SOBRE LA RESTAURACIÓN DE LAS MAZAS Y EL
PENDÓN,
Y ALGO DE HISTORIA

Se acaba de llevar a
cabo “una puesta al día” del pendón y las mazas municipales. La imagen de
los maceros, con el pendón que porta un concejal, se graba en nosotros desde la
infancia. Es una esencial representación,
que acompaña a la Corporación en solemnidades o actos relevantes, como
símbolo de su autoridad. No se ha indagado lo suficiente para
conocer cuándo el Ayuntamiento se dotó de tal protocolo, y se aventura el
siglo XVII como fecha probable.

La primera imagen que
tenemos de un macero astorgano, plasmado del natural, que yo conozca, se
debe al dibujante y reportero de la revista La Ilustración española y
americana (8, 7, 1896), Juan
Comba. Sucedió con motivo de la inauguración de la Línea del Oeste, de
Palazuelo a Astorga, el 21 de junio de 1896; efeméride esta que congregó a 17 medios impresos, ya se tratase de revistas
o periódicos nacionales.
El grupo de inauguración,
encabezado por el ministro de Fomento, Aureliano Linares, partió de la Estación de Delicias madrileña,
vía Cáceres, para enlazar con la Línea. Dado que el trazado hasta
Salamanca, 162 km, ya estaba abierto a
la explotación desde el 15 de abril, la
atención de los medios se centró en el tramo desde Salamanca a Astorga, en los
185 km restantes. Llama la atención el
hecho de que Comba dibujase, para el grabado
xilográfico, panorámicas de Zamora, de Benavente…, y, sin embargo, en la estación astorgana de San
Andrés reparase en un macero; como comparsa del mismo, en segundo plano, se
muestran las siluetas de mástiles
con gallardetes de banderas, arropados
por una pareja de maragatos y autoridades.

El macero del grabado es un
astorgano tuerto y manco, con un garfio como prótesis con que suplir su mano
derecha; no desmerecen estas menguas el porte solemne con el que sostiene su maza. Posiblemente fuese un soldado de las guerras
del Rif, o de Cuba, pues el Ayuntamiento a estos astorganos retornados heridos
solía prestarles auxilio. Los trajes conocidos, al menos tanto los retirados en
1989, como los existentes, responden fielmente a los de este macero: el tabardo
de terciopelo con el escudo, las medias y la gorra con llamativa pluma (esta,
en la actualidad, de menor tamaño).
La restauración de las mazas y el pendón, en 1989, dado su estado calamitoso, fue iniciativa y gestión del concejal Lucas
Fraile. Sin duda, un loable propósito: se renovó el paño del pendón,
de raso, damasco burdeos, facilitado por Encarnita de La Fábrica; los trajes de los maceros, de
terciopelo, fueron confeccionados por el sastre Antonio García
(padre del pintor Toño); lo relativo al bordado
corrió a cargo de las monjas de
Sancti Spiritus.
De la restauración de la
platería se hizo cargo el platero,
orfebre y joyero, José Manuel Santos.
Fue profunda su intervención, en las mazas y en el pendón, pues no se
redujo a una simple rehabilitación o pulido.
Las primeras estaban muy deterioradas, por lo que tuvo que dotarlas de
una nueva vara, cincelada, reponer los
tornapuntas desaparecidos y aprovechar la ocasión para dotarlos de otros nuevos
que ahora circundan el tambor (tan solo conservaban uno) y la tapa superior (que carecía de ellos);
asimismo, las coronó, como remate, con
un airoso y nuevo perillón. Según Isidro Martínez, en el especial de fiestas de
“El Faro” de 1989 / 18 de agosto, cada maza fue enriquecida con un kilo de
plata. En cuanto al pendón, lo proveyó de escudo en el varal, para guardamanos del
concejal que lo ase, y de una punta de
lanza como coronación.

