jueves, 28 de noviembre de 2024

La tolva, 28, 11, 2024



 







Las tres generaciones de la familia Díguele, con el reloj municipal, del que han venido estando a su  cargo hasta marzo de 2024, en el que los nuevos responsables municipales prescindieron de sus servicios. En la primera, el señor Hermenegildo, con las piezas, recién llegadas, de Vitoria, preparándolas para, después, instalarlas en el edificio municipal, 1974; llevaba ya una década como responsable del anterior reloj de Bartolomé Fernández. Foto de su hijo Ramón, en la anterior  década, y su nieto Iván, en los primeros años,  también de este siglo (en varias ocasiones Iván ha colaborado con su padre, en la sustitución de piezas  del reloj, instalar los nuevos maragatos restaurados, etc.). Ramón es el que ha estado a cargo, en los últimas décadas, hasta el citado marzo 2024, fundamentalmente, del reloj. 

Y el reloj

    Restauración afortunada en el  cuerpo barroco del ayuntamiento fue la llevada a cabo, de 1972 a 1974, por Bellas Artes, según  proyecto de Ramiro Moya. La Corporación se planteó, al tiempo, retirar el reloj de Bartolomé Fernández, activo durante 167 años, y encargar otro, mecánico, a la empresa Murua. Viene contando Astorga para atender maquinaria  tan pintoresca con grandes relojeros, en el XIX Mateo Solís y su sobrino José, Felipe  Redondo y su hijo Guillermo…; en el XX hasta nuestros días, entre otros, Carlos López y su hijo Alberto, Hermenegildo Díguele y su hijo Ramón. Fueron estos dos últimos los que montaron, en 1974, ese último reloj  y a su cuidado ha permanecido, del padre hasta la senectud, y de Ramón hasta marzo del pasado año en que los mandatarios actuales prescindieron de sus servicios. En febrero encargaron a una  empresa foránea  reparar el daño ocasionado al reloj por estar un año desatendido. Devuelto de Palencia el día 26, funciona, si bien han dejado a Colasa aquejada de reúma, por eso golpea el mazo quejumbrosa. Este reloj con maragatos demanda alimento aceitoso, y un día precisa reponer un casquillo, otro una ampolla de mercurio, alguna vez un muelle… Le afecta la climatología, y si no se está  al tanto de él, como Ramón, que siente su latido desde su cercana ventana, sucede como en días pasados, que toca a destiempo. Y es que como dice el refrán: “No desprecies lo que de valor hay en tu casa”. 

"El Faro Astorgano", 8, abril, 2025




                                             El ‘relox’

  Recogían  los regidores, en las actas, la gran consideración que merecían aquellos astorganos que desempeñaban los diversos oficios, por ello, al citarlos, anteponían la palabra ‘maestro’: maestro ‘ojalatero’ Cipriano Martínez, maestro cantero Raymundo Rebaque… Con la implantación en la espadaña del primer ‘relox con los dos figurones’, de Bernardo Francos, en 1749, el Ayuntamiento hubo de encargar su diario funcionamiento, y mantenimiento, y el maestro relojero vino a ser personaje imprescindible en la vida cotidiana. Y no solo para que los astorganos pudiesen ver u oír los tañidos del transcurso del tiempo, sino  para percatarse  del  toque de queda.  A los regidores antiguos les placía la ostentación, así que cuando acudían a las ‘funciones religiosas’ en la catedral, el relojero, a la ida y su retorno, debía repicar las campanas municipales; costumbre suprimida el 31 de diciembre de 1856 por el daño que se ocasionaba al subir a los tejados. Un relojero excepcional fue Bartolomé Fernández, desde muy joven a cargo del reloj de Francos, y que fabricaría, en 1800 y 1807, los dos que hoy se exponen en la catedral y el ayuntamiento. En 1974 los ediles acuerdan la adquisición de un nuevo reloj y liberar la torre occidental de las grandes pesas que la inhabilitaban. Y apostarán también por uno mecánico, a sabiendas de que Astorga seguía siendo ciudad de eminentes relojeros, a los que se les podía encomendar su cuidado.

