Campanas catedral de Astorga: las Pascualejas y María |
Notre Dame
Gran resonancia está teniendo la reapertura en diciembre de la catedral de Notre Dame, después del incendio acaecido el 15 de abril de 2019. La prueba, el pasado día 8 de sus campanas, una vez restauradas de la alteración sufrida por el fuego, ha concitado un entusiasmo internacional; son todas ellas, salvo una, la Emmanuel, de nueva fabricación, e instaladas, según datos de las antiguas, en febrero de 2013. La razón de esta renovación se debe a que durante la Revolución las ocho campanas de la torre norte, más la Marie, que convivía con la gigantesca Emmanuel en la sur, resultarían fundidas en la fabricación de cañones. Sería Víctor Hugo, cuatro décadas después, en 1831, con su personaje, el jorobado Quasimodo, cuya morada era el campanario, el que despertaría un interés universal por las torres ancladas junto al Sena. Mayor relevancia histórica tiene nuestra torre rosada con sus 12 campanas, casi todas ellas de gran antigüedad, y cinco con epigrafía gótica. El Cabildo ha ejecutado obras convenientes, la reposición de los pisos, la malla anti aves, la iluminación…, de suerte que son visitables. Es el nuestro uno de los conjuntos más valiosos de las catedrales europeas, pero, al tiempo, de los más necesitados de restauración, en sus yugos, badajos, herrajes… Tienen los franceses amor por su cultura y patrimonio, y no han faltado patrocinadores para sus campanas. No menos atención y ayudas merecen las nuestras.
“El Faro Astorgano”, 15, 11, 2024
Ese es el significado primero, griego, del crisantemo, flor de oro, por su color dorado. Estos días, previos a la festividad que Gregorio IV unificó para la Iglesia en el 837, las aceras de Los Chinos rebosan de tiestos con flores, también se venden en los supermercados. En los pasados años 80, 90, las floristerías ya se quejaban por lo que consideraban desleal competencia: de las vendedoras procedentes de pueblos cercanos, que sembraban el suelo de la Plaza con sus ramos, por ellas cultivados. Aquellos crisantemos, resistentes, del otoño, no solo eran dorados, sino blancos y, con mayor abundancia, morados. Hoy de crianza en invernadero y confundidos con claveles del moro, margaritas… Para consumo propio, en huertas de la ciudad, y de los pueblos, aún se podan y renuevan los antiguos crisantemos. Pero este año, con un tiempo tan alterado, que tan pronto a unos o a otros obsequia con buena cosecha de tomates, de cebollas, de pimientos, o bien deja ‘al hiloveo’, ya puedes haberlos regado, con tiento abrigado, que no abren el cáliz para que se expandan los pétalos. Una pena, pues son los ramos que fructifican en la propia tierra de nuestros seres queridos. Y en tanto se hacen en casa se despiertan y avivan los recuerdos: nos criaron y educaron, con tantas renuncias propias, y lentamente, con toda una lección de vida, se fueron marchitando, definitivamente. ¿Qué es lo que lo pasa con el tiempo?
“El Faro Astorgano”, 31, 10, 2024
Tono
brillante
Viene amoroso el otoño, este miércoles 16, y cuando se apacigua la lluvia sale un sol que apenas alcanza a clarear. Tienen las ciudades puntos señeros, el nuestro de Puerta Sol a donde llegan, como en el rompeolas madrileño, con mayor frecuencia que otros octubres, a partir del mediodía, peregrinos de todo el mundo; o este del atrio de la catedral, con su jaspe abrillantado por la lluvia, próximo al exterior ‘sanctuarium’. Me encamino hacia El Melgar, para ver, entre los cubos de la muralla, los acebos femeninos con su fruto arracimado, tan rojo, tan brillante. Y en este tránsito me cruzo con jubilados que con guía vienen a visitar la ciudad, como dos parejas orientales; y con astorganos que se dirigen a los establecimientos del centro, tres mujeres con hiyab y un carrito de bebé, una anciana en silla de ruedas que viene del médico, atendida por una nativa de la América hispana, y un pequeño grupo de africanos. Forman parte estos jóvenes, de brillante tez azabache, del centenar acogidos en El Temple, que sobrevivieron en los cayucos. Gozan de cuerpos robustos y es el suyo un trato educado y afable. El martes recibieron la inspección de un pájaro de mal agüero, procurador y reciente mandamás, con paga del pueblo; de apellido Gallardo. Se socorrió de la 'Red X’ para, con figura, graznar un rato y así encandilar a la clientela, pero de esta tierra bien pienso que no es este su preferido canto.
“El Faro Astorgano”, 18, 10, 2024
(La noticia: El 15 de octubre se personó ante El Hotel Temple de Pradorrey el procurador señor García Gallardo, para hacer una grabación que enviar a los medios, por la acogida, en el mismo de 100 inmigrantes africanos (procedentes de Canarias, cuya capacidad para albergar a cuantos van llegando alcanza su límite). La guardia civil le solicitó la documentación. En la grabación se escuchan declaraciones como esta: "Esto es lo que parece que el señor Marlaska quiere hacer con la seguridad en este país, pedir identificación a representantes públicos por pedir información de cómo se gastan millones y millones de euros de los contribuyentes para fomentar el efecto llamada y colaborar con las mafias del tráfico ilegal de personas”).
Postigo
No tenía la relevancia de las Puertas del Rey o del Obispo, al tratarse de un acceso secundario y escarpado, por donde, en hora temprana bajaba y al anochecer retornaba, al mando de un zagal, la piara de cerdos del vecindario para alimentarse en el boscaje cercano. Mas con el tiempo se configuraron dos calles, con rampas transitables, una de ellas conserva el rótulo de piedra, calle de Postigo, en tanto la que conduce a La Eragudina, con igual nombre, se consideró como Bajada. Su arco, como otros de la ciudad, fue derruido en la vorágine por rebajar las murallas, y ensanchar sus entradas, en las últimas décadas del XIX y primeras del XX. La calle de Postigo alcanzó su esplendor en el pasado siglo: sus casas, de tierra compactada, de ladrillo, aplantillado o recubierto con mortero, han sido habitadas por panaderos y tenderos, modistas, peluqueras y lavanderas, cantineros y alarifes, traperos y hojalateros, regidores y labradores… En el terreno de la nueva casa del n.º 47 llegaron a vivir más de diez familias, el llamado Corralón, con única fuente y retrete. Más de un tercio de los 44 solares son hoy viviendas deshabitadas o muros de ruina; sin embargo, las casas con vecindad gustan por decorosas. Cerrada la panadería de Mariví y Juan, con la clausura del bar de Manolín y Paquita, el de las partidas, famosos callos y ancas, pulpo y mollejas, se tranca la última puerta abierta, de una calle que rebosó de vida.
“El Faro Astorgano”, 4, 10, 2024
Magnolios
No abunda en las fincas de Astorga el magnolio; tampoco en los jardines, tan solo gozan de antigüedad el del jardinillo infantil, los dos del polideportivo, y los ocho de la Bajada del Postigo, aún quinceañeros, por lo que deberían alcanzar en la veintena el deseado esplendor; otros dos, que fueron plantados en El Mayuelo, sucumbieron ante el vandalismo. No abunda, acaso por el engorro que conlleva el retirar la renovación anual de parte de su hoja, con limbo coriáceo y ferruginoso, y su fruto, las piñas. O quizás, porque es un árbol que no se conforma con cualquier suelo o situación. El más, a uno, cercano, después de tres décadas se muestra majestuoso y sigue creciendo sin especial atención; en todo caso se beneficia del riego deparado a los céspedes, hortalizas y verduras. No es necesario alzar la vista para saber que va abriendo sus flores, pues inunda el entorno con su olor a fragancia y a un no sé qué, de tan agradable, dicen que a vainilla. Árbol singular, pues, recio y provechoso, por su madera, sus piñas usadas como molinillo para batir el chocolate, su flor medicinal y cotizada para el perfume, sus semillas como alimento de los pájaros… No abunda, pero nos ofrece grandes virtudes: la elección de un ambiente propicio para el crecimiento, la constancia y reciedumbre en aras a forjar una identidad, la sabiduría que se obtiene al conservar y renovar, y, finalmente, la plenitud de su esencia.
“El Faro Astorgano”, 29, 9, 2024
Folletos
Desde aquellos folletos en color de los cinco cines a hoy en día, miles y miles han pasado ante nuestros ojos y muchos han terminado en la basura, pero no todos. Importan, pues acopian una información que los medios no llegan a detallar. El jueves 29 fue recordado el sacerdote, profesor, escritor, una de las plumas señeras de Astorga, Esteban Carro Celada. En verdad el tiempo vuela, hace 50 años, cuando ocurrió el fatal accidente, para él y su sobrina, cuantos hacíamos pinitos en la escritura, en el instituto o los periódicos locales, sentimos la pérdida de un referente humano y literario. Para atestiguar su obra y época han sido publicados varios ensayos, entre ellos el de Miguel Ángel González, acerca del archivo, que conserva, de pequeños folletos de la vida local y diocesana. No son algo baladí, porque como me documentaba mi amigo José Salas, en el que repartíamos sobre la obra que representaríamos en El Diocesano, el día de San Esteban del 71, “El Auto de la Compadecida”, no constaba el ‘depósito legal’, por lo que Esteban Carro —bajo su indicación habíamos elegido tal obra—, nos avisó alarmado de las posibles consecuencias. Era un folleto inofensivo, como su comentario en la radio por el que le depuraron de su puesto de director. En aquella advertencia suya se encierra toda una época, y en los folletos nuestro variado acontecer. A saber si los de este tiempo, alojados en ‘la nube’, se esfumarán.
"El Faro Astorgano, 5, 9, 2024
El centeno
A las lomas de El Espíritu Santo y Las Jaras, de los
términos de Piedralba y Oteruelo, las llamas y las labores de extinción han
dejado unas tierras en parte calcinadas
y con abiertas zanjas de cortafuegos. Aunque abundan en ellas, como en el resto de las 800 ha el
lunes incendiadas, las zarzas y las ‘escobas’ carbonizadas, plantaciones
quemadas de pinos —las cumplidas de maleza como un
cementerio de mojones fúnebres—, no todo el campo para la
agricultura se tornará baldío. Muchos pinares, pues, importados a esta tierra
rojiza, no pervivirán por el devorador
fuego, pero los grandes mantos chamuscados, del recién cosechado centeno y paja
recogida, serán roturados y volverán a cuajar en ellos nuevas espigas. Se ha salvado por días el centeno, el cereal de secano que
torna en oro al atardecer soleado esas y otras lomas. Esas lomas donde el labrador ha conservado, entre la mies, centenarias
encinas, con sus copas de ese verdor tan apagadamente bello, por estar tomado
por el tiempo. Es miércoles, apenas humean ya las lontananzas, y en el camino
rural de este paraje veo cómo se esconde en su madriguera un conejo y, más
adelante, en la senda a la iglesia de Oteruelo, antes de atravesar el seco río
Turienzo, cruza desorientado un ciervo. Aunque quizás no volverán todos los
corzos, ni los conejos, ni los ciervos, a
saber dónde los vivos hallarán el
alimento, curará la encina y granará de nuevo el centeno.
"El Faro Astorgano", 27, 8, 2024
Bici y bombín
Horizontalmente,
contamos con imágenes pintadas en bajas paredes para completar espectaculares
murales, plasmados en grandes medianeras
verticales. Son como el patito feo del grafito, que apenas atraen la atención
y, sin embargo, no menos sugerentes que las habilidosas cajilleras y los
embravecidos soldados con la Cruz de Borgoña en calle Los Sitios; o que el niño
John abrazado a Charlot al costado de la desaparecida capilla del hospicio.
Dad2.0 dejó su impronta en esa trotada bicicleta, bajo los fusiles que escupen
fuego, y en el bombín como tirado al aire antes de estrechar al niño huérfano. Es
martes de mercado agosteño, por el corredor desde los taxis a la revalorizada
calle y lienzo de la capilla catedralicia discurren muchos comarcanos y visitantes,
algunos pasan en bicicleta, muchos se cubren con viseras para aliviarse de un
sol de justicia, pocos con sombreros blancos, de los bazares chinos; nada que
ver con la distinción de aquellos de la tienda de Durán en la calle Lorenzo
Segura. Las bicicletas de ahora están diseñadas para que el ciclista forje
figura y luzca como un pimpollo; la del mural bien pudo servir para llevar a la familia a bañarse a La Forti, con
un niño en la barra y la esposa y otro pequeño sobre ella en el trasportín. Nos
rememoran la trajinada bicicleta y el bombín de Chaplin el gusto y
costumbres de una época. Esta nuestra será,
en un mural venidero, también, sugerente antigüedad.
“El Faro Astorgano”, 9, 8, 2024
Verano
Es la ciudad en verano un reclamo, un frenesí: para congresos, presentaciones de libros, ferias y mercados, fiestas históricas y patronales. Esta transformación, que afecta a la compra y a la circulación, se va acusando al tiempo que la despoblación. Es un retorno con billete de vuelta, en el que se mezcla el cariño a la tierra de nacimiento o de los padres con, no pocas veces, cierto afán de notoriedad, pues ya se sabe que en las grandes urbes solo los genios, los futbolistas y la farándula merecen la atención del común. Ante cualquier desconocido, con el que un astorgano trabe accidental conversación, en Madrid o París, presumirá de la fecunda historia y patrimonio de la ciudad y comarca. Si es una persona cultivada, en la cultura o los oficios, podrá organizar o colaborar en cualquier empeño; que un congreso de música, pues no faltan célebres músicos, que otro sobre enseñanza, gramático ha tenido desde la antigüedad, que se pretende ahondar en el papel de la Iglesia en el patrimonio y la sociedad, desde el siglo III cuenta con comunidad cristiana. Incluso en el arte de la pesca ha sido maestra, con Juan de Vergara y el "Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas"; tratado original del que se encaprichó Franco y, qué lástima, este año que cumple 400 años no aparece por ninguna parte. La despoblación aumenta, los nacimientos disminuyen y la ciudad y comarca en verano bullen en un frenesí.
"El Faro Astorgano", 30, 7, 2024
Flechazo
Es un albergue cosmopolita y universalmente apreciado. En la recepción, cada día, registran a los peregrinos, en una babel de lenguas, en tanto por la pantalla frontal va discurriendo una selección de imágenes de la ciudad. Se trata de un edificio estimable, diseñado por Aparicio Guisasola, de 1950, con remate de espadaña lobulada, para la campana, y arcos en los vanos que rinden tributo al románico, al gótico y a la arquitectura contemporánea. El 21 de julio de 2004 las cuatro siervas, ya tan solo, que lo habitaban, son desplazadas a otro convento, después de 112 años de atención hospitalaria o domiciliaria a los enfermos. A veces, en el vaivén de los tiempos, cabe a las ciudades la fortuna de conservar edificios emblemáticos, como este, de Puerta Sol, gracias a su adquisición por la Asociación de Amigos, con los buenos oficios del párroco don Emilio, de los canónigos Velado y la conformidad de la congregación. Miles de personas de todos los continentes llegan a este albergue de acogida tradicional, Siervas de María, con su historia peregrina. Dos de ellas, la de la hospitalera, temporal, la coreana Seung Hee Yoo, y la del taiwanés Yen Hsien. Coincidieron en sus dependencias, observaron que los logos de sus camisetas obedecían al mismo artista japonés: surgió la conversación, el flechazo, y el matrimonio el año pasado en la catedral de Seúl. Han vuelto con sus camisetas y retornarán y retornarán.
“El Faro Astorgano”, 12, 7, 2024
Cardos y dedaleras
Si das un paseo por caminos y cunetas observarás que en sus
bordes, si no han sido rasurados por la desbrozadora, se te ofrecen vistosas flores,
blancas, amarillas, purpúreas, de plantas de malvas y de magarza, de cardos y,
aunque escasas, de dedaleras. No goza el cardo de simpatía, salvo por su
utilidad para esponjar la lana: escardar es quitar las malas hierbas del campo
sembrado, y si al asunto personal vamos, nos despachamos a gusto cuando de
alguien decimos que es un cardo, o si nos resulta un tanto repulsivo, cardo
borriquero. El “Génesis” proclama que la tierra nos producirá cardos y espinas,
y un poeta como Virgilio, tan amante de las labores agrícolas, en sus
“Geórgicas” lo considera un tallo estéril y erizado. De la dedalera, por el
contrario se ensalza la belleza de sus
campanillas, y sus leyendas galaicas; será, como nos decían, muy venenosa, pero
nos comíamos, tan panchos, después de restallarlas, el pan con chocolate. He
apreciado desde niño el cardo como una
planta robusta y altiva; apta para poner la liga (afán hoy bien prohibido) y
capturar algún jilguero. Apenas se ven ya bandadas de jilgueros, y para evitar su
disminución debemos dejar de exterminar el cardo, para que cuaje su alimento,
las semillas de sus flores. Paul Ranson aunó en un famoso cuadro estas dos
plantas tan contrapuestas, símbolo, quizás,
de cómo en nuestra vida nos vemos impelidos ante la tentadora belleza y
sus venenosas espinas.
