO DE LUNA CRECIENTE Y DE LUNA LLENA

Cuando el 8 de noviembre a las diez de la mañana el cielo se mostraba así, con nubes deshilachadas, tan tibio en la catedral y el palacio, y apenas desafiante a sus sombras ondulantes en los cubos de las murallas, es que anunciaba el frío. Es este frío nuestro, que se siente en la piel los primeros días cual bálsamo refrescante; y como navaja de hielo durante esas noches de luna creciente, tan hermosas por su firmamento punteado de estrellas.

Frío, un frío
de creciente luna
y luna llena.
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XXII
18, noviembre, 2013
EL PERRÍN BLANCO Y EL MENDIGO
No podemos llamar mendigo al astorgano que ha recaído en su alucinación y con un velón ´detodoacién´ encendido a veces se pone en día festivo al lado de la puerta de entrada de Santa Marta, y va hacia delante y hacia atrás dando tumbos; tampoco a su compañero de la comarca, conocido porque estuvo aposentado tiempo ha en los aledaños del Palacio, con el ojo puesto en El Caminante de escayola de Sendo, y que ahora, en el otro flanco de la entrada de esta iglesia, con los atributos de peregrino, reclama limosna para los dos. Tampoco es propio de tal gremio el otro astorgano con la mente en delirio casi permanente, ya de cuerpo más que flaco y quebradizo, de tantos golpes mortales como de continuo recibe al caer redondo sobre el pavimento, como días pasados a la puerta del Hogar del Jubilado.


Vela el perrín
la jarrilla y mochila
del fiel mendigo.
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XXIII
19, noviembre, 2013
DAFNE...
Puede que no haya existido en Astorga nada más que una Dafne: Dafne Martínez Grande, la chica alegre y jovial que desde hace tres días es ceniza enamorada. En la primera casa de la calle Bosque, que conduce al Instituto donde hasta que Eros le arrojó la maligna flecha de plomo Dafne estudiaba, las ‘piracanthas’ están henchidas de racimos de bayas intensamente rojas y amarillas. No es abundante en Astorga este arbusto, espino de fuego, pero los dueños de esta balconada cada primavera y estío nos obsequian con sus manojos de leves flores blancas y amarillas, y en la otoñada y el invierno con este festín de belleza: la que siempre conservó esa diosa protectora de los bosques pese a su forzada transformación en abundantes raíces, largas ramas y copiosas hojas. La belleza alegre y jovial de Dafne, hoy y para siempre ceniza enamorada.
Dafne será
raíz, rama y hoja
enamoradas
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XXIV
1, diciembre, 201
PEINETA LUCE LA MAZORCA
Aunque algunos por estas fechas se sumerjan en los bosques cercanos para caminar bajo una vegetación cárdena y ambarina, otra es la belleza de nuestro menguado labrantío. Hoy mismo, después de ausentarse esa ‘brisina’ que afeitaba en las primeras horas del día, renacían los maizales de su palidez amarillenta y la tierra, recién sembrada, con ese sol dorado del mediodía, se tupía de caoba y nuez moscada. No desmerece el trabajo del labrador hasta llegar a disfrutar estos leves surcos con la simiente del trigo y la cebada, tempranos, cobijados (hay que apresurarse, porque a saber cuánto se hará de rogar la lluvia). Porque primero tuvo el labrador que voltear la tierra con las rejas y el cincel de la vertedera para enterrar el desecho de la cosecha y dejar que el aire y el agua penetrasen hasta las profundidades donde se apiñan guijos, gravas y cascajos. Y antes de pasear la tolva bailarina de la sembradora por la finca, hubo de pasar la grada, e incluso volver con ella una vez el grano derramado. Y ahora luce así, con esos surcos perfectamente alineados y en los que fructificará un manto primero verde, después acuoso, mas cuando crezca y rompa en espigas la tierra entera será un inmenso encaje granulado, esbelto y airoso. No, no desmerece el trabajo del labrador.

Peineta luce
la mazorca dentada
y perilla ocre
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XXV
9, diciembre, 2013
CARÁMBANOS
EN LA MOLDERÍA REAL
QUE NO EN EL JERGA
No es frecuente que en el estío por el Jerga corretee el agua, antes bien, se estanca, y en su cauce crecen vigorosos helechos y cañas. Si por casualidad algún invierno el urogallo superviviente de las palas eólicas otease incansable la Peña del Gato, dada su abundante nieve, y fuera premioso el deshielo, entonces bajaría una torrentera que arrancaría de cuajo la maleza y dejaría su lecho como un campo de batalla arrasado.
No tiene pinganillos estos días el Jerga en La Eragudina, pues la escasa agua discurre perezosa, a lo más que alcanza es a disfrutar alguna coronilla congelada; pero en la Moldería Real, que es hijuela del Tuerto, el torrente del aliviadero de la aceña sita en La Senra va tupiendo sus márgenes con las chispas de la espuma acuosa, gélida, gota a gota cuajadas en carámbanos de calcedonia, tan intenso es el frío de la noche, y del día, en paraje umbrío.
Cuajan carámbanos
en el aliviadero
de espuma gélida
XXVI
21, diciembre, 2013
INSPIRADA EN EL ACEBO DRUIDA Y SATURNAL
La Moldería Real, en el pago astorgano de La Senra, conserva, junto a los jóvenes chopos, antiguas paleras y humeros, un acebo macho, asturiano, salteado de diminutos y marchitos racimos blancos, de unas nueve varas de altura; y bien cercano, un acebo hembra, leonés, cuajado de bayas carnosas y cuya cumbre alcanzas con la mano. Pienso, con buen tino, que el depósito de polen del asturiano sobre las flores del hembra leonés resultó colmado en primavera, porque estos días, los del solsticio de invierno, como no ha nevado y los pájaros no andan aterecidos y hambrientos, el acebo hembra es todo él, ya digo, un rosario esplendoroso de cuentas rojas. Bendito sea: nuestras casas quedarán protegidas de hadas y duendes, y en las fiestas saturnales los esclavos, en tiempos harto calamitosos, se verán liberados de sus obligaciones para con sus señores.
Collares pone
el acebo de cuentas rojas
a la noche luna.
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XXVII
25, diciembre, 2013
SOL DE NIEVE
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Fotos de un maizal, este 25 de diciembre en el camino a Nistal; hacia las 14:15 h, con un intervalo de un minuto aproximado entre ambas. |
El sol lució a media mañana con una brisa húmeda y refrescante. Pero algo más tarde, como si se fuese fundiendo en el cielo una veladura, la atmósfera no se tornó pausadamente en un gris ceniciento, gris perla y gris marengo, como suele suceder mientras se va encapotando el cielo para avisar de que llega la nieve. Debía ser hoy grande su impaciencia por adornarnos con sus salteados y cristalinos copos (es día de Navidad), porque hasta eclipsar el sol y reducirlo a un faro en el firmamento el cielo no llegó a mostrarse gris ceniciento, ni perla, ni marengo, tal y como estamos acostumbrados, sino empapado de azul y de malva: sol de nieve.
Un sol de nieve
en el cielo teñido
de azul y malva.
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http://ciudadanoele.blogspot.com.es/2011/09/gotas-de-agua-chopin.html
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