“El Faro Astorgano”, 3, 4, 2025


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La tomillina

   Llega revuelta la primavera con frío, nieve, agua y polvo africano. Están empapadas hasta las lontananzas de nuestro entorno y cuando suba  la temperatura y luzca  espléndido el sol la  tomillina abrirá su corola e impregnará las lomas y veredas de un intenso aroma, acompañado por el de otras flores, de las urces,  del cantueso… Mas dejémonos de zalamerías y vayamos al tajo: Santi ha de desplazarse para fotografiar imágenes destinadas a las Edades del Hombre y a la revista de arte más bella del mundo, “FRM”, y, a su retorno, acercarse al albergue peregrino. A Eloy, después de la duermevela poética, el día  le ha de dar  para impartir  la clase,  las páginas de “Contextoglobal” y un reportaje social. A Paz siempre le gustaron los filandones, organizar certámenes, pero hoy debe de oírse en sus versos  para el próximo recital de “Son de paz” con Moncho Otero. Como lo del cine es engorroso, Luismi  ha de dejar a  un lado el poema, el cuadro, el montaje de “Los abanicos de la muerte” y telefonear a Elías Querejeta y Jaime Chávarri para concretar su recepción en el Festival. Se avecina año santo y Jajus, antes de ir a la cofradía, nos ha prometido trazar  con unas líneas  la  imagen del peregrino, que se difundirá en tarjetas, colgaduras en las calles jacobeas e insignia de plata cincelada por Santos. Esta gente, tan creativa, está siempre  demasiado atareada, vayamos a lo nuestro: a disfrutar de sus anhelos, de sus sueños. 

“El Faro Astorgano”, 22, 3, 2025

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            Garras y pico

        Hubo un tiempo, mediado el XIX, que las calles y plazas de Astorga aún eran aludidas  por los vecinos con el nombre sugerido por la propia ciudad: de la Catedral, de la Cárcel, del Arco, de Panaderas, de la Tahona… Esta tradición empezó a perturbarse a raíz de la visita el 15 y 16 de septiembre de 1858 de Isabel II, con su familia y el confesor Claret. El alcalde Rafael Moreno, que alojará a tan ilustres huéspedes  en su casa palacio, frente a Sancti Spiritus, y los regidores  idearon para la ocasión un engalanamiento que en nada tuvo que envidiar a la “festiva aclamación”, con corrida de toros en la plaza Mayor, organizada para Mariana de Neoburgo, los días 26 al 28 de abril de 1690,  cuando iba camino a desposarse con el infecundo Carlos II. Cuatro meses después de la real visita, el 21 de enero,  la agradecida Corporación  acordó  nominar “Plaza de Isabel Segunda” a la que el común llamaba “de la Cebada, del Palacio Biejo o del Pozo”.  Desde  esta fecha se irán sustituyendo rótulos ancestrales por el de meritorios ciudadanos: en esa plaza de la Reina Castiza, hoy con escultura de fieras dotadas de  poderosas garras o desafiante pico, a su vez,  por el  del general Santocildes. Sabios y prácticos eran nuestros antecesores al identificar el callejero por sus  monumentos, singularidades y oficios; tal querencia,  aunque no oficial,  en parte perdura.  “¿Dónde nos vemos mañana?”: “En la plaza del león y el águila”.

“El Faro Astorgano”, 7, 3, 2025












En Vinateros

   Debe su nombre el barrio de Vinateros, en el  distrito madrileño  de  Moratalaz, al hecho de  haber sido vía de entrada del zumo de uva fermentado  para parte de la ciudad, procedente de  la cercanía y de La Mancha. Con anterioridad a ser  incluido,  a fines de los pasados 50, en el Plan de Urgencia Social, apenas estaba habitado, ramoneaban las ovejas y el Ejército poseía un campo de tiro. Por esta última razón el conjunto de manzanas que se adentran con patio central  se denomina calle Pico de Artilleros. Al número 118 fue a parar Evaristo Fernández Blanco, nacido en la calle Carretas astorgana (hoy de Lorenzo Segura)  en 1902,  con su hijo Paco. Eran años, como todos los suyos desde la guerra, de penuria; entonces pianista concertador con las compañías de Celia Gámez y Nati Mistral.  Fue José Antonio Carro Celada quien, en 1983, rescató a este gran compositor del 27 del olvido. Con la publicación de su biografía, extraída en el humilde piso, junto al retrato de su esposa Sara, tan pronto fallecida, y el Maristany  con que compuso a los 14 años “El  vals” para la obrita cómica “La estufa” de Magín Revillo y Gonzalo Goy. Viene siendo Madrid, para esta tierra, como la segunda patria chica, donde han descollado comerciantes, pescaderos,  periodistas, literatos…  Y el miércoles, 19, ha colocado  una placa donde reza el  nombre de don Evaristo y Generación, en la fachada de la que fue su vivienda. Se honra  y nos honra.  

"El Faro Astorgano", 25, 2, 2025

 Foto: Esther Plaza, que estuvo acompañada, por Marta Vigo, de la Jefatura del Área Cultural, Turismo y Deporte, el director de orquesta José Luis Temes, Juan Antonio Quintana; y Juan José Alonso Perandones, a título particular y en representación, asimismo, deMarisol Vega, ambos albaceas testamentarios.