"El Faro Astorgano", 2, 7, 2024
Murales
Desde los restos del hospicio, de su capilla y el edificio que albergaba a las monjas y a las niñas, al otro extremo de la ciudad donde confluyen las dos carreteras nacionales, es decir, de suroeste a noroeste, un eje de murales sobre medianeras, elaborados con la técnica del grafiti, se ha venido incorporando al acopio artístico de la ciudad. Al primer mural histórico y patrimonial, en 2013, sito en la Estación de Autobuses, lo vienen acompañando otros con escenas pictóricas de cofrades y la Manola, sobre las cajilleras, la guerra contra los franceses, la degustación de la cecina, la reivindicación feminista, la cinematografía con Chaplin; y ahora la festividad astur-romana con el césar, el caudillo y la urbe cercada. El primero obra de Uribeondo, el de la niña que reivindica su futuro, de Carla Lozam, y los seis restantes de Da2.0. Para las imágenes han recurrido a dibujantes, como Jaíllus, a antiguas fotografías, al filme, o a la arqueóloga municipal. Bien merece este arte callejero su ruta, tan saludable como la trajinada del colesterol: parte uno del romántico Jardín, se adentra por la rúa peregrina de Pío Gullón, se encamina hacia la plaza Obispo Alcolea, sigue por la calle de los asedios napoleónicos, disfruta de los ábsides palatino y catedralicio, baja a El Melgar, y anda que te anda hasta llegar a la contemplación final, y a embriagarse con el olor a mantecada y hojaldre de La Mallorquina.
“El Faro Astorgano”, 14, 6, 2024
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Pinches y maestros
Fue el taller del
maestro, para las artes y oficios, la academia de aprendizaje. Leonardo
da Vinci se inició como aprendiz en el taller de Andrea Verrocchio;
Balenciaga, en el de su madre, la humilde costurera Martina Eizaguirre.
Sin una fama tan proclamada, habitamos poblaciones con vecinos que
se formaron en diversas actividades, como pinches, desde los 14 o 15 años, con
regañinas del maestro, y que llegaron a desenvolver con habilidad
extraordinaria un negocio propio. En nuestra ciudad y entorno, como signo
de los tiempos, una riqueza artesanal, un trato humano confiado, va
y va desapareciendo: de zapateros, sastres, tenderos, plateros…, y
maestros de talleres. De los relacionados con la reparación de vehículos, sin
las grandes concesionarias, en poco tiempo, llegada la jubilación, han
cerrado la puerta cinco establecimientos. Todos ellos regidos por
residentes que aprendieron su oficio desde la adolescencia, a fuerza de
trabajar casi gratis, e ir escalando puestos más allá de barrer las
dependencias. Paquito, de Mopisa, Jose y Víctor, de Jovi, Castro, en Celada,
Crístóbal, en Brimeda, José Luis en calle La Encina. Perduran los letreros que muestran su
gran versatilidad: grúa, chapa, pintura, mantenimiento, reparación vehículos
históricos, taller eléctrico… Lástima que tanto oficio y maña artesana,
con el valor añadido del reciclaje de piezas, se vayan achicando por
falta de sustitutos.
“El Faro Astorgano”, 31, 5, 2024
Aunque una primavera adelantada, unos días calurosos, nos cuajen de flores los frutales, es el nuestro un clima frío. Y sucede con frecuencia, este año en las tierras que de Astorga se extienden hacia el Finisterre, que aquellos pétalos blancos o rosáceos, los estambres y hasta el cáliz una mañana cualquiera, después de una o dos heladas, aparecen ante tus ojos como hojas de tabaco calcinadas. Si desolado los llevas a tus manos observarás, por sus pedúnculos, cómo no se rindieron ante enemiga tan chupóptera y fiera. Es mayo mes traicionero; te confías porque ha pasado la temida helada de la Cruz de Mayo y adentras en la tierra las plantas de tomate, de pimiento, con la esperanza de que maduren antes del septiembre membrillero, y en un par de noches su verdor se ha convertido en un amarillo macilento. Puedes tener la precaución de protegerlas con vasijas de agua sin tapón pero enraízan con un tallo de un verde tibio, que no intenso; mejor remediarse con las viejas tejas en cumbrera, de las antiguas cerámicas, pues por ellas se cuela el sol, las libran del frío del norte y desprenden en la noche el calor del día. Como nos tientan con plantas tempraneras, nos empeñamos en adelantar la cosecha de las más preciadas hortalizas, vano intento si al sol natural ha de crecer el fruto, pues sabios siguen siendo los dichos hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo, y la helada de santa Rita todo lo quita.
“El Faro Astorgano”, 17, 5, 2024
Bello espigón
Los monumentos se asientan en un espacio, que merece ser cuidado, para realzarlos; y así ha sucedido, con menor o mayor fortuna, en ese corredor de Astorga desde Puerta Sol al ábside de la catedral, en el que se alternan plazas y calles, con enlosados, fuentes, esculturas y miradores. No ha corrido tal suerte el último tramo, el espigón conformado por una planicie arbolada, propiedad del Cabildo, y la calle que, tras negociación entre los capitulares y ediles, pasó a dominio público en 1894, cinco años después de derruidos el arco y muralla de la Puerta de Hierro que delimitaba su final. Por primera vez esta zona monumental, hacia el norte, es decir, la continuidad del ábside catedralicio en la sacristía neoclásica y el archivo, merece una actuación pensada, que prevé unas óptimas redes de saneamiento y abastecimiento; y, al tiempo, una panorámica poderosa, compartida con el palacio. El Ayuntamiento acaba de finalizar la remodelación de la calle (que lleva el nombre del obispo Mérida), con la conservación soterrada y testimonio, sobre el solado, de la antigua muralla y Puerta de Hierro. Ahora compete al Cabildo, que ha retirado la desafortunada plantación a voleo de los años 70, solventar los problemas de filtraciones y ajardinar con criterio la planicie. Ávidos estamos por constatar un acierto más en esa constancia de rehabilitar y engrandecer el primer templo diocesano y su entorno.
“El Faro Astorgano”, 19,4, 2024
El lince
Se trata de una expresión jugosa, “es un lince”, y sirve para calificar la agudeza de una persona. Sin salir de las cercanías de Astorga, si caminas por sus puntos cardinales alguna vez te habrás encontrado con jabalíes, un zorro, unos ciervos, incluso, en mi caso, en la cañería de riego de la huerta, con una escurridiza comadreja, la cual, al discurrir el agua para los cultivos, se fugó y ya no la vi nunca más. ¡Cuidado que son hermosos la comadreja, el ciervo, el zorro…!, y hasta el jabalí aunque, al que observé por un coche golpeado en la cuneta de la carretera a Nistal, no aprecié en él más que un bulto cubierto de sebosas cerdas y desafiantes colmillos. Dicen algunos haber visto el lobo, incluso abrir la ventana y sentir que el silencio de la noche se lastima con su aullido quejumbroso. Ajeno nos es el lince, estos días de actualidad, pues un ganadero manchego, al entrar en su nave, vio que hospedaba sus tres crías. La estampa de estos cachorrillos, acurrucados entre la paja, como un ovillo de lana cardada, salteada con dos ojos verdes, despierta ternura. Preocupa el que sea un animal en peligro de extinción y nuestras autoridades junteras debían elegir un lugar de matorral, con conejos silvestres, su imprescindible alimento, para lo que llaman su ‘reintroducción”. Y Astorga, hacia Brazuelo, figuraba como paraje idóneo: linces somos, pero nos tendremos que conformar con tan sagaz expresión.
“El faro Astorgano”, 5, 4, 2024
Olores,
aromas
Dejando atrás la sinagoga enterrada, me adentro un día más por los yemados árboles del Jardín, que un día vi muertos por la grafiosis y de nuevo plantados como juncos desamparados. Ventean ya sus aromas en el altozano amurallado, cara al Teleno, y no merecerían ser impregnados, aún menos nosotros y nuestros vecinos, del tufo que depararía el almacenamiento cercano de toneladas de desechos extraídos de depuradoras y plantas fétidas. En el otro gran parque urbano, El Melgar, que se extiende desde la antesala de la puerta romana a la del rey, 45 prunos bordean, con copas rosáceas y pétalos en el suelo, el aterrazado paseo que se solaza a la vista de tres torretas, la de Granell, la de Pedro Mato y la de la sacristía catedralicia. Está más amparado este plantel por tupirse bajo la cerca, pero también le llegaría el olor nauseabundo, como a aquellos otros, próximos, en la ribera del río, o lejanos, en el paraje del Mayuelo. Tiene la ciudad en cada estación su aroma y su fragancia, de árboles y rosas, de setos, lavandas y peonías, y si abres la ventana en días de copiosa lluvia el olor de la tierra mojada, que según la mitología griega fluye por las venas de los dioses, es refrescante y agradable. Dicen los expertos que el olfato tiene una conexión directa con las emociones, ¿cuáles las nuestras si lo que es fragancia, aroma, buen olor, lo convierten en emanación de removida cloaca?
“El Faro Astorgano”, 26, 3, 2024
Cal y arena
Desde 1890 a la guerra del 36,
prendió en la ciudad la querencia por una arquitectura industrial y doméstica,
exquisitas. Fuere por el estímulo de ese palacio episcopal al que se adentraba
por un pórtico en abanico y se alzaba con grandes vanos góticos, bien debido a la
influencia modernista (aquí cultivada en la pintura y revistas literarias), se construyeron una serie de edificios rematados con ménsulas, forja, estucos y esgrafiados, de gusto vegetal, geométrico o
mitológico. Un grupo de arquitectos
jóvenes, que diseñarían para Madrid y
otras capitales obras de excelencia patrimonial, recibieron de chocolateros,
comerciantes…, el encargo de redactar los
proyectos con que levantar sus fábricas, y viviendas con almacén o tienda. Tales
como Palacios, con la casa Granell, Eznarriaga, la de Juan Panero
en la Plaza y el palacete de Magín Rubio, Cárdenas con el Gullón, el ingeniero Matinot, la Casa del
Mejicano (según apunta Agustín Álvarez), Guisasola con el nuevo casino... Y sin
tanta nombradía, un buen número de edificios
coetáneos, algunos sin restaurar, de opaca belleza por la pátina del tiempo,
perviven dentro y fuera del recinto amurallado. Fueron materializados por
grandes maestros de obras, autores en ocasiones del propio diseño, como
Policarpo Arias, Pascual Álvarez, Pedro Cuesta, Luis Nistal… Y, admírense, fachadas
tan bellas, en su revoco u ornamento, con materiales tan comunes como la arena y la cal.
“El Faro Astorgano”, 8, 3, 2024
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Tractores
Los jóvenes no han conocido cómo en San Andrés y Rectivía, los labradores, que eran numerosos, cultivaban el campo auxiliados de antiguos aperos, y remolques, tirados por caballerías. El tractor desterró las yuntas, los machos y los caballos, y tras las carretales se habilitó espacio para el nuevo motor; tal ha sido su evolución que su ‘tripuntal’ aloja los más sofisticados aparejos, incluso van dotados de tecnología digital. Viejos labradores, otros que compatibilizan el trabajo operario con el cultivo de fincas heredadas, y algunos jóvenes, hacen posible que una buena parte del campo de Astorga y de sus comarcas lindantes no se vea invadido por la maleza. Cuentan con ayudas europeas, muy diversas, y según cultivos: las asociadas, las de desarrollo rural, y dentro de estas las medioambientales…; gestionadas por la Sección Agraria Comarcal, sita en edificio próximo al Mirador, y que hoy luce, al haber sido remozado, decoroso. Las limitaciones ecológicas, los costos de producción, la farragosa burocracia, han incendiado a nuestros labriegos y a los demás europeos, los cuales, como enseña, blanden, un día sí y otro también, su tractor ante parlamentos y sedes de gobierno. Su supervivencia es nuestro alimento, y también el que esta tierra no termine siendo un absoluto baldío de placas solares, de molinos de viento, y aún más de miles de toneladas de desechos enterrados o manipulados al puro viento.
“El Faro Astorgano”, 27, 2, 2024
La grúa
Antes de que avanzase este siglo, desde los altozanos que se solazan para encaminarte a la ciudad, emergían ante los ojos, sobre el caserío, como gigantescas veletas, múltiples grúas, que no las movía el viento, pero eso parecía. A su costado se iban alzando nuevos edificios, en antiguas calles o solares baldíos. Desde que se rehabilitase el Gullón, 2011 a 2015, a no ser ocasionalmente, no ha vuelto a destacar otro puntal hacia el cielo, por ello resulta una novedad la alta torre de gigantesco brazo, emplazada en el solar de la harinera de la calle del Cristo. Con dos millones de euros, otorgados por el Gobierno de la nación en 2021 para bienes del Camino en la ciudad, el Ayuntamiento ha pretendido restaurar el tramo de muralla más rapiñado. Largos han sido los trámites, para su consecución, y después de desbroce, catas, permisos de propietarios, o la propia contratación de obra delegada en la Autonomía… Cobija este tramo de muralla, al noroeste de la brecha abierta en su seno en 1853, cuantos males ha sufrido la cerca desde la segunda mitad del XIX: la ocupación de suelo público en su base, silenciada por la Corporación del Directorio del general Rivera, la demolición de sus cubos, la monda de su armazón para asentar en su hueco la vivienda derruida en 2017… Toda una nefasta historia que será, salvo en sus cubos, desagraviada con labor artesanal y el trasiego de esta ‘eiffelesca’, monumental grúa.
“El Faro Astorgano”, 9, 2, 2024
La puntada
En los inicios de los pasados 60, los domingos, las dos plazas ensambladas no eran peatonales, pero por ellas paseaban y conversaban familias de obreros, del ferrocarril y de la labranza, antes de ver la película en los cines cercanos, Gullón, Tagarro, Asturic, o en el Velasco y Capitol. No faltaba, en la de Santocildes, la cigarrera, con la mesilla de cajetillas y picadura junto a papelillos de arroz y mecheros de chispa; y en la Mayor, el bombo de obleas, el carro de helados por el verano y en toda estación, en su cantón, el puesto con chochos, chiflatos y chupilargos. Si dispusiéramos de una fotografía de aquel pasear apacible, comprobaríamos la elegancia de sus trajes y vestidos de fiesta, muy contados, atesorados, duraderos, y ajustados a la hechura de cada cual. Era la Astorga, vestida por los sastres, las modistas, de alta costura. Hoy los armarios rebosan de atuendos y existen en las calles contenedores donde arrojar ropa a medio usar o recién estrenada, fabricada con tallas estándar. Carecemos de sastres y modistas, pero perdura el arte de la confección, gracias a las costureras, que hacen arreglos a las prendas, cogen los bajos del pantalón o elaboran bellos encajes. De ellas se ha acordado este año César Núñez, con el cartel de Piñata, pues es fiesta que requiere disfraces de fina aguja veneciana. Todo un disfrute este cartel, con el rostro de un clown en el que “no hay puntada sin hilo”.
BOTELLA TAÑIDA
Famoso es, en esa Cabrera, enriquecida por el
relato de Carnicer y de Oria, Edilberto,
urbanita retornado a la tierra de sus ancestros para vivir del pastoreo y agitar la vida de unos pueblos,
casi deshabitados. Es el suyo un empeño por salvaguardar su folklore, sus ritos y habla. El
documental, referido a su nombre y al de las brañas adonde con su rebaño trashuma
en verano, Arganeo, le ha dado cierta
fama, que no decae pues de continuo se graba y difunde, por medio de su móvil, con natural soltura. Para el 2024,
ha pedido a Dios salud, trabajo y se cumpla un antiguo dicho oral, de complacencia humilde: “Mientras haya
chicharros comemos y de que se acaben tocamos na lata, cantemos y beilamos.