La necesaria ‘puesta al día’, pasados 32 años, ha sido llevada a cabo en el pendón y las mazas. A
cargo de Gemma Fuertes ha corrido sustituir, en el pendón, la pasamanería, repasar las costuras y coser
su escudo, que estaba prácticamente suelto;
al tiempo lo ha dotado de un borlón. La labor del platero, José Manuel
Santos, ha consistido en un nuevo pulido de las mazas, para lo que ha sido
necesario el desmontar sus piezas; igual tarea ha sido realizada en el escudo y
en la lanza del pendón. Esta última ha
precisado restauración, pues dada su altura, en ocasiones los concejales, o
quien la coge, no tienen la pericia suficiente para evitar que se golpee en los
techos o paredes.
Cuando lo permita la pandemia y salgan de nuevo el pendón y los maceros para acompañar a la Corporación,
lucirán en todo su esplendor. En honor sea del macero, manco y tuerto, pero
ceremonioso, que Juan Comba nos dibujó.
Juan José A. Perandones, alcalde
(Publicado en los medios locales el 17 y 18 del 11, 2021)

Retazos antiguos y palpitantes de la ciudad
Cierto es que de una ciudad con más de dos mil años de historia van desapareciendo importantes vestigios, bien por la moda de la época, por un nuevo concepto del urbanismo, por el normal deterioro, por irreflexión o bandolerismo caciquil; y hay, especialmente, épocas en que su destrucción es intensa. Con la perspectiva del tiempo se aprecia lo acertado, y necesario, o no, de la pérdida de su patrimonio.
A nosotros, en la niñez y
adolescencia, nos tocó vivir una de esas intensas épocas, en la que la transformación de la ciudad siguió un ritmo frenético. Donde había casas
solariegas de dos plantas, con patios o jardines, se fueron alzando grandes bloques, varios de ellos, salpicados aquí y allá, en calles y plazas, sin orden, ni gusto, ni
concierto. ¿Qué es hoy la ciudad?, ¿y qué sería de ella si no hubiéramos refrenado tal frenesí destructivo? La
democracia, y con ella un nuevo derecho del ciudadano, en cuanto a condiciones
de habitabilidad y disponer el espacio urbano para su disfrute y necesidades,
llegaron un poco tarde, pero llegaron.
Perviven en las calles y plazas
de la ciudad, pues, verdaderos
mamotretos, junto a nuevas edificaciones más acordes con el entorno, y perduran
algunas casas con unas proporciones y diseño armoniosas, incluso otras han
renovado su interior, pero con sus primitivas fachadas, rejería y heráldica. Como
testimonio de las antiguas casas de la burguesía local, relevante en los
negocios, la administración municipal y la cultura, se ha rescatado junto a la
catedral la casa de los Panero. Pocos se percatan de cómo decisiones de este calibre impiden que el cuerpo de una
ciudad pueda hincharse desmesuradamente y llegar a asfixiar al ciudadano en sus calles y
plazas, o hacerle presenciar una
panorámica deprimente; y de que tal desvarío es lo contrario del progreso
presente y futuro.
Paseo
mucho la ciudad, que es no solo el centro murado, sino otros barrios, que
cuentan con algunos bienes arquitectónicos patrimoniales de interés, como el
monasterio de las clarisas o la iglesia de Reyero, en San Andrés; o las propias estaciones, la del Norte, y, aunque desafortunadamente, la del
Oeste, dado su acusado deterioro. E imagino qué
sería de ella si la catedral con todo su entorno, no existiese, y en su lugar se
hubieran alzado bloques de viviendas, de igual manera podríamos pensar lo que sucedería en la ausencia del
palacio y el ayuntamiento con su plaza, de los monasterios, de las iglesias…
Ha recuperado la ciudad algunas señas de su primera identidad, como su pasado romano, hoy todo un
yacimiento arqueológico y arquitectónico, y de esa otra época en que el
ferrocarril y el nuevo arte del tránsito de los dos siglos, XIX y XX, nos trajeron
industrias de molturación y una nueva maquinaria para la fabricación del
chocolate. Verdaderos tesoros, que hoy perduran: la casa de los Granell a la
entrada de la ciudad y cercana a ella la de Elsa, la de los Pardo, junto a la
iglesia de Puerta Rey, la de Magín Rubio,
en la calle de la Estación, hoy Museo del Chocolate, no muy lejana; la más
importante y de mayor valor, el complejo de fábrica y casa de Gómez Murias…; el propio
Teatro Gullón. Varias de estas
edificaciones fueron diseñadas por arquitectos de gran fama, que cuentan con
edificios destacados en la capital de la nación.