                                   Miliario blanco

   Puede ser una visión ilusoria, pero en un día como hoy,  5 de febrero, hacia el  mediodía, cuando un sol radiante ha evaporado la helada, y la atmósfera es imperceptible, de tan limpia y transparente, allá lejos, en la nevada montaña,  parece atisbarse, sobresaliendo  en su más alta cumbre, un miliario  blanquecino. Al solaz de  este paseo de muralla enrejado, que con el tiempo fue recrecido sobre la cerca romana, desde la nivelada placa de bronce catedralicia, del Instituto Geográfico, a tal mojón geodésico del Pico del Teleno, emplazado a 2188 m, nos separan 1315 m de altura; y un horizonte de varias leguas. Nunca sabremos los nombres de los tribunos o centuriones de Augusto que decidieron someter al criterio de los dioses, a través de los ritos de nuestro primer y desconocido augur, la idoneidad de asentar el campamento romano de la legión, la X, y la construcción posterior del foro, calles, templos y cloacas, en  este promontorio de robles, quizás de  encinas. Si bien primaba en ellos ultimar el dominio militar y el beneficio del oro astur, más acertada su elección no pudo ser: durante dos milenios largos los astorganos  venimos disfrutando un paisaje que desde la ciudad se va elevando, en lomas y lontananzas, hasta la lejana y alta cumbre, donde  se atisba un mojón  blanquecino, que separa a diestra y siniestra, en la montaña, estos días, extensas olas de nieve, que nutrirán los manantiales y arroyuelos.

“El Faro Astorgano", 7, 2, 2025

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Alfonso III, Ximena y el obispo de Oviedo Gomelo II, 
en el "Libro de los Testamentos", s. XII

Arqueta de San Genadio, principios del S.X. 
Museo de la catedral de Astorga

                                              El Rey  Grande

   En la avenida  capitalina de Ordoño II, cada uno de los 19 reyes considerados como privativos leoneses cuentan con un hito, y un código de barras para recabar con tu telefonillo  información de su reinado. Abarcan desde el año  910 a 1230, y la pretensión municipal con esta difusión no es ajena a la justificación histórica para la reivindicación de propia autonomía. A cuantos consideren un bien la descentralización en nacionalidades y regiones, incluso al extremo que ha sido llevada, no les falta razón para la reivindicación de la  gobernanza, en un reino que llegó a adentrarse en territorios de Galicia, de Portugal, de Extremadura…  No está de más el conocimiento de la historia de nuestro entorno, siempre que se mantenga  una mirada universal, y en razón de ello cavilaba ante los hitos qué antiguo rey merecería para nosotros, los astorganos, un especial  reconocimiento. Elegiría al monarca anterior a 910, fecha del traslado de Oviedo a León de la sede regia, Alfonso III, el Rey Grande en el “Episcopologio”. Gran estratega en la Reconquista, repoblador y fundamental para el cristianismo, el  arte y la cultura.  Sus restos mortales en el 910 fueron acogidos por el obispo Genadio (quien le fue tan  esencial colaborador y consejero cercano); se verían  acompañados dos años después con  los de su esposa Ximena. Símbolo de su reinado es la “Arqueta” por ellos donada a este  obispo, atesorada en el museo  catedralicio.

“El Faro Astorgano”, 28, 1, 2025

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TVE este año cambió de presentadores, y la irreverencia con la estampa del Sagrado Corazón ha sido motivo de gran polémica (que, al tiempo los mencionados han aprovechado para difundirse). Antena 3 optó por los mismos, con la novedad de la confección de un vestido con leche materna.  

12 campanadas

   Se disputan las cadenas los televidentes para las doce campanadas con las que se finiquitan y se abren los años. Y en su emisión uno encuentra varias opciones: desde la puesta en escena clásica, a la costura lactosa  y las ocurrencias (alguna de ellas, como amuleto individual de inspiración religiosa, prescindible). Las dos últimas despiertan admiradores y detractores, y un corolario de opiniones, con las que se entretiene al personal como si de un pugilato se tratase. En la retransmisión del uvero festín, el protagonista, el valiosísimo reloj de la Real Casa de Correos, carece, vez tras  vez, de  historia y de autor. Para la Reina Castiza la inauguración de este reloj, donado por el cabreirés de Iruela, Rodríguez Losada, fue una de las últimas satisfacciones, dos años antes de que la Revolución de 1868 la enviara al exilio. En aquel entonces la Puerta del Sol había sido remodelada según pauta de las casas de Santiago Cordero y en las calles del entorno se solazaban maragatos para inspiración de dibujantes como Gustavo Doré. En 158 años no ha tenido tiempo el Ayuntamiento de la Villa y Corte de reconocer a quien tanta aceptación popular sigue concitando, año tras año, en los madrileños, en millones de  españoles. Para Losada, ni una calle, ni una estatua, como la de “Mariblanca”, “El oso y el madroño”, o la de “Carlos III”. Y, por si fuera poco desdén, los presentadores televisivos, cada Nochevieja, están a por uvas.