¡¡¡Y a las penas puñaladas!!!”. La
última hazaña ha sido juntar a una docena
de cabreireses para acercar a los
pueblos diocesanos de Benuza, uno tras otro, a los reyes magos. Al amparo de los montes Aquilanos sumergidos en la
niebla, todos caminan vestidos a la usanza,
ellas con pandereta, almirez, botella de anís tañida…, ellos con castañuelas, los reyes esparciendo
serpentinas blancas, y en la cabeza de la comitiva Edilberto con la chifla y el
tamboril. Es una estampa de resistencia, la de este peregrinaje, para que
incluso un solo niño, como en
Santalavilla, reciba, asombrado, la visita real; como la tropilla de rapaces que corrían por las casas de losa y corredor antes de la
masiva migración de los 60.
“El Faro Astorgano”, 12, 1,
2024
Escarcha
Desde antiquísimos tiempos, en esta tierra
contamos con una rica historia navideña, tanto religiosa como artística, confitera, pastoril y popular, la
cual cada vez va cediendo más ante la parafernalia en torno a Papá Noel. Personaje este ajeno a nuestra costumbre hasta
los pasados 70, años estos en que se
inicia una mercadotecnia que irá calando en niños que serán padres y abuelos.
Lo cierto es que hoy prima en adornos,
postales, disfraces, regalos… Últimamente, hasta los villancicos son
desplazados en vídeos, transmisiones institucionales y comerciales, por
cualesquiera composiciones inglesas. Incluso el propio Ayuntamiento, estas
Navidades, ha prescindido en el hall del
ramo leonés, en favor de
unas escuálidas figurillas de
resplandor tintineante y un gigantesco Santa Claus, el cual, tan
desafortunada es su presencia, que si llega a ser colocado, en su lugar, como es costumbre, el buzón real, lo vaciará cada noche y se tragará las cartas
de los niños, para que no las reciban Sus Majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar.
Hay consuelo: en las calles, los parques y lontananzas, te curte estos días
tras la Nochebuena un frío tan intenso, nebuloso y calmado, que la pródiga escarcha escala arracimada en cada rama
deshojada. Y ya vayamos por el Jardinillo, la Sinagoga, la Eragudina, Melgar o
Mayuelo, o nos adentremos por las veredas del río, auténtico, brillante, níveo, es el paisaje en
esta Navidad.
“El Faro Astorgano”, 29, 12, 2023
Astorga, demolición castillo feudal. "La Ilustración Española y Americana", n.º 47, agosto, 1872 |
Juego de Cañas
“El Faro Astorgano”, 15, 12, 2023
Arboricidio
Aquel 12 de marzo del 86, día de votación
sobre la OTAN, bien de madrugada, la expedición, integrada por el concejal
Daniel Gallego, Agustín Lera, de la Agraria, el oficial José Manuel y otros jardineros, se encaminó hacia
La Baña. Guiados por el hijo del Carrilano, Juan Carlos Martínez, llegaron, por
la montaña boscosa, al paraje, excepcional, donde crecen los tejos, entre
avellanos y abedules. Tuvieron que portar los 15 tejos extraídos, al hombro,
durante más de 2 km, para retornar al viejo Land Rover municipal; los dos
mejores se plantaron al día siguiente en el nuevo parque, el del Aljibe, cuyas
obras, en el solar del antiguo cuartel facilitado por el Cabildo a la Guardia
Civil, estábamos finalizando. De prender, necesitarían lustros para rivalizar
con el porte del viejo nogal, salvado del derribo, junto al muro de arcos, tres
años antes. Merecieron gran acogida al tratarse de árboles milenarios, con
trascendencia para astures, romanos y cristianos. Y lucían con su gran copa y carnosos arilos, hasta el
jueves, 16, día en que por orden concejil fueron macheteados; tan afeitados, que ni a ser esqueletos alcanzan. Aún peor
suerte han corrido, hace días, los 8 arces plantados este febrero, en sustitución
de lombardos fenecidos, ante el antiguo instituto. Por idéntica orden concejil
que en enero del 16 conllevó la
arrancada, en El Melgar, de los 29 tilos
de la pérgola arbórea. Parece que no será el último festín.
“El Faro Astorgano”, 1, 12, 2023
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Máquina, con concesión municipal a Isabel Suárez |
Castañas
De las plazas Mayor, y de la Estación, o de
Santocildes, fueron desapareciendo los puestos de helados, de golosinas, o el
bombo de obleas. Ha sido la Plaza, con sus donceles, el reloj y los
maragatos, el lugar apetecido por estos vendedores, como se aprecia en las
fotos antiguas. De estos personajes, me gusta el poema “El
buñolero”, de Félix Cuquerella, publicado
por el “Heraldo”, el 21 de abril de 1899: al amanecer en un día de fina nieve,
en el centro de la Plaza, ya retirados
los serenos, alrededor del fogón, unos niños “medio encogidos se acercan al
fuego”, a la espera de que el buñolero les depositase en cestas
de lata los dulces para venderlos por la ciudad, al proclamo de “¡¡calentitos!!
¡¡¡buñolero!!!”. De estos oficios artesanos, el rey desde nuestra infancia fue el
apacible Riancho, con su blanco carrillo de helados, su roja barquillera con
ruleta y la negra máquina de asar castañas. La venta de castañas calientes
permanece desde antiguo, dado que en el padrón de 1869 ya figura como castañera
Dominga del Otero, de 48 años, avencidada en c. del Cristo, 17; y cuando
la familia de Riancho dejó la plaza de los taxis, va para 17 años, fue
sustituida por la vecina de Villadangos, Isabel Suárez Rojano. Hace unos días
que ha vuelto. Su máquina no tiene la hermosa hechura
de la de Riancho, ni se caldea con carbón de encina, sino con butano, pero no
deja de resultar una pintoresca máquina de asar castañas.
"El Faro Astorgano", 18, 11, 2023
No era el primer tren para los astorganos, el que llegó el 21 de junio de 1896. Treinta años antes ya podían viajar en el que, vía Palencia arribaba a la capital del reino. Pero el convoy de 100 m de longitud, por la Línea del Oeste, Plasencia / Astorga, tirado por dos locomotoras, con vagones para el ministro Linares, autoridades y periodistas, restaurante y coches cama, era espectacular, dado su carácter inaugural. En su recorrido de 347,5 km, desde la cabecera, una multitud en estaciones, apeaderos, ya fuese por dehesas, cereales y regadío, vitoreaba a aquellas locomotoras que rugían y exhalaban humo a una inusitada velocidad, 60 km / hora. Cuando llegó a Astorga, el distinguido cortejo fue recibido por la Corporación bajo mazas, la banda, estandartes y trajes regionales, con continuos vivas al rey (niño) y a la reina (la madre regente). La algarabía de aquel caluroso 21 de junio se convirtió, en la gélida Nochevieja de 1984, en un resignado silencio, con pocos viajeros damnificados, pues lo obsoleto de las vías, la preferencia por el coche y el autobús, la voracidad mordida en su patrimonio, tiempo hacía que habían relegado su uso. Andan con estudios para resucitar esta histórica Línea, y sobre ella cae una maldición, como la sucedida para la Calzada de la Plata, fundamento de su trazado, al contemplar su desvío anticipado a León, en perjuicio de las tierras de Valcabado, La Bañeza y Astorga.
“El Faro Astorgano”, 3, 11, 2023
Leopoldo Herrero, Antonio del Río, desconocido, Antonio, Moncho. Los tres últimos mecánicos, llos 1os, para carga y descarga.Estación de S. Andrés. |
La pértiga
En el último tercio del XIX el centro de la ciudad se llenó de torres y postes, telegráficos y eléctricos, los cuales sujetaban un tendido de tirantes que surcaban las calles como si por ellas discurriese un trolebús. Tal maraña ahuyentó a los pendones, que acompañaban el Corpus Christi, pero con el tiempo se construyeron centrales y transformadores, y los cables se ciñeron a las fachadas, menos en los cruces, que en menor cuantía aún perduran. Para librar los altos pasos de las procesiones se precisa alzarlos suavemente, con una pértiga, la cual, en su porteo al hombro, Paco, ya fuese la antigua de madera, o la nueva desmontable de aluminio, mantuvo siempre el garbo, como don Quijote con su lanzón. Si hemos visto las lomas que nos llevan a Piedralba llamear las estaciones ante el Ecce Homo, era porque Paco estaba al quite tanto de prender la mecha como de apagar las brasas y devolver a la noche su oscura intimidad. Todo un personaje, este vecino de Santa Clara, antiguo alumno de Cosamai, al que daba fama con su destreza en la bicicleta. Le gustaba adentrarse tras los faldones de los gigantones para bailarlos, tocar el bombo para el Atlético, repartir almohadillas en las tardes de toros…, y llenar los escaparates de carteles festivos. Lo cuidó, en su salud quebrada, su inseparable hermano, y en su definitiva morada, junto a sus padres Lucía y Vicente Panduro, con la lluvia siguen frescas las flores.
El Faro Astorgano, 24, 10, 2023
con enfoque: las de 10 personas que han desempeñado las más diversas tareas, en el bar, la docencia, el comercio, el ferrocarril, en la casa. Aparecen fotografiadas sonrientes, en Vilanova de Bellpuig, Arcos de Jalón, Santa Comba, Trebujena, Astorga y Barrientos…; con sus habilidades, el ganchillo y la raqueta, las plantas y el dominó. Quien conozca el padecimiento del párkinson sabe que la dopamina atenúa pero no alcanza a detener definitivamente la rigidez, o bien el temblor, por lo que, en la medida que uno o ambos síntomas sin remedio se agravan, se requiere ir acrecentando la fortaleza en el ánimo propio y la templanza por parte de los acompañantes. Esa fortaleza es la que se respira en la exposición de la Biblioteca, auspiciada por varias asociaciones del ramo, entre ellas la astorgana. Avelina, que se nos muestra con un tapete blanco en las manos, regentó durante años, con su marido, el Bar Midi, en Señor Ovalle, un tiempo una cafetería en León, pero su trajín se veía interrumpido cada vez más, hasta que, diagnosticada, tuvo que dejar el trabajo que ‘le encantaba’. Domingo ejerció de Jefe de Estación, en Astorga, y ahora, jubilado, ve pasar los trenes cada día por Barrientos; en la fotografía maneja fichas de dominó, mientras su sombrero blanco reposa en la mesa. Hay un paso que nunca se bloqueará para Avelina y Domingo: de camino para la atención a los clientes, y hacia el tren, con el rojo banderín.
El ferrocarril
Alcanza en ocasiones el salón remozado de la Biblioteca, con sus butacas verdes y sus costados de simuladas hojas de roble, traspasadas por la luz, su sentido de ágora astorgana. Eso sucede cuando un cuantioso público se muestra ávido por compartir y aprender sobre asuntos que guardan relación con su vida. Como en la tarde del 15 de agosto, en la que Alberto Matías y Marco Macía nos presentan su libro acerca del ferrocarril en Astorga. Para las nuevas generaciones son, prioritariamente, el coche familiar o el autobús, en las dársenas, sus medios de transporte. Nada comparable al antiguo bullicio y trajín del largo andén en la estación de la Línea del Norte, punto de partida también para la del Oeste, desde donde, cuando niños, nuestros padres nos llevaron a conocer las olas del mar o, ya adultos, emprendimos el camino para forjar nuestro destino. Todo abarca, tanto estas cuestiones afectivas, como otras históricas y técnicas, el copioso volumen sobre el medio de transporte que nos introdujo en la modernidad y transformó, junto a los chocolateros y Gaudí, el paisaje urbano. Son numerosos los ferroviarios asistentes, de varias generaciones, y se platica sobre cómo era la gestión de cercanía, con El Recorrido, factores, jefes de estación, sobrestantes, guardagujas y especialistas... Y esta de hoy, con una estación impoluta, solitaria, de gestión remota, combativa por mantenerse y conquistar mayor relevancia.
“El Faro Astorgano”, 8, 9, 2023
Vuelta XLI
Cuando Perico Alonso Domínguez, acompañado de José Corona Bueno, para las fiestas de 1983 nos propusieron celebrar la I Vuelta Chapista, ya contaban con 41 inscritos. En calidad de director de carrera y juez árbitro, ellos mismos; más tres árbitros, Jorge Romo, Juan José Vilanova, José Alonso Herrero, y un encargado de prensa, José Miguélez Romo. ¿Podía tener éxito un divertimento para niños, con una chapa metálica de botella, impulsada por el pulgar e índice, u otros dedos, por circuitos pintados con tiza con la concepción y lenguaje de una vuelta ciclista profesional? Vaya si lo ha tenido. Por el itinerario patrimonial, cada fiesta de Santa Marta, con trazado en el suelo, o sobre rampas móviles, se vienen celebrando diversas etapas: contrarreloj, tres en línea, la etapa reina y la contrarreloj final o cronoescalada. Este año los inscritos, niños y niñas, que no han de superar los 13 años de edad, han sido 58. Promueve esta prueba el respeto, la igualdad y la amistad; y favorece un arraigo generacional con la ciudad. De los fundadores cogieron el testigo, desde 1997, año en que falleció Perico, los que fueron niños jugadores, Jesús García Ovies, presidente, Alfredo Rebaque, vicepresidente, Alberto Víctor Fernández, secretario, y como tesorero, Rafael Otero; algunos de sus hijos, junto a otros, colaboran en la organización. Los premios estrella son las bicicletas y el patrocinio, empresarial de la ciudad.
“El Faro Astorgano”, 29, 8, 2023
El cartel
Cuando, en el Prado, echamos la vista sobre “El jardín de las delicias”, el tríptico del Bosco, los ignorantes, quedamos fascinados ante una multitud de figuras y de colores, y aquellos otros con conocimiento, a mayores disfrutarán, hasta donde alcancen, con la simbología alusiva al paraíso, al pecado y al infierno. Esta doble visión de una obra artística fascinante es propia también del cartel de nuestras fiestas 2023: a primera vista a los foráneos cautiva por su geometría, su figuración y su color, y para nosotros, por ser cotidiana su simbología, es decir, aprehendida desde la infancia, despierta vivencias en lugares preferidos, variados sonidos musicales, explosiones luminosas, ceremonial catedralicio, retablos con marionetas, el luminoso día y la plateada noche… No puede la palabra alcanzar a la pintura: ahí están trazados los chapiteles y la espadaña con la campana y los maragatos, ambos en un aparte engalanados y con repique de castañuelas anunciándose la fiesta, el corsé amurallado que circunda el jardín con su templete, las chapas circulando por el suelo, la música instrumental, Gorgorito atizador. Y otros elementos como el blanco alfil rematado con la mitra episcopal, el ardiente sol y la coqueta luna con sus trenzas en cintas de colores… No alcanza la palabra a relatar cuán virtuoso es el diseño de este cartel, de César Núñez, lo sé, pero quizás pueda incitar a adentrarnos en su fascinación.
“El Faro Astorgano”, 10, agosto, 2023
Los mayores del lugar aún recuerdan su nombre: Casa del Botero. Aunque en ruina, perduraba, en la calle de la Fuente, después de Húsar Tiburcio, su decorosa fachada, con su mampostería de piedra y mortero. Seis eran sus vanos, simétricos, recercados con ladrillo visto: en la planta baja con puertas de dos hojas accesibles desde la calle, y los tres del piso superior ornados con balcones de forja floreada. En esta casa abrieron su negocio José Carro Fernández, de Villamañán, y Martina Verdejo Mallo, nacida en Santa María del Páramo. Cuando la retroexcavadora finalizó, el día 15, su derribo, avistamos, como cierre de su patio, un muro medio derruido del castillo de los Osorio. Ni rastro ya del olor a piel de cabra curtida ni de vino transportado. Arduo era aquel trabajo para fabricar corambres o pellejos, destinados a la venta o alquiler: había que esquilarlos, coserlos, empegarlos. Tan grande era su tamaño, que con 40 unidades, una vez henchidas con vino de La Mancha, se completaba un vagón, mercancía que recogían, llegada a la estación, los almacenistas. También cumplían con la bota ‘de empinar’ para los lugareños. Falleció José en 1923, con 56 años, y continuaron con el negocio su hermano Luis y su esposa Eufrasia. En el piso superior, con Martina vivía su hijo Miguel, el alcalde que libró a Astorga de una tragedia en julio de 1936, pero al alba aciaga de aquel 15 de agosto, en la pared del cementerio, nadie lo libró a él.
“El Faro Astorgano”, 27, 07, 2023
Nota: El alcalde Miguel Carro Verdejo en julio de 1936 pidió a los mineros que bajaron a tomar el cuartel, con armas, que él respondía de su acatamiento a la legalidad, por las consecuencias que se podían derivar para la ciudad. Se fueron los mineros y el Regimiento se sumó al golpe de Estado, y él (no solo) fue fusilado el 15 de agosto ante una pared del cementerio.