Pese a la destrucción habida, ¿qué
será de la ciudad si no conserva la palpable esencia de su arquitectura?
(2, marzo, 2020)
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Detalle Hogar Municipal de Astorga; proyecto de Luis
Diego Polo. |
(Los días 14 y 15, febrero, 2018, los medios informativos locales, escritos, han publicado este artículo, que nace por el fallecimiento del que fuera arquitecto de la ciudad, Luis Diego Polo; y para recordar una época (de 1974 a 1985) en el que bullían temas que han guiado, en el caso de algunos, la gestión municipal posterior).
Luis Diego Polo: el arquitecto,
en Astorga, de la Transición
Juan José Alonso Perandones
El hecho de que en esta Astorga hoy ya se respeten, salvo excepciones, las leyes urbanísticas y salvaguarde su
herencia romana arqueológica, se debe a voluntades comunes, principalmente por la sintonía de los corporativos y arquitectos,
municipales. En 1974, Luis Aparicio Guisasola cesaba en nuestro ayuntamiento, y sería sustituido,
sucesivamente, por dos arquitectos,
esenciales para el gran desarrollo urbanístico de los años siguientes: Luis Diego Polo, y Fernando Valenzuela
(recientemente jubilado). Coinciden los dos en haber guiado (labor que es de
años), gran parte del planeamiento urbanístico del municipio: el primero, una modificación,
sustancial, del existente a partir de 1976, redactado en los años previos a
1983; y el de próxima exposición pública y tramitación, por parte del segundo.
Este martes fallecía, en León, la ciudad en
la que estuvo afincado gran parte de su vida (su nacimiento, en 1945, fue en Salamanca), Luis Diego Polo. Vinculado
a una familia de raigambre en el ámbito de la arquitectura, pronto descollará
en sus estudios, en la Escuela Superior madrileña. Ejercerá su actividad
profesional, como ejercicio libre, asociado al arquitecto José Álvarez Guerra;
y, asimismo, en varios ayuntamientos: el nuestro y el de San Andrés del
Rabanedo. Desempeñó, en León, el cargo de
decano del Colegio de Arquitectos, de 1981 a 1986, y de alcalde, en los años 1988 / 89, durante
el convulso periodo del llamado Pacto Cívico.
En Astorga ejercerá como arquitecto
municipal once años, desde 1974 a 1985, época de nuestra Transición, en la que
bullía la ciudad, a través, fundamentalmente, de sus asociaciones vecinales, y
estaban en candelero grandes temas pendientes: el respeto urbanístico,
dotaciones esenciales (agua, urbanizaciones, equipamientos, suelo industrial,
comunicaciones, etc.); y la declaración, como bien patrimonial, de los bienes
históricos y de su entorno —entonces, a no ser por pocos, incomprendida, y que
trajo consigo un alud de firmas y de protestas—. No me tocó participar en la aprobación del primer Plan General, el de
1976, pero, sí, al acceder al ayuntamiento por voluntad popular, en 1983, a su aplicación temporal y a la denominada Tercera Fase (aprobada precisamente en este
último año). No es momento ahora de entrar en detalle sobre qué supuso y cómo
se estableció, con el fin de conformar un nuevo gobierno, el inesperado pacto, para muchos astorganos,
que acordamos, el Grupo Socialista, con el de AEPI, encabezado por Recaredo Bautista
(veterano concejal que sería alcalde de la ciudad de 1983 a 1987).