"El Faro Astorgano", 9, 1, 2025 




                                       Espiga sin grano

    Poco a poco el pequeño comercio o pequeña industria, de trato familiar, desde antiguo instalada, va desapareciendo; incluso aquellos  rentables,  pues pese al propósito de sus detentadores de alquilarlo, o venderlo, no hay adquirentes. Desde las  vísperas de la Navidad, en la antigua calle de la Torre (por la casa fortaleza en ella existente hasta 1907), y que hoy es del sabio astorgano Marcelo Macías, el cartel “Se traspasa” figura en la trancada puerta de la Panadería Merino. Queda clausurado otro obrador de varias generaciones, así como el aroma a pan fermentado, el trajín de la furgoneta distribuidora,  y las colas en la calle, a la espera de los frutos amorosamente elaborados a partir de esa espiga dibujada en el  toldo y que ampara la puerta y el escaparate. Son  tres hermanos los que  han gestionado el negocio, aunque preferentemente Jesús ha laborado en el obrador,  Yompi en el reparto y Elda en la venta de la panadería. Tras el cristal de la puerta, cerca de la oferta de  traspaso, se puede leer, en una carta de despedida, cuánto ha significado para ellos  este oficio ancestral,  «una etapa maravillosa de nuestras vidas», y cómo han  llegado a convertirse, los  clientes fijos y aquellos otros, visitantes, en «parte de nuestra familia, en testigos de nuestro esfuerzo y en la razón por la cual cada madrugada valió la pena». Solitaria recibirá esta calle a la madrugada y más escasa será la vecindad.

“El Faro Astorgano”, 27, 12, 2024




Exposic. "Darse la mano". Museo del Prado.
Santo Tomás y San Judas Tadeo, del retablo
de Becerra, catedral de Astorga.

             Darse la mano

   Cuando en febrero de 2008 fue presentada nuestra Semana Santa en la iglesia de los Jerónimos se habían finalizado los trabajos que, según acuerdo del M. de Cultura y el arzobispado madrileño, habían propiciado recuperar su ruinoso claustro, la ampliación del Prado y la mejora interior y exterior del propio templo gótico. Acceder ahora por la entrada del museo que conduce a la exposición, añorada y comisariada por el astorgano Manuel Arias, supone disfrutar de este entorno monumental tan afortunado. Se nos despierta un interés especial cuando una muestra importante, esta bajo el título de «Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro», ofrece obras que forman parte de nuestro patrimonio local o diocesano. En mayor medida en esta ocasión,  pues las expuestas en el ‘nudo central’,  Santo Tomás y San Judas Tadeo, descansan en el retablo catedralicio de Becerra a unos 12 m de altura;  y otra, cercana,  la Virgen de la Valvanera, en el del trascoro. Las esculturas de los dos apóstoles, junto al resto del retablo, cuentan con excelentes fotos de Imagen M.A.S., pero nada supera la observación directa: de su anatomía, de  su expresividad.  Y, ante todo, de su rica policromía. Pues de ello va esta gozosa exposición, que reúne cerca de 100 piezas selectas, en un discurso desde la antigüedad clásica al Barroco, y con la que Arias deja patente cómo, aunque no debidamente resaltada, es “la pintura la que da vida” a la escultura.

“El Faro Astorgano”, 12, 12, 2024







             Aquel torno 

    Las amplias salas, que albergaron en dos largas filas las camas y ‘cajonsillas’ de los hospicianos varones, cuentan desde 1984 con cientos de libros en sus costados. Son acogedoras, máxime en esta mañana del viernes, 22, pues se cuela el sol desde el Jardín por sus ventanas y traza sobre las alargadas mesas lenguas doradas, sombreadas por el cuerpo de los lectores. Le comento a Esperanza, la bibliotecaria, cómo voy hallando historias, documentos, de antiguos hospicianos, que habitaron los dos pabellones del orfanato, el desaparecido, para las niñas, y este edificio que fue pasto de las llamas en 1940, pero una y otra vez rehabilitado. “¿Has leído el libro que nos dejó una nieta sobre su abuelo?”. Y me facilita las memorias de Francisco García Blanco: abandonado en 1917 en el torno, fue entregado a una familia de crianza de Palaciosmil, hasta cumplidos los cinco años, la edad escolar en que debía retornar al orfanato. Su nieta, M.ª Alicia García Blanco, relata sus fugas, los estudios y aprendizaje en el taller de sastrería, sus trabajos iniciales; así como los años de la guerra, su propia sastrería en Astorga y la partida para Argentina, donde terminará residiendo con su familia. Un libro que nos ofrece una vida, en la que percibimos cómo se forja y templa un carácter desde la adversidad. Como el de miles de niños y niñas, de media provincia, recogidos del torno desde 1866 a 1955 por las hijas de san Vicente.
"El Faro Astorgano", 28, 11, 2024