OTROS TIEMPOS
Viniendo de Santiagomillas, a 3 km de Astorga, antes de sorprenderte con esa visión horizontal de la ciudad en la que las torres catedralicias despuntan en un remanso de techumbres, un letrero, Contenedores del Tuerto, te avisa de que en su loma se almacenan todo tipo de desechos: áridos, materiales de derribo, plásticos… Se trata de una empresa de recepción de residuos, a la que acuden los constructores de esta zona. Hoy en día, la eliminación del desescombro cuesta un potosí, pues el promotor, además de presentar aval en el Ayuntamiento, debe entregar los justificantes de haber resuelto su reciclaje. Alberga el paraje de El Sierro toneladas de escombros, hoy imperceptibles, pues el Ayuntamiento ejecutó hace unos años su sellado. Igualmente procedió en Valle Oscuro, con el antiguo vertedero de basura. Hubo un tiempo en el que nuestras llanuras y lontananzas estaban inmaculadas, pues era costumbre el reutilizar los materiales. Así sucedió con los sillares y el mármol romanos, y desde 1837 y siguientes décadas con el rebaje de las murallas y demolición de sus arcos. La labor del desmontaje del antiguo atrio catedralicio, 1859 / 1864, no pudo ser más provechoso: el Ayuntamiento compró al Cabildo los caballetes de la pared por 1000 reales, a los que añadió 2500 para el arreglo de la aledaña plazuela, y la iglesia de San Francisco se vio beneficiada de las antiguas losas para su presbiterio. Eran otros tiempos.
"El Faro Astorgano", 14, julio, 2023
ÚLTIMA CURIOSIDAD
Es tan relevante la presencia, en el balconcillo consistorial, de Colasa y Juan Zancuda, que los 14 donceles nos pasan inadvertidos. Algo parecido sucede en la catedral, donde Pedro Mato tanto impera en la torreta del ábside que apenas nos apercibimos de las dos altas estatuas que flanquean las puertas de la entrada principal al atrio. Desde niño me ha gustado cruzar este amplio espacio de jaspe, y no quería finalizar mandato sin llegar a descifrar las inscripciones que, cubiertas por los líquenes, figuran en el pedestal de ambas figuras. Sépase que, como los donceles, sostienen con su mano izquierda un escudete, con el Agnus Dei del Cabildo, esculpido, mientras en el relativo a los primeros destaca la rama de roble municipal. Así que socorrido de almas generosas, José Miguel Rubio, con su grúa-cesta, y del cantero Abel Sierra, fue posible desvelar, el pasado 14, el enigma de las inscripciones en ambas estatuas: ornavit templum, en la primera, y ampliavit atrium en la cercana al Hospital. Indagar en las actas capitulares a qué obedecen ambos textos, en los que el Cabildo celebra una gran mejoría en el interior de la catedral y la remodelación y ampliación del atrio, ha sido una curiosidad satisfecha con el sabio auxilio del director del Archivo. Por ambas estatuas, ¿acaso representación virtuosa de la fe?, apoquinó el Cabildo, en 1883, a Nicolás Capelan Suárez, 2500 reales. Bien empleados que fueron.
“El Faro Astorgano”, 30, junio, 2023
Pétalos
e hinojo
Como los niños de primera comunión este domingo van esparciendo en el recorrido de la procesión del Corpus Christi, desde la catedral hasta la Plaza, pétalos de flores, las calles de noble pavimento quedan salteadas con hojas blancas, rosas y rojas, de despojadas corolas. Vaciarán, finalmente, sus cestillas en la alfombra floral municipal que los jardineros, temprano, han ido componiendo, según plantilla de José Luis de la Iglesia. Otra alfombra, de menor tamaño, ha sido extendida en la plaza de la Libertad. De flores, con sumo gusto colocadas por Alfredo Fernández, henchido va el carro triunfante, obra de Miguel Echano, que recaló por aquí en 1832 para elaborar planos por mor de un pleito de aguas en el Convento de San Dictino. Acoge bajo el templete de cuatro columnas corintias, la Custodia, que preside un amplio cortejo: estandartes y cetros de la Semana Santa, banda municipal y de Puerta de Rey, el obispo, el Cabildo, la Corporación bajo mazas y autoridades, los niños y los fieles. Si volviéramos la vista 160 años atrás, nada, tampoco, igualaría a la Custodia, de plata sobredorada con esmeraldas; y no sería menor el esplendor procesional, con exigua banda municipal, los santos de cada barrio, los pendones de San Andrés y comarca… No lo sería, pues sin alfombras florales, sobre aquellas calles de tierra se esparcía arena y se cubrían de juncia, botón de oro, lirios, hortelana romana…, y de oloroso hinojo.
“El Faro Astorgano”, 15, junio, 2023
El gozne
Cuando uno mira la ciudad desde los arrabales
se percata del gigantesco trabajo y los cientos y cientos de toneladas
necesarios para levantar la gran cerca. Estos días la excavadora ha venido
mondando la calle donde luce la catedral su ábside, su sacristía y su archivo,
para a continuación los obreros, según disponga
la arqueóloga municipal, ir limpiando la muralla aflorada. El amplio
tramo rescatado arroja testimonios fehacientes de nuestra historia: los
labrados sillares de la Puerta Romana, la más antigua, del siglo IV, descubierta por Mañanes en las
excavaciones de 1972; el umbral de la
Puerta de Hierro, cercana al parque del Aljibe, alzada en el siglo IX…; incluso
restos empotrados de metralla. Esta parte amurallada de la calle Mérida Pérez, entre
las dos puertas, ha sufrido gran destrucción,
bien por la artillería napoleónica, o por los propios habitantes, para que no
quedasen salvaguardados, en caso de ocupación, los invasores franceses; permaneció tiempo, todo este destrozo, en un
inmenso talud de piedras derruidas. Pese a tantos estragos, el descubrir ahora soterrados
testimonios de la Puerta de Hierro, arrumbada en 1889, es de gran importancia,
pues son los primeros que podemos inventariar: con sus sillares, su cuidado
empedrado… Y con un elemento singular anclado en su suelo: el gozne donde se encastraban las
grandes portonas. Un gozne, símbolo de resistencia y abolengo de nuestra propia
vida.
“El Faro Astorgano”, 1, 6, 2023
Acta, 22, nov. 1889, dice que se ha iniciado el derribo de la Puerta de Hierro.A subasta las puertas,acta 20, 12, 1889.
(Nota. El acalde Miguel Carro Verdejo pidió a los mineros que bajaron, con armas en julio de 1936, a tomar el cuartel que se fueran pues él respondía de su lealtad a la República. El cuartel se sublevó y él fue fusilado ante una pared del cementerio el 15, 8, 1936, junto a otros astorganos.
Flores
Junto a la
ventana que daba a la Moldería, el rosal trepador, cada primavera, y tan solo
una vez, ofrecía sus rosas alba, las cuales, al no haberlas manipulado el
hombre, te envolvían en toda su fragancia. Era un rosal resistente, y de tener
admiradores, aparte de uno mismo, puede que alegrasen la vista a los conejos,
cercanos, que habitaban el largo cajón de madera con su alambrada. Según se
iban marchitando las rosas alba iba enjugándome con ellas las manos, así se
impregnaban de un aroma especial, que no
tenían las que se enroscaban en los arcos de La Rosaleda. Es este un recuerdo
de la infancia, que se aviva cuando las
flores se festejan, por mayo, en la ciudad: en la cascada de geranios que
vierte, desde 2016, el gran odre del Jardín, este 14 de mayo intensamente
rojos. Y en la Ofrenda que esta misma mañana, en la catedral, han tributado a
La Majestad, Ayuntamiento, cofradías
archicofradías y hermandades. A los pies de esta maravillosa talla, quedó
depositado un enjambre de ramos, con las flores de tenues y vivos colores,
provenientes de la España cálida: lirios, peonías, flores de cera y margaritas,
astromelias, solidagos..., blancos, fucsia, malvas, jaspeados... Son preciosas
estas flores, pero sin fragancia. Al contrario que mis rosas alba; y que el 'cantruejo', tomillo y tomillina, la
urz negral y los 'pechugos', y tantas plantas silvestres que en las
lomillas hacia Maragatería te trastornan
el sentido.
“El Faro Astorgano”, 18, mayo, 2023
Las manos
Ni el abrasador sol del sureste, tampoco los cambios bruscos del calor al frío, aun menos los racheados copos de nieve, han estragado, en 376 años, las puertas con la efigie de los obispos, Toribio y Efrén, Dictino y Genadio, en el atrio catedralicio. Ha sido la mano del hombre, involuntariamente, o con intención dañina, la que, con golpes u objetos cortantes, fue arrancándoles manos, rebanando narices, rompiendo dedos o trazando incisiones. Algunas cuñas para taponar las grietas, oportunos ajustes, fueron los ejecutados hasta 1992, fecha en que a Proceso Arte 8 se le encomienda una profunda intervención, de limpieza y reposición. En la actual, promovida por Amigos de la Catedral y sufragada con donación popular, por tercera vez les han implantado los puños y las manos, decididamente en madera de nogal, después de haber moldeado, en el 92 con resina, y tres años más tarde por medio de poliéster con carga de marmolina. Cuidado que son bellas las imágenes de estos obispos, con su vestimenta de pontifical, pero nada tan tentador como sus salientes manos que bendicen a cuantos cruzan el umbral para adentrarse en las góticas naves. Hermosos son los florones de acanto, los corderos pascuales y los querubines, los trenzados largueros… Absténgase cualquier balandrón de tentar las episcopales manos de obra tan singular, largueza del obispo Atayde, esculpida por Lucas Gutiérrez y ensamblada por Antonio López.
“El Faro Astorgano”, 28, 4, 2023
Lápidas
El que haya llegado hasta nuestros días una de las colecciones epigráficas romanas más importantes de la península ibérica, se debe al celo de esos eruditos de fines del XIX y primeras décadas del XX. Entre ellos Andrés Martínez Salazar, Marcelo Macías, y el autor de la “Historia de Astorga”, Matías Rodríguez, recopilador en los escombros, ocasionados por el rebaje de las murallas. Las lápidas conservadas que son propiedad de la iglesia local se hallan expuestas en el sótano del palacio, en tanto la colección municipal, con 37 piezas, ha transitado, desde el último tercio del XIX, por sitios dispares: empotradas en las paredes del jardín de la Sinagoga, expuestas en el ayuntamiento, custodiadas en el palacio, descargadas en los antiguos depósitos de agua, alojadas con soporte, últimamente, en el edificio de la policía local en construcción… Hoy en día, dado que se están trasladando al Museo Romano, para poder ultimar las obras de esa última edificación, se presenta la ocasión para admirar toda la colección municipal, salvo la lápida existente en el interior de la Casa Panero. No debería rodar más tan destacado patrimonio, a no ser para llevar a cabo su definitiva exposición, prevista en la planta sótano de las nuevas dependencias de la policía local. Pues con su ritual votivo y funerario, cincelado, se nos muestra la Astorga primera, habitada por familias de legionarios, libertos, procuradores…
“El Faro Astorgano”, 14, 4, 2023
La Chirijota
Por Piñata, en la calle, en cualquier bar, estos años nos vienen sorprendiendo tres astorganos, unidos por lazos familiares, con su Chirijota: unas ‘rimas finas’, cantadas por Javier del Palacio, César y Neli Núñez, la cual compagina la tonada con un matasuegras de chirriante pito. No le falta a César en el dibujo y la composición, talento, y a todos ellos gracejo y conocimiento de nuestros ciudadanos populares, de toda suerte y condición. Dado que en mayo se celebrarán elecciones, esta ‘troupe’ carnavalesca, en directo y grabación, envía a galeras a los actuales alcalde y líderes del PP e IU, y propone, jocosamente, un elenco de personajes para empuñar la vara de mando y cambiar la gobernanza local; unas veces con chanza y retranca, siempre con simpatía. Todos juntos no dejan de representar un cuadro social de nuestros tiempos: del mundillo del bar, con Pipo, el de ‘la Cantaora’, María y Pepe, del Cubasol, de los oficios, Santi ‘Persianas’, de la solidaridad, Julián, el de los helados, de la medicina, doña Victorina, del periodismo, Enrique. También de la clerecía, las monjitas de Santa Clara, y de la política más pintoresca, Arconada; de nuestros afamados dulces, Luis ‘Mallorquina’, del teatro, ‘A ras de suelo’ y Fernando, de típicas peñas, La Pocha… Sirva, como aperitivo, una de sus coplillas: “Si quieres una Astorga con pasta y que reviva / que se presente el que le tocó La Primitiva”.
“El Faro Astorgano”, 28, 3, 2023
Berros
Dicen que solo crecen en agua pura de manantial, son bajos en calorías, poseen innumerables vitaminas y minerales, y, ahora que cunde la apetencia vegetariana, en los mercados pasa el kilo de 12 euros: los berros. Camino a Nistal, en las Fuentes de Santiago, sitas en el paraje de la Moldería y la desaparecida o anegada Tabla del Marqués, es donde esta verdura fresca campa a sus anchas. Cualquiera que se aproxime a este gran manantial observará que cubre su perímetro un manto de hojas verdes. Frente a esta opulencia vegetal, dos millas arriba, un ramillete de berros flota en el río Jerga, en las proximidades del puente de La Eragudina. Aunque he paseado este río, aguas arriba y abajo, hasta que el Ayuntamiento ha desbrozado su cauce de espadañas no era bien visible que el agua del cercano artesiano, tras pasar por un depósito soterrado, saliese entubada como un torrente hacia su lecho. No es menor caudal el de este pozo, señalado por el zahorí Ángel Albarrán, pues viene vertiendo, desde finales de marzo del 96, de 3 a 4 mil litros a la hora, pero resulta nimio para un río. Me pregunto si cuando se acerque el estío y el Jerga retorne a ser un secarral, estos berros, tan solo alimentados por el artesiano, seguirán vivos, brujuleando en el agua arremetida cual paleta verde de pintor; o se habrán extinguido, mientras los de las fuentes del Apóstol, esplendorosos, se pavonean con sus blancas flores.
"El Faro Astorgano", 10, 3, 23
CABINAS
Los componentes del grupo musical Strong, Luis Pizarro, Enrique Echevarría, Jorge Álvarez y Valentín Rodríguez, se promocionaron enclaustrados en la cabina telefónica que estaba situada frente al desaparecido Cine Capitol. Es una buena foto de Núñez, en la que se trasluce tras los cristales, dos de pie, otros dos agachados, su mirada hacia el mundo y hasta un tiento de su carácter. No tiene esta foto de 1975 rastro alguno de la angustia derretida de José Luis López Vázquez, en el mediometraje interpretado en tan minúsculo escenario tres años antes. Pero, cierto es, que después de esta cinta, ya fuese por temor de los usuarios a quedarse atrapados tras colgar el teléfono, o por variadas interpretaciones, como filme de terror o parábola del franquismo, las cabinas adquirieron una nueva relevancia en el paisaje urbano. La telefonía móvil las ha dejado en total desuso, y su retirada estaba prevista en el año transcurrido. Algunas ciudades, Astorga mismamente, se resisten a la desaparición de estos hitos sociales, que guardan mil historias de avisos, de amores, públicamente observadas. De las viejas cabinas con puertas, de los sesenta, setenta, apenas queda una frente a la rotonda de los pendones, y otras tres de diseño abierto. Todas ellas, desde el Ayuntamiento, están siendo acondicionadas con repisas para dejar y coger libros. Y por ahora son visitadas y no han tenido el menor asalto, el más mínimo derribo.
“El Faro Astorgano”, 23, 2, 2023
Carambolas
No tenía el Café Central, bajo el Casino, en los pasados 60, mucho que envidiar al de doña Rosa, de “La Colmena”: su amplísimo salón estaba salpicado de mesas de mármol blanco, eso sí, sin nombre alguno de finados en su reverso, también contaba con limpiabotas que abrillantaba los zapatos de los señoritos mientras fumaban la picadura, y todo el recinto era un vaho nebuloso. Doña Rosa pecaba de avara y no era dada, en su café, a dejar espacios superfluos, así que carecía de mesas de billar. Sin embargo, en el astorgano, en tanto los labradores, empleados, comerciantes, contratistas, funcionarios…, se tomaban un anisete y conversaban del precio de las patatas, del interés de los depósitos bancarios, del nuevo urbanismo desaforado…; mientras todo ese parloteo ocurría, en el fondo del salón sonaban secamente carambolas en dos mesas de billar. Pepe Jofervi me ha ayudado a poner nombre a aquellos jugadores, que de niño me sorprendían con su placer al deslizar sus dedos por el taco: Tomás, el Lechero, Aureliano, el Pregonero, Marcelino, el Pintor… Cerrado el Central, nuevas mesas de billar han rondado por bares o salas de juego, y hoy son disfrutadas en el Casino y en el Hogar. Pepe Jofervi y su Club nos han traído a los mejores jugadores de España a la 89 Competición: las carambolas han sonado en una sala de hotel inmaculada, sin aquel vaho ni parloteo del Central, pero infantiles carambolas todavía son.