La responsabilidad, como concejal de
urbanismo, recayó en aquel entonces en Marcelino Guerrero, y la coordinación de
la gestión municipal, como primer teniente de alcalde, en mi persona. Cuando
mantuvimos el 24 de mayo de 1983 la
primera reunión con el eficaz secretario don Victorino Lorenzo, nos presentó
como un bien muy preciado, no tramitado, pero sí redactado, bajo la batuta de la Corporación presidida por Luis González, la modificación (o revisión) del Plan General
de 1976; con ella se pretendía un nuevo
paso para una concepción moderna de la ciudad. Legos completamente en asunto
que tanto nos importaba, tuvimos la suerte de toparnos con un arquitecto, de
buen carácter y discurso comprensivo y sereno: fue Luis Diego Polo.
La capacidad, digamos docente, de Diego
Polo, junto al eficaz talento de Marcelino, nos facilitaron el poder coger las
riendas para la transformación futura de
la ciudad, una de las más profundas de su historia, que ha atañido no solo a lo avistado en su superficie, en
caserío y solución de viales —como la
opción y enlaces ante la nueva autovía—,
sino en sus entrañas arqueológicas.
Aceptamos de buen grado, pues, el ingente
legado de la revisión del Plan General de 1976, plasmado en voluminosas
carpetas y, antes de su aprobación definitiva en 1985, introdujimos una serie
de modificaciones —dos nuevas plazas para disfrute público, la Romana y de La
Culebra, cesiones en otros lugares, la ampliación
de la protección para edificios singulares, etc.—. Y fuimos resolviendo las decenas de
expedientes de infracciones urbanísticas
pendientes, cometidas por particulares.
Además
de su labor en el planeamiento urbanístico de Astorga, Luis Diego Polo es el
redactor de la rehabilitación del edificio de varones del Hospicio para
Biblioteca, durante el mandato de Luis González), y, ya en el de Recaredo
Bautista, del nuevo hogar para las personas mayores; además de otras
actuaciones, que sería prolijo el reseñar. Nos sorprendía, por otra parte, la
solvencia en sus informes, para los expedientes de obras que habíamos de aprobar
en la Comisión Permanente, su cuidada caligrafía. Y, sobre todo, aquel humanismo que aplicaba a una
tarea tan ardua como es el desarrollo urbanístico de una ciudad, que incide
esencialmente en la vida de sus habitantes.
Deseamos hacer patente nuestro agradecimiento
y que descanse en paz.
18, enero, 2018
LA IMPORTANTE HERENCIA PARA LA CIUDAD DE FRANCISCO FERNÁNDEZ, HIJO DEL GRAN MÚSICO DON EVARISTO
Los medios de información, en
papel, y digitales, han recogido hoy la entrega que ayer al ayuntamiento de la
ciudad, representada por su constitucional alcalde, tanto mi persona, como la
que fuera concejala , Marisol Vega, hicimos de toda la documentación relativa al testamento, en favor del
ayuntamiento de Astorga, por parte de Francisco Fernández Martínez, hijo del gran
compositor astorgano, Evaristo Fernández Blanco. Nos reservamos dar cuenta de esta
importante noticia una vez que volvimos
de Madrid y cumplimos los términos que nos dejó encomendados para su entierro, en octubre, hasta tanto no contáramos con toda la documentación oficial sobre tan relevante
donación: el patrimonio y ahorros de toda
una vida, de una persona humilde, que superan
los 250.000 euros. Su testamento, en el que participamos en 2006, deja
bien sentado el fin al que se ha dedicar tan importante patrimonio, así como el
papel que nos corresponde en el seguimiento de su administración como albaceas.
Durante mi mandato popular, fueron
entregados a la ciudad valiosos patrimonios documentales, en la confianza de su
salvaguarda, divulgación y exposición en
la Casa de los Panero, una vez rehabilitada (lo estaba en 2011); entre ellos, el de don Evaristo. No habrá
disculpa económica en el futuro para no llevar aquellos compromisos municipales a término; y en sentido positivo
se han manifestado desde la actual Corporación.