“El Faro Astorgano”, 10, 2, 2023
Chocolate
Sabroso, dionisiaco: nuestro chocolate. Espesa bebida que pronto se degustó en esta ciudad y diócesis, reservada a la clerecía, y aristócratas como la IX marquesa de Astorga, María de Toledo, fenecida en su castillo, en 1636, y en cuyo inventario figura “un basso de la Yndia para tomar chocolate”. Las actas municipales, siglo largo después, 1758, dan cuenta de cómo se ha popularizado la fabricación y gusto por este producto, pues el Ayuntamiento realiza un pedido a la Real Compañía de Caracas de 150 fanegas de cacao para “el común de la ciudad y su cabildo eclesiástico”. Que Astorga se convirtió en una principal y temprana ciudad, en su fabricación y calidad, está bien documentado, y aún perduran edificios y útiles de aquel esplendor. En nuestra infancia deambulaban con su mercancía junto al carbonero, el gaseosero, el panadero…, la churrera y la vendedora de chocolate. Y hasta nuestra casa blanca llegaba por el sendero de las vías la señora Sofía con sus libras de ‘Santocildes’, cuando consideraba que habíamos consumido las previas en la merienda o el desayuno dominical. Algunos recordarán que nuestros ‘hermanos’, en Moissac, nos ponían a todas las horas en la mesa, como promoción, su uva “chasselas”. Así que cuando el pasado 14 Profomento, finalizada la presentación del cartel / 2023, nos invitó a chocolate con churros, me di cuenta de cómo podemos saborear y poner en valor nuestro especial producto.
“El Faro Astorgano”, 27, 1, 2023
Tent-T
Como el Guadiana, la Línea del Oeste aparece y desaparece de los medios informativos. El astorgano Alonso Garrote estuvo al cargo, como Jefe de Sección, de la instalación de este ferrocarril, de Malpartida a Astorga; su trazado, según atestigua, “es paralelo a la antigua vía militar romana llamada Calzada de la Plata”. Su construcción, con estaciones, modernos puentes parisinos, y la draga eléctrica para extracción del ‘balaste’ sobre el Esla, fue toda una celebración en aquella España irredenta. “El Heraldo Astorgano”, en 1899, informaba que contaba con un tren mixto y otro de correos, compatibles con los vagones de viajeros, tanto para ida como retorno; únicamente, un servicio menos que la Línea del Norte. Desde su inauguración en 1896, a su defunción en 1984, camino a la Extremadura viajaron familias, estudiantes, militares y repatriados; asimismo, rebaños con sus pastores y zagales, pescadores y compradores de lechones en Benavente… Fui uno de los últimos usuarios a finales de los pasados 70, pues en ferrobús, desde Puebla, con enlace en Zamora, llegabas a la estación astorgana para apearte cual alma solitaria. Ahora esta Línea, tras años ajada y hurtada, dicen que la renovarán en la década próxima de los 30, por su inclusión en la Tent-T, la Red Transeuropea de Transporte. ¿Alcanzarán a ver tal maravilla mis ojos?, y si no, dada la holganza administrativa, ¿los de otros más jóvenes?
"El Faro Astorgano", 12, 1, 2023
Horario de trenes de las dos estaciones. 1899.
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Javier Santos |
MAGOS
No
han faltado magos en las distintas civilizaciones, desde el mencionado en
papiro egipcio, Dedi, al universal Copperfield.
El nuestro, de mayor alcance, es Javier Santos, que ha cosechado importantes
galardones, como el primer premio nacional/2008 en magia de cerca. En 2002 propuso
convertir a nuestra ciudad en pionera de este espectáculo que encandila, con
sus trucos indescifrables, a un público de toda edad. Bajo la dirección del
mago Karim, y con el arropamiento del concejal Joaquín Carro, se organizaron espectáculos
de este arte singular, ya fuese en el teatro diocesano, en el pabellón o en el
Gullón, con la asistencia de centenares
de fieles seguidores, aun apoquinando por la entrada. Por citar un año (el
festival se celebraba durante La Piñata),
Luis Boyano, Enric Magoo, el francés Arno, Luis Manuel, el argentino Mirko y Karim, convirtieron en 2005 a Astorga en un referente nacional, en calidad y
afición. Pronto esta idea fue imitada en los ámbitos provincial y regional, con
la organización de festivales paralelos, el del año actual con patrocinio de la
Diputación. En la Biblioteca, en la Plaza, niños y mayores disfrutan estos días la magia de César Bueno,
Pablo Costas y Armando de Miguel. El gusto por este encantamiento entre
nosotros es ya una tradición, que se mantiene, durante el año, por actuaciones esporádicas de Jesús Miguel
Cordero, “Magic Owy”, y, con algún número, de Zamorano, “Zamo Clown”.
"El Faro Astorgano", 30, 12, 2022
El belén
En El Dos de Mayo, en la confluencia de las calles Pío Gullón y José María Goy, podías adquirir, ante la pérdida, el botón menos usual, o la hilatura menos frecuente…; con razón no ha faltado quien lo considerase como una de las mercerías más surtidas de España. Hoy es testimonio del declinar del pequeño comercio, asediado por la venta en internet, la despoblación de las comarcas, el pronto desuso de las prendas de vestir… En esta Navidad, su longo escaparate alberga el belén municipal, con una extensión de unos 50 m2 y 75 imágenes, artesanales, de las casas murcianas Serrano y Decor Arte, compradas año tras año, a El Progreso y La Comercial, en el periodo de 1998 a 2011. Primero fue adquirido el pesebre, colocado a la entrada del ayuntamiento junto a un nuevo cartero real, y después toda una serie de figuras, que completan el relato evangélico. Pretendíamos llevar al espacio público una tradición cada vez más disputada por el Papá Noel, tan ajeno a nuestras costumbres, como los llamados christmas, que no postales, con paisajes surcados de trineos. El escenario del nacimiento se ha ido acrecentando, al compás de las figuras, en cada Navidad, y desde 2020 con material reciclado y vegetación de la zona, por el trabajo artístico, durante meses, de Raquel Suárez. Valioso belén, continuador de aquel primero, inventariado en 1773, y con precedentes, en la Escuela de San Felipe Neri de la calle Santiago.
(Datos: "Astórica" 17. p. 139, año 1710, "Menudencias de hacer el Nacimiento"; en la p. 141 dos citas, 1773, en una ""Cajón con las cosas del portal de Navidad" y "Un portal de Nacimiento con varias figuras que lo adornan y son: San José de muy buena talla; Virgen María vestida; Niño en la cuna y seiis ramilletes").
Bolillos
Que a principios del XVII ya contaba España con una tradición en el encaje de bolillos no ofrece duda, pues el Tesoro de Covarrubias, en 1611, ya lo define como una labor artesana, adecuada para entremeter en las gorgueras de las mujeres. Pese a su mecanización, a partir del último tercio del siglo ilustrado, este arte popular, de dedicación paciente y gusto exquisito, aún perdura. En nuestra ciudad, mismamente, un grupo de astorganas, no falta algún varón, vienen reuniéndose los martes, desde hace ocho años, salvo en tiempo de pandemia, en El Cubasol. Son acogidas y motivadas por Veli, en su bar, para aprender y compartir labores que eran frecuentes, en las casas y la docencia, como el bordado, el tejidoo el encaje de bolillos. Su banderín es un bastidor, cuya tela ha sido pintada por Pilar Ramos con motivos de su artesanía, la cesta, las plantillas, las tijeras, los ovillos, las cintas, las agujas y alfileres…, con una significativa leyenda: “Martes Costura. Astorga”. El concejal Rubén Martínez tuvo la idea de congregar el sábado a bolilleras de toda España en el pabellón; acudieron unas 700, entre ellas un enfermero jubilado, que colmaron las blancas mesas de patrones, mundillos, y manojos de bolillos, los cuales de dos en dos movían, mezclaban… De esta suerte se iban conformando abanicos, ligas, pañuelos de arras, puntillas…, un valioso regalo, fruto de las propias manos, para un familiar o un ser querido.
“El Faro Atorgano”, 31, nov., 2022
El Jaimito
En tanto esta mañana del miércoles, 16, Alberto García, ingeniero con numerosos saberes y actualGerente del Área de Estudios de Renfe, permanece reunido en la azotea acristalada del ayuntamiento, me renacen en el despacho vivas imágenes de las dos distantes estaciones. Alberto, por esa querencia suya tan astorgana, nos ha traído a profesionales de la red ferroviaria, de ingeniería de material y de talleres, provenientes de Asturias, León y Galicia, para planificar sobre cómo hacer las pertinentes pruebas con que poner en marcha el tren del futuro, el de hidrógeno. ¿Tendrán nombre reglado o también popular, si al final se implantan estas nuevas máquinas de emisión cero? Ahora, en las tablas de horarios y para la población no existen más denominaciones que las oficiales: alvias y regionales. Sin embargo, en nuestra infancia y juventud, a la populosa Estación del Norte, cerrada para los viajeros la del Oeste en 1963, llegaban trenes que identificábamos con nombres caracterizadores: el Charango, que discurría, con pitido andino, paralelo a la Calzada de la Plata; el de más larga tradición y recorrido, de Galicia a Barcelona, el Shangai; o el de alanceador traqueteo y más querido por mí, el Jaimito, pues es en el que con frecuencia iban mi padre, ferroviario, y mi madre, por alimentos al Economato provincial. Lo de tren de hidrógeno suena áspero, mas si por aquí pasare bien se llevaría un apodo popular.
“El Faro Astorgano”, 18, 11, 202
Gitana
¿Por qué Gitana?, le pregunto mientras sostiene en su brazo el azor hembra. La primera vez que salí al campo con ella, en vez de apresar fuerte al conejo y clavarle la uña de atrás para el remate, sobre él, zapateaba, me responde David Zumeta. Es tan llamativo, en los ojos de este azor, el color anaranjado de su iris con la pupila azabache que su plumaje, blanco veteado de franjas grises en el pecho y parduzco en el dorso, parece creado para ensalzarlos. A ninguno de los 14 donceles que coronan el ayuntamiento desde hace cuatro siglos, Manuel de la Lastra colocó en su brazo un azor o un halcón, frecuente compañía, en los nobles, para la caza y el galanteo, como bien vemos en Calisto, cuando, a la búsqueda de su ave fugada, entra en el huerto de Melibea y queda rendido de amor. Sonríe David al atribuirle que es el doncel laureado, contemporáneo, de Astorga, dados los galardones de cetrería obtenidos desde que adquirió el aguililla de Harris, a la actualidad, con su Gitana, del criadero del jiminiego Pedro San Juan: en Asturias, Castilla y León, en Galicia, en Portugal, en el dedicado a Félix R. de la Fuente… Y como corolario, el reciente, nacional de bajo vuelo a perdiz roja, disputado en La Roda. Todo empezó en 1995, en el I Campeonato de Cetrería del Norte de España, celebrado en Castrillo, al que fue con su padre; entonces, me dice, “para mí la naturaleza ya fue algo distinto, la empecé a ver de otra forma”.
"El Faro Astorgano", 3, nov. 2022
Pastoreo
Recogidos los cereales, la colza y los girasoles, apenas unas pocas fincas conservan los maizales, pues los otros, abundantes, ya los ha triturado la cosechadora hará más de un mes. De los dos antiguos derechos consuetudinarios, hace años desapareció el rebusco, de las espigas, y el más practicado, el de la patata. Este tubérculo, que tuviera a gala el buen labrador, ahora no se siembra en la vega astorgana; a nadie ha de extrañar pues los almacenistas están pagando 0,35 cts. por kilo, cuando en cualquier tienda o supermercado el precio marcado es de 1 euro menos dos o tres cts. Dicho está que ya no se ve a ninguna mujer acudir al rebusco de la patata, con cestas de bambú o de mimbre. Pero tanto en secano como en regadío permanece el derecho al aprovechamiento de pastos y rastrojeras. Por eso llevamos unas semanas en las que, aunque perdidas aquellas riadas de lana blanca en nuestras cañadas, camino a los embarcaderos de la Línea del Oeste, disfrutamos la estampa de dos rebaños: el de José Manuel Miranda, con 800 ovejas, por los campos de Manjarín y Los Bajos, esto es, Chapín, Santa Clara, Moldería de San Andrés; y el de Aníbal Alonso, con 400, en Fuentencalada y El Sierro. En el tablón municipal, nuevamente, por la Junta Agropecuaria a punto está de ser anunciado, para concurso, este antiquísimo derecho, con el fin de que las ovejas de pastoreo se alimenten con los rastrojos y superfluas hierbas del campo.
"El Faro Astorgano", 21, 10, 2022
La palmera
La palmera plantada por Leoncio Núñez, de ‘palmito elevado’, a la entrada de su casa de la antigua calle de la Catedral —de su nombre, y después de Leopoldo Panero, una vez fallecidos—, bien puede haber cumplido su centenario. Aventuran que este abogado y edil, benefactor de Astorga, por donar el suelo de la rosaleda del Jardín, la trajo de América, donde hizo fortuna, con la que adquirió la señorial casona, heredada por Moisés Panero, su sobrino predilecto. Esta ajardinada morada, con Moisés, su esposa Máxima, y sus seis hijos, Odila, Asunción, María Luisa y Charito, Juan y Leopoldo, alcanzó gran relevancia, social, industrial y cultural; testigos fueron sus compactos muros de felices y luctuosos tiempos familiares, y de relevantes y azarosos acontecimientos políticos. Adquirida en franco deterioro por el Ayuntamiento en 2002, a los finalmente herederos, a Odila y los hijos de María Luisa, abre de nuevo sus puertas, con salas destinadas a los dos poetas hermanos, Juan y Leopoldo, a su primo Ricardo Gullón, a Luis Alonso Luengo y a una serie de astorganos y allegados que en el ámbito cultural han legado una talentosa obra. Acusa la palmera en su enjuto tronco la merma de la vejez, pero no en su copa foliada, como los antiquísimos muros que sostienen el renovado mirador y la contraventana mallorquina que franqueó en 1931 el huésped César Vallejo para, nada más despertar, contemplar el cercano convento.
“El Faro Astorgano", 5, 10, 2022
‘El kkwaenggwari’
En dos plazas del casco amurallado de Astorga, la del sur, con el ayuntamiento, y la del norte, donde se alzan el palacio y la catedral, se puede apreciar diariamente que a ella llegan no solo viajeros o turistas españoles, sino ciudadanos de los cinco continentes. Muchos, peregrinos, se alojan, entrada la mañana, en el albergue de las Siervas, y una vez echada la siesta suelen dar un paseo en torno a los monumentos, o bien toman un refresco en cualquier terraza. A las 17:30 de esta tarde del tercer martes suenan redobles en la plaza porticada, municipal, y observo cómo presencian un singular espectáculo los andarines forasteros, de los que indago su procedencia: italianos, alemanes, australianos, húngaros, británicos, belgas, suecos… Aplauden a un grupo de estudiantes seulenses, los cuales, ataviados con indumentaria tradicional y provistos de tambores y varios gongs de bronce que golpean con una especie de martillo de madera, danzan en el centro de la Plaza. Guiados por la bandera de Corea del Sur y con los rítmicos toques del gong campanil (‘el kkwaenggwari’), se agrupan, trazan aspas y corros…, toda una exhibición, de gran simbolismo, que desearía saber interpretar. Me agradan los espectáculos, imprevistos, de gentes a las que resulta familiar la ciudad; es el caso de estos coreanos que caminan a Santiago y ofrecen, con la propia identidad, que se acrecienta en la distancia, su cultura ancestral.