En el escrito que presentamos, dirigido al alcalde y concejales, recogemos
la historia que ha hecho posible tan
importante donación; en parte ha sido plasmada por la prensa (como corresponde
a los artículos periodísticos), pero mencionábamos ahí, junto a nuestra labor, la
de una serie de personas de distintos ámbitos culturales que han contribuido a
rescatar la valía de tan importante músico, con papel destacado en época republicana, al
que la Dictadura impidió continuar el desarrollo de su talento y hubo de sobrevivir en trabajos musicales ocasionales. Adjuntamos también la relación de
publicaciones que hicimos de don Evaristo desde el Ayuntamiento, o con su colaboración,
dedicados a su persona.
Puede que algunos, a los que no abruma la lectura, estén interesados en conocer los términos de este
escrito. Lo reproduzco ante todo, para recordatorio de cuantos estimaron
a este músico incluido en el grupo generacional
del 27:
Al señor alcalde y señores
concejales del Excmo. Ayuntamiento de Astorga
Juan
José Alonso Perandones y María Soledad Vega Alonso,
alcalde y concejala que fueron de este Ayuntamiento,
Manifiestan: Que el pasado 14 de octubre
de 2017 falleció en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, el señor Francisco
Fernández Martínez, de 86 años de edad, hijo del gran músico,
nacido en esta ciudad, en el año 1902, calle Carretas (hoy Lorenzo Segura), don
Evaristo Fernández Blanco.
Las relaciones de este ayuntamiento con don
Evaristo se establecieron en 1986, con motivo de la celebración del Bimilenario
de la ciudad, auspiciadas y alentadas por el escritor astorgano José Antonio
Carro Celada. La
Junta Organizadora de tal efeméride, presidida entonces por
el exalcalde que suscribe (en 1986, primer teniente de alcalde) incluyó en su
programa de actos un concierto-homenaje, que supuso la recuperación para la
ciudad de uno de sus hijos más valiosos. Fallecido en 1993, la relación con su
hijo Francisco fue permanente, incentivada con la asunción de la concejalía de
Música, en 1995, por parte de María Soledad Vega. En 2002 (seis de julio), con
motivo del centenario del nacimiento de don Evaristo, celebramos un nuevo
homenaje, con una serie de destacados actos y la colocación de una placa
conmemorativa en la fachada del edificio donde nació, calle Lorenzo Segura, 5 (actual “Mallorquina”). Francisco Fernández fue el representante familiar
asistente a este reconocimiento por parte del Ayuntamiento.
En una de las estancias de Francisco Fernández
en nuestra ciudad, en el verano de 2006, nos manifestó a ambos su deseo de
donar su patrimonio, una vez fallecido, al Excmo. Ayuntamiento de Astorga, en
calidad de heredero universal. Francisco
(Paco para nosotros) se había encariñado con nuestra ciudad y la consideración
que había tenido con su padre, y deseaba colaborar en su día con la casa de los
Panero, entonces en periodo de plena restauración, en aquello que se
considerase más oportuno, dentro del ilusionante proyecto de futuro que
abrigábamos. Dicho propósito contempla, junto a otros legados, el depósito y
exposición de la obra de su padre en esta singular casa. Para tal fin, mantuvimos reuniones con el
notario, don Filiberto Carrillo de Albornoz, que plasmó, en el testamento que
se adjunta (con fecha 4, agosto, 2006), sus deseos y nuestra voluntad. Al tiempo, a ambos, nos facultó, con apoderamiento
y autotutela, el hacernos cargo de su persona, en caso de necesidad. Así
ocurrió, en su delicada operación de corazón, nueve años atrás, y a la hora de
su fallecimiento y entierro. Con anterioridad, el Ayuntamiento había recibido todo
el patrimonio documental de don Evaristo, afín a su labor musical, previa
conformidad no solo de Francisco, sino de su otro hermano, Evaristo (residente
en Málaga). Para obtener firma de consentimiento, para tal fin, el que
suscribe, entonces alcalde, se trasladó a esta ciudad andaluza (septiembre de
2003). Dicho documento consta en el archivo municipal.
Hemos seguido prestando atención estos años,
aunque sin cargo municipal (en la alcaldía desde mediados de 2011, en la
concejalía desde 2003) al hijo de don Evaristo, Francisco Fernández, pese a la
distancia, fundamentalmente y continuamente por la que suscribe, María Soledad
Vega. En realidad, en su última época, fallecidos sus amigos, era esta la
principal relación social y afectiva. Nos sentimos honrados de haber cumplido
su deseo último, al hacernos cargo de su persona fallecida y del entierro, en
los términos que por él nos fueron manifestados; lamentamos no haber podido
llegar a tiempo, pese a nuestra premura en el traslado a Madrid, para su
despedida, pues resultó imposible ya, dada su gravedad, una vez fuimos alertados
por el Hospital Gregorio Marañón.
Hacemos entrega al Ayuntamiento de la
documentación esencial para que sean realizados los trámites en aras a aceptar
y transferir a propiedad municipal el patrimonio de Francisco Fernández Martínez:
copia de su testamento, Certificado de Defunción y de Últimas Voluntades, copia
de los poderes de apoderamiento y autotutela que nos fueron otorgados;
documentos de la vivienda familiar, de la que era único propietario y único
heredero, en Pico de Artilleros 118, 1.º B (barrio de Moratalaz, Madrid). Testimoniamos,
al tiempo, su propiedad, temporal, en el columbario del cementerio madrileño de
La Almudena, en el que reposan sus cenizas junto a las de su padre don Evaristo
(con la leyenda “Yo soy la música”), y los derechos de propiedad a perpetuidad,
en el 50 %, de los derechos de autor de la Sociedad General de Autores. Así
como sendas y relevantes cuentas corrientes (los ahorros de su vida) en el
Banco de Santander y Bankia, a su nombre exclusivamente.
Era el talante de Paco, agradecido. Por ello
no queremos finalizar este relato, que a ambos satisface, sin mencionar a
algunas de las personalidades esenciales que, junto al Ayuntamiento, han
contribuido, o vienen contribuyendo a la recuperación de la memoria y obra de
tan destacado músico, incardinado por la crítica en la Generación del 27
musical; y aportamos portada de las principales ediciones, bien municipales, o
con colaboración municipal, que a tan insigne astorgano han sido dedicadas, en
los actuales tiempos democráticos. Son
estas personalidades, algunos de cuyas obras se citan: José Antonio Carro
Celada, autor ya citado y que se ha de mencionar también por ser el autor de su
conversada biografía, la astorgana Marigel Delgado (de Radio Clásica, RNE), el
escritor Miguel Ángel Nepomuceno, los compositores Miguel Alonso, José Luis
Temes, Odón Alonso y Enrique García Asensio. La investigadora Julia Martínez
Lombó. Mención destacada corresponde al que fuera, entre otros cometidos, director
del Auditorio Ciudad de León, Daniel Gutiérrez Sanz; además de iniciativas de
difusión y grabación, realizó la catalogación de su obra. Asimismo, el presidente y director de la
revista Astorica, Rafael García
Fuertes y Javier Huerta Calvo, por la edición del número 33 de esta revista a
don Evaristo dedicada, de la mano de la profesora María Cáceres-Piñuel.
Dejamos constancia, con lo anteriormente
expuesto, de nuestra gratitud a Francisco Fernández Martínez, benefactor de la
ciudad, y nos ponemos a disposición de la Corporación para dar
cumplimiento a su voluntad, manifestada en su testamento.
En
Astorga a 17 de enero de 2018.
Juan
José Alonso Perandones
María Soledad Vega Alonso
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7, junio, 2011. Balance final, ante la Corporación (la de mi última legislatura, 2007 a 2011) de una intensa y dilatada gestión municipal, y petición de unidad a las próximas corporaciones para continuar los proyectos en 2011 en ejecución, así como para emprender nuevas metas. Texto íntegro en este
Faro:
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