“El Faro Astorgano”, 27, 9, 2022
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Burbujas
Si giras sobre tus propios pies en la antesala de la entrada hacia la puerta de los obispos, por la trasera de Santa Marta, disfrutarás uno de los espacios más sugerentes y bonitos de la ciudad. Un letrero sobre esta última fachada explica cómo está uno pisando un lugar sagrado, bajo el que se conservan restos de una iglesia datada en torno al siglo VI, la cual sufrió un pavoroso incendio. El pasado 27, la Compañía 7 Bubbles, en realidad un actor y una actriz, no se pararon en estas mientes, sino que extendieron sobre el trazado remarcado de la iglesia un tapete y colocaron un pequeño retablo donde esconder toda suerte de barreños y aljofainas. Artilugios con que entretener a un gran número de niños, también mayores, que esperaban su actuación desde unas gradas circenses, ante el palacio. Como titularon el espectáculo ‘Burbujas’, al principio encontraba grandilocuente este nombre, dado que, cuando mojaban la arandela en el recipiente, que contendría agua, jabón y glicerina, las pompas de jabón que enviaban al cielo no eran mayores que las de la maragata del cartel de nuestras fiestas, y sin esa gracia suya de convertir el ‘pompero’ en una castañuela. Al principio, decía, porque después encapsulaban a familias enteras en enormes bolas transparentes, que explotaban al instante, y dejaban a los ocasionales actores ante la dura realidad, desprovistos del útero, que pudieron soñar, en la gigantesca burbuja.
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19, agosto, 2022
Cae el sol sobre los familiares, los maceros, la Corporación, la Banda y los asistentes, como un haz de rayos candentes en el mediodía, y desde esta empinada cuesta del Oriente que baja hacia San Andrés se divisa un panorama cotidiano. Tras los tejados, la subestación, donde cuando niños vimos tendido en el suelo a un obrero electrocutado, con los pies agujereados. Más allá, junto a la Moldería, tan escasa ahora de arbolado, la casa blanca donde vivíamos cinco familias, y en la lejanía la vega de San Justo con el Tuerto alineado por los chopos. Hasta hoy no me había apercibido de que, en la cuesta, muy cercanos, se alzan dos cipreses gemelos; como en el camposanto, testimonian la pena que a todos nos alberga esta mañana, en la que emplazamos, en el nuevo mirador de abujardado granito, una lápida, enmarcada con ramas de roble, diseñada por Escarpizo. Con el escudo, y los nombres de la familia de los Morteros, fallecidos con el derrumbamiento de la muralla: Hortensia Mantecón (65 años), su hijo Francisco Fraile, de 20 años, el matrimonio José Dás y Eudosia Fraile, de 27 años, y su hijo de 10 meses, José Evaristo. Fue la nuestra una crónica resumida de aquella tragedia, y por parte de Pepe Núñez, en representación de los familiares, un sentido agradecimiento. Si hace 70 años la Banda acompañó los cinco féretros con melodías fúnebres, hoy, con el Himno de los Sitios, no han sido escasas la emoción y la tristeza.
“El Faro Astorgano”, 30, agosto, 2022
19, agosto, 1952
La cerca o muralla, una vez mutilada por la guerra napoleónica y desaparecida la obligación de los cuartos y alfoces de colaborar en su mantenimiento y vigilancia, cayó en la mayor de las desgracias. El cronista Martín Martínez dedicó tiempo para rastrear en las actas municipales la rapiña y venta en ella consentidas, las reparaciones no ejecutadas, sus puertas demolidas… Desaparecido el arco de entrada de Puerta Sol en 1918, permanecía, aledaño, su alto paño oriental, que cubría Las Cinco Llagas, y bajo el que, en la escarpada cuesta, se asentaban casas humildes.En la madrugada del 19 de agosto de 1952 se derrumbó esta muralla, y fue tal la tragedia que en nuestra infancia, la de los niños de San Andrés, nos sobrecogían los relatos que el barrio no olvidaba: el matrimonio abrazado al niño, los demás miembros de la familia, aplastados por el escombro; las manos de vecinos incapaces de retirar las grandes piedras, las que no rodaron hacia San Marcos y la iglesia; los astorganos, arracimados ante el ayuntamiento, donde fueron velados los cadáveres… Sorprende que el consistorio abriese una suscripción popular, como ayuda a las familias, y, al tiempo, no les condonara las tasas de propiedad de las sepulturas. Setenta años después, en el nuevo mirador de Puerta Sol se colocará una lápida con los nombres de la abuela, vendedora de mantecadas en la estación, de sus hijos, de su yerno y de su nietecillo.
“El Faro Astorgano”, 12, 8, 2022
Volver
La pequeña ciudad que un día abandonó en la adolescencia no perdió sus
principales hitos: las murallas, la
plaza, el palacio, la catedral, el jardín…, y desde la balconada ese
monte Teleno, ya llameante, a veces amoratado, cuando no esquivo bajo un manto algodonado. Suyo es el dicho de
Rousseau, “lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre”: las fiestas navideñas, con pandereta y
villancicos, los tambores procesionales, los gigantones y cabezudos, el circo…,
el misal de nácar y los guantes blancos de la primera comunión, las meriendas en el río o en
el embalse cercano…; la bici, el aro, el peón y los
pitos… En realidad, su exitosa vida profesional en la gran urbe ha sido como un paréntesis entre lo acaecido
antes del último examen del instituto astorgano y la jubilación. Ha cumplido su
anhelo de volver a la pequeña ciudad, para
sentir su pálpito en la calle, en algún concierto o conferencia; deseoso
de participar en una acción solidaria o de departir en una terraza. Como si de
reliquias se tratase, disfruta con las
antiguas fotografías, que circulan por
las redes, con su imagen o de conocidos. Rememorando su infancia y acostumbrado
a venir en fiestas, cuando abundan los visitantes, siente que las calles en el puro invierno están como muertas. Pero, transcurridos dos mil
años, es cuestión de adaptarse a las estaciones, pues la ciudad, con sus
altibajos, viva estuvo y viva estará.
“El Faro Astorgano”, 29, julio,
2022
Girasoles
No anda escasa Astorga, en glorietas, grandes parques, jardines y avenidas, de verdes y peinados tapices, de árboles y de flores, gracias a sus afanosos jardineros. Pero su natural belleza también ‘cunde’ por el trabajo de los labradores, en las laderas que remontan hacia el occidental Teleno, en esas otras que se ondulan cara a El Sierro, y en su pequeña vega. Las ayudas europeas hacen posible que gran parte del campo no sea maleza y zarzal; por ello aún roturan y orean la tierra, y en ella crecen venteados mantos de cereales, enhiestas jabalinas con mazorcas y tutorados lúpulos ornados de conos femeninos. A 3000 km de aquí, en el granero del mundo, los invasores atufan con su pólvora el aire que se respira, dejan malheridos o con el cuerpo amputado a niños y mayores, incendian las cosechas y dificultan su exportación. Pese a tanto infortunio, los ucranios no alistados para la guerra siguen cultivando la mies, las pipas y la oleaginosa verde. Nuestros agricultores, sabedores de la carestía y escasez de los aceites, por la infernal tragedia, han sembrado este año la novedosa colza junto a los cereales, en pagos de secano. Y en el regadío han abandonado al maizal, en favor de inmensas tandas de girasoles, coronados por la viva, amarillenta flor. Los miro y remiro a ver cómo van girando para reverenciar al sol: empeño inútil, pues es el suyo un movimiento tan sutil como inusitada resulta su belleza.
“El Faro Astorgano”, 15, julio, 2022
QUO VADIS
La apreciada escultura de material fungible, ‘El Caminante’, de Sendo, emplazada en la plaza del palacio, fue incendiada por un chiflado, horas antes de su prevista retirada. Coincidimos en que el arte debe renacer hasta del fuego, por eso le solicité realizar una réplica duradera. Siete años después, en mayo de 2011,‘El Caminante’, esta vez en bronce, con la inscripción ‘quo vadis’ (¿adónde vas?), resurgía de las cenizas para recibir a los peregrinos y agraciar a los astorganos. En ello, y en su legado artístico, pienso en el nuevo camposanto de San Justo, mientras el párroco, Víctor Murias, cuya predicación ha sido una ilustración de su retablo, oficia la última ceremonia. Es una tarde, esta, de domingo con un sol picajoso, chispeante, por la pasada tormenta. En la amplia vega que se divisa, las choperas del Tuerto trazan una medianera de verdor horizontal, entre la espadaña de la iglesia del pueblo, las torres catedralicias y el brumoso, casi esquivo en la lejanía, Teleno. Acompañan a la familia vecinos y amigos, compañeros de instituto, Julio Llamazares, cada cual con sus meditaciones en tanto los albañiles, al trajinar los ladrillos y la argamasa, producen lastimosos chirridos… Ayer cogí en mis manos el cuadernillo, que me ilustró en 1985: “La Pelos”, la hija del Portugués que por nada le entra la congoja. Para preguntarle: ¿Adónde has ido?, Sendo, maleta a la espalda, ¿y qué paraje nos has pintado ya?
“El Faro Astorgano”, 5, 7, 2022
En el atardecer del viernes, 24, a los pies del templete la vista se recrea con la silueta brumosa del Teleno, reposado bajo una escorrentía de nubes de tintes blancos. Aún cantan los pájaros en los frondosos árboles, que sustituyeron, en febrero de 1991, a aquellos negrillos, tan románticos, mas moribundos por el maldito hongo. Mientras la Banda interpreta, de nuevo en su palco enrejado, el programa de los ‘Arenales de San Juan’, un paseante pone oído y se detiene absorto ante tan bello horizonte. Han pasado casi tres años, desde las fiestas patronales, con el templete deshabitado, sin su cancilla abierta para que suban a jugar los niños en su peana octogonal. Apenas corre una fresca brisa, aromatizada por los tilos, y las composiciones, por ser muy populares, mueven los labios de algunos espectadores, o incluso levantan de sus asientos a contadas parejas para bailar. Suena “El tambor de granaderos”, ya disfrutado en la ‘Verbena de los Arenales’ de 1899, y otras canciones de ayer y de hoy, como ‘Cuando calienta el sol’. Hemos vuelto con la Banda a celebrar el solsticio de verano, sin la hoguera de urces en la Plaza, pero con antorchas en una danza tribal. Es nuestra historia: hace dos mil años nuestros antepasados festejaban la fecundidad de Júpiter y Juno, e implantado el cristianismo, con parejos ritos, el halo profético del Bautista, Juan, al que le atribuyen el bautismo de Jesús de Nazaret.
“El Faro Astorgano”, 1, julio, 2022
“El Chico”
Se cumplen 25 años de cuando Luis Miguel Alonso propuso prestigiar la tradición cinematográfica de Astorga con la celebración de un certamen anual y la concejala Geli Rubio acogió con entusiasmo la idea. Para celebrar dicho aniversario, uno de los propósitos municipales es contar con una muestra más de ese arte efímero, que es el grafito, ilustrado con una escena fílmica. Podía haber sido seleccionada una secuencia memorable, de entre las primeras propuestas por Dados, de “Lo que el viento se llevó”, “Casablanca”, "Historias de Filadelfia”…, pero hemos preferido una imagen del primer largometraje de Chaplin, “El Chico”. Estrenado en 1921, está inspirado en las penurias de su propia niñez, vividas primero en un hospital benéfico y después en un orfanato, y también por el sufrimiento padecido al morir, prematuramente, su primer hijo. El niño John se abraza a Charlot en la camioneta para no ser conducido al orfanato local: la ternura, la fe en el amparo de los humildes, un sentido moral de la vida humana…, se aprecian en la escena más divulgada de un cineasta genial. Que figurará, para ser reconocida como propia de valores universales de nuestra ciudad, tan visitada por peregrinos y viajeros de los cinco continentes, en la oportuna medianera que linda por el sureste con la casa hospicio astorgana: aquella que en 1921 acogía, en edificios diferenciados, a niños y niñas expósitos de la mitad de la provincia.
“El Faro Astorgano”, 17, 06, 2022
Arraigo
En Valdeviejas, por el fallecimiento o jubilación de los últimos labradores, de la saga de los Nistal y Martínez, no hay quien atienda la labranza; los pagos yermos no están, pues aún se cultivan los cereales y el garbanzo de pico pardal, a cargo, como sucede en el campo de Astorga, de agricultores de San Román, Carneros, Celada… Para el recuerdo queda la bendición de los campos el día de San Marcos: el pueblo subía, desde San Verísimo, con la cruz y la Virgen de la Inmaculada, hasta las cercanías de la Cruz del Monte para, según ‘la hoja’ (el predio sembrado) dirigir las oraciones. Se conserva la bendición del Ecce Homo, desde su ermita, por la mañana, con novedades en los últimos tiempos, como se ha apreciado el domingo 22, con la incorporación del pendón y la cruz de Murias, y de otros 14 pendones, la ofrenda de los Caballeros del Silencio, el convite con el garbanzo… Y se ha perdido, con esta talla del XIX, la bendición de la tarde para los pagos del Jerga, donde “el río de abajo”. Pese a la extinción de una tarea, en Valdeviejas, que conlleva la sabiduría de siglos, de los animales y la tierra, vecinos y familiares, algunos con la casa ya cerrada, buscan su arraigo en una tradición en la que se aúnan lo religioso, la labranza o bien el pastoreo, y la fiesta. Y así también ocurre en pueblos cercanos, tan despoblados, cuando procesionan la imagen del santo patrón y suenan la flauta y el tamboril.
"El Faro Astorgano", 3, junio, 2022
San Isidro
Después de aquel trágico accidente del 14 de marzo de 1974, padecido por Tomás Frade y sus seres queridos más cercanos, la casa de la calle Matadero 14 quedó deshabitada. Con la muerte de Tomás se finiquitaba uno de los oficios más antiguos de la ciudad, que era el de guarda del campo. Desde esta casa se ven la Torre Vieja, la del Moro y el rosetón calado del hastial, catedralicios. En ella se reúnen los doce miembros de la Asociación de Agricultores y Ganaderos, con anterioridad denominada Hermandad; contó con cerca de un centenar de socios hasta la mecanización y abandono del campo, y a su custodia ha quedado el archivo de la Cámara Agraria. De sus antiguos cometidos, conservan dos, el arriendo de los pastos y organizar la festividad de San Isidro, adelantada este año un día, por la Rogativa del Castro. Procesión de Rectivía a Puerta de Rey, con parada en la catedral ante la Virgen: la cruz, la bandera de Unión Agraria, de 1926, con el bordado de la escena milagrosa, el paso con la imagen del santo, la yunta y el ángel; castañuelas, flauta y tamboril, unos pocos fieles y la representación eclesiástica y civil. No faltó el pan del santo con posterior convite; para el martes, 16, misa por los difuntos. No perduran los fastos de los pasados 50, con el Concurso de Arada y Carrera del Bollo, pero la pequeña comitiva procesional encarna la resistencia a no dejar morir la herencia vital de nuestros campos.
"El Faro Astorgano", 20, 05, 2022
Colza
En el término astorgano, desde la balconada
de la muralla, los pagos ascienden, en lomas, hacia el Teleno, y desde lo alto
de Villaseca se modulan en un suave oleaje con el dique de la carretera que lleva al Atlántico. Son todos
ellos de secano, donde se alterna el
obligado barbecho, el campo baldío, y los cuartales de cereales. De trigo, cebada, centeno, avena…, los cuales,
como ha llovido, reverdecen entre campos
de hierba, clareados, y peinados mantos de tierra “en fuelga”. Así es en
Villaseca, y en sus pagos cercanos, Casares y El Barrial, Recorva y Toyedal… Pero en los del otro extremo, los del
suroeste, cuando el pasado 27 el sol tuvo su cielo azul, florecieron
los racimos de la desconocida colza con todo el esplendor del amarillo limón. Y
con tan inusitada belleza, contemplada desde el amurallado mirador, que en Fuentencalada
y Manjarín, La Juncal y La Lomba, incluso más allá, en el predio de Carbajales de Piedralba, las extensas plantaciones de cereal, teñidas de una gama de verdes, no resaltan, como
sucedía, con primacía, sino sirven de
relleno para lucimiento de la oleaginosa maldita. Maldita, sin culpa,
he dicho; mejor, proscrita desde septiembre
de 1981, cuando por aquella aceite, de colza, desnaturalizada por unos timadores, entre los
más de 4000 españoles que murieron hubimos de contar a Celsa Redondo, con 39
años, y más de una decena de vecinos quedó con sempiternas secuelas.
“El Faro Astorgano”, 6,5, 2022
El brasero
Por prender, se puede traspasar la llama con una cerilla de madera china, o un mechero, si me apuran hasta con un chisquero, pero para el rito del encendido del cirio pascual, con sus letras alfa y omega, la cruz, el cordero, el año y otros relieves, se requiere de la hoguera el fuego. Alfredo, el sacristán que tanto trajina por los campos y con diligencia atiende la intendencia del Cabildo, se vale de leños de encina, a los que hace arder en un brasero, situado en las cercanías del pozo del claustro neoclásico catedralicio; de sus rescoldos se extraerá la llama con que prender el símbolo de la Resurrección. Esas ascuas son el preámbulo para iniciar con cera de abeja, de llama pura, la función divina; y no dejan de despertar en uno la nostalgia de un tiempo a su calor vivido. El de la mesa-camilla, con su vaciado círculo en la baja tarima para albergar el brasero, el cual primero en casa aventaban a la intemperie, y una vez asentado se debía escarbar con la redondeada pletina de la alambrera, para que el picón no se apagase; y con cuidado, no siendo que el tufo te ‘atontonase’ y durmiese para siempre. Le pregunto a mi carbonero, Alija, si aún vende picón y me comenta que hace 30 años, mil sacos, y ahora para nostálgicos de nuestras comarcas y de otras bañezanas, cien. El brasero, cual reliquia, aún perdura, para la llama pura del rito pascual y el natural y familiar calor de la mesa-camilla.
“El Faro Astorgano”, 22, abril, 2022
Fue el diccionario académico de 1925 el que sumó a las dos acepciones históricas de la palabra ‘bolla’, las recogidas por el gran don Santiago en su “Dialecto vulgar leonés”. Así, al significado de un impuesto para la venta al por menor de tejidos, en Cataluña, o la fabricación de naipes, se añadían, como propios del territorio leonés, los de un panecillo “hecho con harina de flor y leche”, o bien el popularmente conocido como ‘panico’, de una libra de peso. La bolla de harina muy refinada acompañaba el chocolate de la tarde, y es la que la maragata del mural de Sorolla lleva, con actitud oferente, en sus manos. El origen de la otra bolla, de pan común, se debe al obispo Pedro Fernández, quien donó en 1262 dieciocho fanegas de trigo para fabricar ’panicos’ con que obsequiar, por Santa Marta y Pentecostés, a los pobres y a los cofrades. La bolla, de sabor delicado, en palabras de Alonso Garrote, y la genuinamente astorgana o ‘panico’, aparecieron por última vez en el “Diccionario” de 1992. Desde entonces, la despachan como “pan pequeño”, de uso en Astorga, León y Salamanca. La cofradía de la Vera Cruz, que conserva la tradición de la bolla, con encomienda de amasarla a La Flor y Nata, pide que suenen las trompetas y redoblen los tambores, para que los académicos la liberen del destierro, y retorne, plena, triunfante, al universal diccionario, que bien lo merecemos nosotros, y no digamos don Santiago.
“El Faro Astorgano”, 7, 04, 2022
La Dominica
Disfrutamos múltiples sones que se cobijan en el interior de nobles edificios, por grandes orquestas y corales, chantres y organistas, pero no menos gratos son aquellos otros que se expanden libremente hacia el cielo. Con tal fortuna, que tiene la ciudad, junto a las campanas, habituales sonidos en sus calles: del tamborilero cuando acompaña a los gigantes y cabezudos, de los gaiteros de Sartaina, de estruendosas tamborradas, de la Banda Municipal, que dignifica el tránsito de la Corporación en las festividades… Y de ‘La Dominica’, que el sábado 19, atemperada la pandemia, ha vuelto a anunciar la Semana Santa. Conserva esta ancestral tradición la Real Cofradía de Puerta de Rey, y son suficientes unas sentidas notas y tres instrumentos, el timbal, este año batido por José Manuel Villalibre, y dos trompetas, a cargo de Nerea Ferreiro y Pepe Juidía, para poner en conocimiento de la vecindad, cofrades y autoridades, que prontamente será otra la ciudad. Engalanada y devota, día y noche, con ‘paparrones’, cornetas y redoble de tambores, pasos procesionales y oficios de La Pasión. Olerán las tabernas a canela, por las sabrosas torrijas, y a vino aromatizado de limón y licor, al verter la limonada; e impedimento no será apartar la mascarilla, molusco aún ante nuestra boca, para tal degustación. Tal festividad, proclamada por tres cofrades está, con unas sentidas notas: mi-mi, mi-do, sol-sol-do.
“El Faro Astorgano”, 29, 3, 2022
Los ucranios de las oficinas y de las fábricas, y los que aran sus campos para exportar a los países de la Unión cantidad ingente de cereales sufren, por la Federación Rusa, una salvajada que siega sus vidas y provoca el mayor éxodo desde la Segunda Guerra. Como daño colateral, ciudadanos de esa Europa, en la que añoran participar, se compungen por la escasez y el precio que alcanzarán los sacos de pienso con que se alimenta al ganado, y acaparan estos días botellas de aceite de girasol, paquetes de harinas… En España, con tal frenesí que recuerda el mono por el papel higiénico en la naciente pandemia. Comentaristas y políticos de cuna urbana vuelven los ojos a la España despoblada, con gran parte de sus campos y montes yermos o abandonados. No es el término astorgano pródigo en regadíos: el Jerga baja escaso de caudal y la vega de la Moldería cuenta con limitadas hectáreas. Nuevo valor cobran nuestras lontananzas de secano, las cuales, con las ayudas europeas, hoy se hallan, en buen número, cultivadas de trigo y de cebada en los antiguos pagos, los de El Juncal y Torraos, Los Chanos y El Barrial, en los de La Picona y Casares… Si pasear nos gusta, adentrémonos en nuestros campos, en ellos despuntan las mieses, o están en año de barbecho, por el sabio dicho: “Encima de la paja raro el año que pintaba”. Sálvese Ucrania y lábrense los campos de las comarcas que no están en barbecho sino de baldío.
El Faro Astorgano, 11, 03, 2022
Hace 59 años que Valeriano Raposo y Ceferina Mendaña subieron a vivir a la Corredera Baja. Para llegar desde la Plaza a la que fuera fábrica de chocolates de Tomás Rubio, la cual herederá su hijo Delfín en 1905 y con posterioridad adquirirá Román Crespo, Ceferina debía caminar con la compra 2 km largos por la carretera a Nistal. Por aquel entonces, ya era una industria desnuda: sin las máquinas de vapor y de tres cilindros con correaje, sin el galet, las artesas, batidoras… Pero los herederos de don Román dejaban habitar la vivienda del interior a la familia Raposo, a cambio de evitar la ruina del inmueble: Valeriano recorría los tejados y su esposa mantenía la cocina y las habitaciones limpias como el jaspe. De la antigua fábrica, de 370 m2, ni siquiera su completo esqueleto permanece en la actualidad: no se adivinan, tras las ventanas con recerco de ladrillo, los cuartos de la maquinaria y el horno, la carbonera y el almacén, las cuadras y el gallinero…; y ni rastro del jardín con su cuartal y medio de sembradura. Las cunetas de la carretera están jalonadas de zarzales en el término astorgano. La Diputación va a mejorarla: desaparecerá la angosta curva, sobre la Moldería, porque donde Tomas Rubio adaptó para fábrica de chocolates un molino harinero, que consumió el fuego, y después, en 1884, alzó el noble edificio, hoy pura ruina, una pala dejará expedita la finca para tupirla con caliente betún.
“El Faro Astorgano”, 25, 2, 2022
N.P. 2090
Al acceder, bajo el arco, a la
casa consistorial, nadie alza la vista
hacia el demonio protector, que es su clave, y aún menos repara en la pequeña
placa, un cilindro de bronce, con la inscripción N.P. 2090 y clavo señalizador, incrustada en el primer peldaño. No es esta
señal, del Instituto Geográfico, la única para ilustrarnos sobre la altura del
promontorio y las laderas en relación con el nivel del mar en Alicante: la ovalada, al
costado de la puerta de los obispos catedralicia, reseña en su centro
870,3 m, pero si tomamos como referencia su suelo el punto más alto de la ciudad hemos
de fijarlo en 868,27 m; se conserva un clavo metálico, quizás desplazado, junto
a la sala del Jefe de la Estación del Norte, a una altitud de 845,41 m. Estas
tres señales, de la catedral, ayuntamiento y estación, son las más antiguas y
están registradas en el primer quinquenio de la década de los 20 del pasado
siglo. Una posterior, el clavo en el
segundo peldaño, frente al n.º 2 de la calle del Pozo, indica una cota de
858,21 m. Mi especial querencia es por
ese pequeño cilindro empotrado, municipal, de siete cm de diámetro, a una
altitud de 864,98 m. No puede rivalizar en primacía con el óvalo catedralicio, que ocupa el puesto 142
mientras a él le corresponde el 2090, pero el trasiego de astorganos que de
continuo lo pisan aviva su esplendor, en su bruñido, las iniciales N.P. (nivel
de precisión), y la numeración.
“El Faro Astorgano”, 11, 02, 2022
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91 + 1
Al mediodía de este
domingo, 23, el sol recibe a uno de lleno, por la calle de San Marcos, y ya
no hay en sus tejados rastro alguno del almidón helado que los cubrió en noche
tan fría. Es mi destino esta travesía, que contó con capilla y alberguería en
el siglo XIII, la de Doneth; limita por
el este con la vía férrea que, hasta el 85,
te llevaba hacia la Extremadura;
mientras, por occidente te conduce a la Iglesia y Zapata, o bien a las
Correderas y Postigo, a Puerta Sol y hacia San Feliz. Este enjambre de calles, en
las décadas centrales del XX, con el bloque de viviendas, simuladoras de un
tren en la Estación del Oeste, eran un hervidero: de ferroviarios, panaderos y
labradores. Desaparecieron los primeros, solo los nietos de Juanín, Mariví y
Juan, en el antiguo horno de leña Balart, cuecen cada día el pan en El Postigo;
y el último labrador de alta en la ciudad, Miguel Alonso, figura en la nómina
anual de jubilaciones, son 92, provincial. Con Miguel ante el descolorido
tractor, hacemos un recorrido por las casonas que fueron de labranza: de la
Baltasara, de la Morena, los Estebinas, los Pepitas, del Panerista, del Ti
Berciano… Le pido que me enseñe los aperos con los que, uncidos al viejo tractor,
cultivó los campos: la vertedera, las gradas, la sembradora, la segadora, los ‘soles’
para hacer ‘marallo’, y le digo que son valiosa artesanía, y su vida, desde la
infancia, pura resistencia del pequeño labrador.
“El Faro Astorgano”, 27, 1, 2022
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La Cabalgata
Al final, se alejó el
aguanieve minutos antes de las 18 del miércoles, así que también en Astorga
hubo cabalgata de Reyes, que discurrió por esa amplia arteria
arbolada, cercana al cuartel, y
ennoblecida por la catedral, el palacio
y la muralla. Discurrieron las carrozas
de Melchor, Gaspar y Baltasar con esplendor, acompañadas de figurantes y
danzantes, y redoble de tambores, hasta El Melgar. Que no es la Plaza, pero
dado su telón de fondo, con el humo de las chimeneas del encantado castillo, por la lumbre encendida
por Cenicienta, y el Gigante Egoísta, encaramado al ábside catedralicio para vigilar
su jardín, quedó el contagioso virus abrasándose en su incontenida rabia. Tiene
la Cabalgata, en cualquier circunstancia y tiempo, un encanto especial: se lo
dan los niños, con su inquietud, alborozo y ojos chispeantes; también los
padres, pues reviven la festividad más emotiva de su infancia, cuando abrillantaban
los escasos zapatos y, por aquellas noches de diamantina nieve, oían soñolientos al rey mago acercarse a posar en ellos lo que
resultaría ser un estuche de dos pisos con su tapa-regla, unos juegos reunidos…
Llegaban los Reyes a la Plaza, en nuestra niñez, montados a caballo, cuyas
riendas sujetaban los pajes, y se apeaban con gran ceremonial. A caballo iban
este año los pajes, y uno de ellos no dejó de relinchar en toda la travesía. No
conozco mejor pregonero para festejar tan entrañable costumbre.
“El Faro Astorgano”, 14, 1, 2022
El roscón
De la palabra rosca, conocida ya en 1300 con
el significado de un bollo o pan cuyo centro está vacío, deriva el aumentativo
roscón. Se cumplió, en el año despedido, el trescientos aniversario de la
primera cita, conocida, de este dulce, a propósito de un jumento que comía tan
satisfecho la paja o el heno “que a pechugas le sabe y a roscones”. Su evolución desde la “massa”, mezcla de agua
y harina, a la elaboración popularizada a principios del XIX —cada huevo requiere
una cucharada sopera de azúcar y de harina— nos es desconocida. Alonso Garrote recuerda cómo en
Nochebuena, por los años de La Gloriosa, este dulce predilecto llegaba a la
mesa familiar en una gran bandeja con la ‘chimenea’ rellena de almendras,
de caramelos, y coronada por una pera dulce; en su derredor se colocaban
los turrones y pasteles. El roscón es golosina que iguala a pobres y a ricos. Comprar hoy un molde
acanalado está al alcance de cualquiera, pero hasta
bien entrado el pasado siglo las personas más humildes se valían de una
lata grande, a la que el hojalatero le acoplaba el tubo central. Había
quien adquiría el roscón en las tahonas o confiterías, pero no faltaban
mujeres que hacían el batido en la habitual panadería, para cocerlo en su
horno. Con menor consumo, el roscón sigue conservando su nombre, sabor y
esencia; hoy prima el artificioso de Reyes, importado con posterioridad, nada tiene
de esponjoso, y muchos poco de natural.
“El
Faro Astorgano”, 4, enero, 2022
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Estrellas
Hoy es 13 de diciembre y campanean Colasa y Zancuda las 5 de la tarde. Frente a la ecléctica fachada del Teatro Gullón, diseñada por Cárdenas, un búho y unas estrellas sombreadas de lluvia reciben nuestros pasos. La Academia entrega, como galardón, el busto de Goya, y nuestro Festival el búho del palacio de Gaudí, modelado por Castorina. Desde 2017 el búho ha bajado a la entrada del Teatro, para anunciar que uno accede a un templo de ingenio y sabiduría. Cada año lo acompaña una nueva estrella, menos la del septiembre pandémico, con el nombre de los galardonados: Santiago Segura, Verónica Forqué, Marisa Paredes y Juan Diego. Sobre la estrella de Verónica Forqué se va secando la lluvia de lágrimas y su cantarina voz parece haberse quedado para siempre, que no desde hoy su grácil persona, en la bóveda sonora de la platea. Escarpizo elaboró el dibujo y las plantillas para esculpir el búho, y las estrellas de seis puntas —las de Holywood, cinco—, con singular valor artístico. Tres piezas se acoplan en un armónico conjunto: el enmarque, de granito, y la luminosa estrella, con su fina corona roja, de areniscas; las letras, rehundidas, en rojo sangre, y en el centro despunta la simbólica rama de roble. Agustín Fernández ha sido el artesano marmolista, buen sucesor de Daniel Lois, uno de los cuatro bienhechores que alzaron el Teatro, en 1923, y cuyas iniciales figuran en uno de los medallones modernistas.
“El Faro Astorgano”, 21, 12, 2021
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Ómicron
Como ninguna nación quiere cargar con el sambenito de las variantes del coronavirus, desde mayo la OMS tomó la decisión de bautizarlas con las letras del alfabeto griego: alfa, beta, gamma, delta… Y ómicron, ‘la pequeña o’ para designar el ruin bicho, agresivo y transformista, procedente del sur de África. Aparte el temor que cunde estos días ante este devorador microbio, por si hemos de retornar a las cavernas y apartarnos de los vecinos, satisface que el alfabeto griego concite el consenso de los diversos países del mundo. Mientras tanto, en España se arrincona el estudio de esta lengua, y de la latina, fundamento ambas de las lenguas romances. Universales han sido la arquitectura, la escultura y la mitología griegas, en monumentos y creaciones literarias. Algunas ciudades, Astorga misma, han tenido la fortuna de conservar testimonios de esta lengua y de algunos de sus pretéritos hablantes en hermosas inscripciones: nuestro Thaumastus, el esclavo que en blanquecina lápida pide para su contubernal esposa, Lyde, fallecida a los 28 años, que la tierra le sea leve; el procurador Melanio con su ara votiva a las diosas Némesis…. O el desaparecido anillo de oro, octogonal, con sus iniciales en la clásica lengua, atribuido a la secta del obispo Prisciliano. Y una pregunta inocente: si para la pandemia la lengua griega, a todos iguala, negros, amarillos y blancos, ¿por qué no seguir su ejemplo con la vacuna?
El Faro Astorgano, 2, 12, 2021
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‘La bufina’
No solo son las lenguas de carmín amoratado en los atardeceres las que anuncian que se irán intensificando las heladas hasta dejar al sol oculto en su resplandor, sino “esa brisa o airecillo helado y sutil” que, por la mañana o al atardecer, afeita la cara. La llamamos ‘bufina’; “corre una bufina…”, decimos a cualquier conversador mientras apuramos el paso, porque no está el rato para andarse con milongas y complacencias a la intemperie. El “Diccionario” no recoge este término, genuinamente leonés, tan acertadamente definido por Alonso Garrote; y que bien pudo surgir por esa querencia nuestra por los diminutivos, ”guapín”, “pequeñín”, “saladín”, que otros pueblos no han llegado a ingeniar, y que sirven tanto para mostrar cariño como un irónico reproche. Las nuevas generaciones, con el reduccionismo del vocabulario, no usan apenas la palabra ‘bufina’, ahora todo es ‘brutal’, “hace un frío brutal”, “estuvo brutal”, “¡oye!, el concierto, brutal”. Tampoco es que acudan a otros términos o expresiones de su familia léxica, y que son oportunas: “Viste, cómo bufaba el profe”, “mi padre me soltó un bufido que salí pitando”… Escribo, pues, para reivindicar estas palabras onomatopéyicas, tan sonoras en días de otoño ya marchito, porque, “buffff…”, corre un airecillo helado y sutil, y la gente, con la que cayó y está cayendo, en España y otras naciones, tal es su enfado, que “¡¡buffff…!!”, está que bufa.
“El Faro Astorgano”, 18, 11, 2021
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La luz
Este agosto
estábamos con Jordi Socías, disfrutando su magna exposición en el Gullón.
Alguien le preguntó si algún día nos obsequiaría con fotografías de esta
tierra, dado que la frecuenta, y de ser así qué motivos podrían interesarle.
Respondió que, llegado el caso, el objetivo de su cámara no iría encaminado a
un personaje, un monumento, un paisaje, sino a la luz. Captar, ‘impresionar’ la
luz de Astorga y de su entorno no es arte menor, tampoco apreciarla según
qué estación, qué punto cardinal, qué instante… En cualquier caso, muchos
aficionados, en los digitales, cuelgan fotografías de los atardeceres por poniente, tan corridos
de sol y sombra en sus lomas
hasta alcanzar la ardorosa vistosidad, ya sobre la cima del
Teleno. Mas apenas se presta atención a la luz del oriente, por donde el
sol y la luna asoman como bola de fuego o de diamante, y cuando remontan avivan
los frutos de la labranza, que riega la Moldería Real. Este
mediodía de domingo en esa pequeña vega raspados están los hierbales y el
cereal; se alzan maduros los maizales, los que no han sido triturados, y cae un sol tan vertical que
diríase que todo el campo es polvo de oro bajo el infinito azul. Con dos
pompones de hierba empacada en funda de almidón, y que el tractor con sus
tenazas apresa. La luz de Astorga, pues, acompañándonos siempre está: una
foto algún día nos sorprenderá con aquello que vemos y nunca
hemos sabido mirar.
El
Faro Astorgano, 26, oct. 2021
AT
En el Medievo fueron
tantos los peregrinos a Santiago que aquí llegaban, por la calzada romana proveniente de Burdeos, a través de Roncesvalles, y también por
la occidental de Mérida a Astorga, que la ciudad se pobló de hospitales y alberguería.
Hospitales algunos suntuosos, y otros diminutos, con precarias instalaciones
para el hospedaje; hasta 26 se constatan,
regidos por cofradías gremiales, de
cardadores, zapateros, pellejeros…, o de clérigos. Veinte de estos hospitales desde
el pasado santo del Apóstol cuentan con un artístico azulejo para evocar su
emplazamiento, insertado en antiguos o modernos edificios, con los datos
fehacientes de su historia. Llegada la noche, diez de ellos te sorprenden a cada paso
en el pavimento, con un dibujo de ligeras líneas luminosas emanadas de un alto
foco. Inspirado en el ara votiva de Quintanilla, dedicada a la deidad griega y
egipcia, Zeus-Serapis, reproduce la figura
de la palma de la mano entre
las columnillas, bajo el remate del frontón. Pero no los nombres de los dos principales dioses, que
son reemplazados por dos discretas iniciales, AT. Si los romanos de Quintanilla
pretendían con el ara recibir a sus
invitados con paz y amistad, la Asociación de Amigos astorgana con
esa sigla, “Acogida Tradicional”, reclama para el Camino su histórica esencia
hospitalaria, puesta en solfa hoy en día, tanto como su espuria falsificación
con fraudulentos trazados.
“El Faro Astorgano”, 14, 10, 2021
Perico
Desaparecieron los viejos teatros
decimonónicos o de principios del XX, a cargo de las Sociedades o del
Ayuntamiento, como el habilitado en la que fue panera del castillo del marqués,
sito en solar donde se levantó de 1889 a
1892 la cárcel del Partido, y ahora se
alzan los juzgados. En cuanto a sus más inmediatos sucesores, el Velasco, con
una antigüedad de un siglo y una década, y el Gullón, que en un par de años
celebrará su centenario, casi resulta milagroso el que, con reformas menores o de
gran envergadura, permanezcan en pie y abiertos al público. Acogió el Gullón,
desde su apertura, las más notables compañías, como la de Eugenia Zúffoli en
1928; o la de Enrique Diosdado, en 1968,
con la obra Primavera en la plaza de
París, del dramaturgo Ruiz Iriarte.
Entre los actores de esta última comedia,
el reclamo se debía a Amelia de la Torre, y no a un veinteañero de
amplio flequillo, Juan Diego, que
interpretaba a Perico, el joven que, con su emparejado amor, reconcilia dos
ideologías enfrentadas en la precedente
guerra. Este Juan Diego, al que Lorenzo
López Sancho en la crónica sobre esta comedia reflejó, en ABC, como “alegre y bien
pintado”, hoy peina canas; es genio y
figura histórica de la representación, y celebraba días pasados la persistencia de su
vocación, precisamente en el escenario donde recibió primeros aplausos y, a propósito de nuestro Festival de Cine, el principal
galardón.
“El Faro Astorgano”, 28, 9, 2021
La Buraca (y 2)
No solo existía un gran buraco, en la calle de su nombre,
también otros más pequeños, amenazantes para las casas altas del Postigo;
fueron taponados, a costa de sus vecinos, en el otoño de 1952, ante
la tragedia acaecida por el inmediato derrumbamiento,
el 19 de agosto, del paño de Puerta Sol.
El gran buraco sirvió, durante la postguerra y hasta los 60, en que fue cegado, como precaria vivienda para varias familias. Permaneció, a su lado, otro
más pequeño hasta la siguiente década, convertido por los chavales en fortín
para sus hogueras y pedradas. Como
tiraban hacia la Buraca las hojas marchitas del Jardín, incluso otros
desperdicios, se formaba una gran montonera, que facilitaba a los mozalbetes el poder
‘engarriar’ por la escarpada
muralla y colarse en las verbenas de
cobro. Llegados arriba, ante
el templete con su orquesta y las
elegantes parejas, creían asistir al deslumbrante baile en el que el emperador
Francisco José dice amar a Sisí. De desperdicios como paños y zapatos, se valían los niños de El
Corralón —aquella casa de vecinos con gran patio, al final del Postigo—, para
disfrazarse e ingeniar sus ‘funciones’, en medio de regatos malolientes
sobrevenidos de las viviendas. Ya no arrojan a
la Buraca la hojarasca otoñal del Jardín, ni otros desechos, pero se filtran sus humedades, que han ocasionado
este 16 de agosto el mostrarnos de nuevo
la ciclópea muralla en su viva encarnadura.
“El Faro Astorgano”, 14, 9, 2021
La Buraca (1)
Llevaban las calles los nombres
que los astorganos usaban, por estar en ellas asentados monumentos, oficios y
establecimientos: de la Catedral,
Panaderas, Carretas, Postas, del Carbón…; otras, por la percepción de su trazado o antigüedad, como de la Culebra, y las
rúas Vieja, Antigua y Nueva. La calle
que discurre bajo el paño de la muralla
que va del Cubo de los Sabios al desaparecido Mirador (desde donde voceaba el
Pregonero para los vecinos de San Andrés),
no fue bautizada con nombre de mérito;
apreciemos que limita con vías de tanto abolengo como del Postigo, hacia el sur, y
Puerta Sol y Corredera, cara al
oriente. A ella la vecindad le ha
adjudicado un término propio de estas tierras occidentales, cambiándole el género, con fino oído, pues de
escuchar calle del Buraco a de la Buraca
es como permutar una carraca por una dulzaina; gente espabilada, pues si te preguntan a dónde vas, tú contestas sin
aditamentos, a la Buraca, y tu interlocutor se entera de que te encaminas a una
calle; pero si respondieses al Buraco te
imaginarían como un Max Estrella en la cueva de Zaratustra, acompañado de un
loro, un can y un gato. El gran ‘buraco’ no era
sino la desembocadura de la cloaca romana del Jardín, de un m de altura
y medio de ancho, con una longitud accesible de 1,70; a la vista estaba por
haberse desprendido parte del forro de su derredor, el mismo, en parte, que
este 16 de agosto se derrumbó.
“El Faro Astorgano”, 10, 9, 2021
No bailan
… los gigantones este año no bailan, quietos están durante horas como maniquís de escaparate, con unos pocos cabezudos, ante la fachada consistorial. Por las mañanas deambulan con una pequeña comparsa y tamboritero, por los barrios intramuros, y se asoman a aquellos otros que hacia el oriente, sur y poniente alegran la vista de los astorganos: con un sol, al amanecer incandescente, desprendido del suelo; al mediodía de luz radiante, y en la oscurecida como oronda llama furtiva tras el Teleno. No habrán sido los únicos por fiestas confinados, pues desde que se identifican sus ancestros —los de 1910 que representaban las cinco razas del mundo—, la ciudad ha padecido, además de esta pandemia, guerras, viruelas y calamidades. Más suerte tuvieron los de nuestra infancia, que no les aconteció ningún sobresalto, en el tránsito de los años 50 /60: el Príncipe y la Princesa, el Ogro y la señorita Lilí, y los trece cabezudos, el Moro, el Vasco, la Bruja…; iban acompañados por el gran tamboritero Aquilino Pastor y danzantes maragatos. Dentro de los cuatro gigantones al azar escogidos, este año no se esconde mozalbete alguno: Colasa y Juan Zancuda, el caudillo Sebius y la guerrera Charriaya son portados sobre ruedas; y los cabezudos, desinfectados, el Lobo, la Tuerta, el Payaso…, blanden la escoba como quien abanica el viento. No bailan, pero los acompañan la flauta y el tamboril y muchos niños alborozados.
“El Faro Astorgano”, 27, 08, 2021
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Vencedora
No son fibras de bruñido oro sino bramantes de cobre trenzado que culminan, a 69 m de altura, las torres catedralicias Vieja y del Moro. No ha habido aparatosa antena, sobre los más elevados e intrusos edificios, que les disputen a estos pararrayos, instalados por Eliseo, de Sateluz, el ser los finos mojones bajo la capota del cielo. Anclados están, como soga de escalada, en las cruces de las veletas unicornio, hasta soterrarse, bajo los jaspes del atrio, o junto a las pilastras jónicas del claustro. Resulta llamativo, por cercano, el doble tendido del pararrayos de la torre más conocida como Rosada que del Moro, pero pronto será filamento discreto, pues cierzos y soleamientos lo tornarán de un color mortecino, desapercibido. Decían que el rayo del 25 del penúltimo julio había caído sobre la varilla de Pedro Mato, pero el abanderado de los vientos a salvo ha estado de las tormentas. Aquella estrepitosa descarga eléctrica derritió la punta Franklin, desconectada, en la picota de la Torre Rosada; no alcanzó las campanas —sépase que Santa Bárbara grabada está en la María Asunción y en la de San Antonio—, pero abrasó el equipo de sonido y el electrónico. En el 550 aniversario del asentamiento de la primera piedra de esta nueva catedral, por el canónigo fabriquero Bartolomé Alonso, su sucesor, Blas Miguélez, con los cobrizos bramantes, la ha dejado para la posteridad vencedora de las ‘diabólicas tempestades’.
"El Faro Astorgano", 12, 08, 2021
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CM
Cuesta arriba, en el ángulo sureste de la antigua ciudad, de su muralla y arco de Puerta Sol no quedan más vestigios que piedras rodadas, y restos de las humildes casas que, con sus habitantes dentro, fueron reducidas a escombro por el estrepitoso derrumbe el 19 de agosto de 1952. Alcanzada la cima, donde estuvo el primer hospital astorgano, el de San Esteban, se halla el regido por la Hermandad, surgida de la unión de cinco cofradías; sufrió un pavoroso incendio el 8 de enero de 1981, y ha sido reedificado por el Obispado para acoger a personas con minusvalías físicas. A su lado, el convento de la congregación Siervas de María, con sus ventanales de diferenciado diseño para cada uno de los tres pisos y engarzada espadaña, presenta un decoro que no desmerece del noble edificio aledaño. Es una tarde apacible esta del segundo sábado de julio, y sentados en la escalinata de este convento, reconvertido en albergue por la señera Asociación de Amigos del Camino desde 2006, peregrinos de diversas nacionalidades esperan el inicio del concierto de la Banda Municipal. Para conmemorar el 900 aniversario del hospital de la cofradía de San Feliz, asentado en este mismo lugar, en solar se cree donado por Sancha y Elvira, hijas de Alfonso VI. En cada pieza, que tan bien suena, los aplausos del numeroso público asistente son un tributo a la hospitalidad, dispensada, durante tantos siglos, a cuantos caminan a Compostela.
“El Faro Astorgano”, 23, 07, 2021
Sol y viento
Nominan a esta época como la de transición energética. Con el afán de
minorar el ‘calentamiento global’, los Gobiernos de la Unión Europea apadrinan
el ir sustituyendo el petróleo, el gas y el carbón, también las centrales
nucleares, por las denominadas energías limpias, obtenidas por medio de
artefactos que reciben el flujo del sol
y del viento. Voraces negociantes peinan el relieve patrio para alquilar, por
un largo plazo, terrenos de meseta y
llanura, donde instalar placas solares; o bien las cumbres de las montañas, para coronarlas de gigantescos puntales con el aspa de los
molinos de viento. No vienen faltando en ‘la contorna’ Juntas Vecinales que celebran
Concejo para con la propiedad del común sacar de estas instalaciones pingües
beneficios, tampoco Ayuntamientos que esperan el rédito de las tasas; y qué decir de particulares para quienes el
baldío ayer menospreciado hoy les parece terruño de oro. El mes pasado en el
Gullón era presentado el ‘Geoparque Médulas-Teleno’: proyecto para solicitar a
la Unesco el certificado que favorecería el desarrollo socioeconómico y
cultural de Astorga y las comarcas de su Partido, Maragatería, Cabrera…, y el Bierzo. El patrimonio romano, el camino peregrino y la
naturaleza de estas tierras, que son el
aval para el Geoparque, casan mal con hurtarle, sin consideración, el sol al campo, y convertir, sobre las
cimas, en zaheridor chirrido el silbido del viento.
Fuente forestal
Pasadas las siete de la tarde del sábado 5, Julián García, agente medioambiental (antes llamados guardias forestales) se afana, envuelto en una humareda, en apagar el fuego, que alguien debió prender al transitar por la senda que une el camino del Cubillo con el parque y fuente del Mayuelo. No le falta pericia, pues con el batefuegos va acorralando, aquí y allá, las llamaradas que se extienden hacia la casa del sur como agua sobrevenida del mar. Cuando llegue la autobomba, en un pis pas empapará el ardiente baldío, del que saldrán, durante horas, vencidos ramilletes de humo. Esto pasa: los antiguos campos de cereales que por junio, granados, doraban estos parajes de las dos fuentes y rebrillaban con la brisa son hoy presa de la maleza. Y donde antes llegaban los segadores y se oían sus cantos al cortar la mies, ahora arriban los forestales para sofocar el restallido del fuego. Cuentan estos benéficos agentes con un emblema en la fuente del Cubillo, desde que, a fines de los 70, la dotaron de frontal y abrevadero. Apenas echa un chorrillo, por ser saqueada su corriente, pero su agua, de entre las fuentes naturales de la ciudad, es la de mayor calidad. El medallón-emblema, de cemento, aún conserva la pintura aplicada por el forestal Roberto Bayón, y vaya si lucen su corona, el marco real y el zapapico; y sus dos ramas, la de pino, y la que puede ser de encina, por la hoja, o de roble, por el fruto.
"El Faro Astorgano", 17, 6, 2021
Las palmetas
En el tránsito de los dos últimos siglos, activas las líneas férreas del Norte y Oeste, el auge de la industria del chocolate y harinera conllevó el surgimiento de una burguesía con ínfulas arquitectónicas; no en vano, ante sus ojos, el Palacio se alzaba como la filigrana artística de una nueva época. En realidad, aquellos edificios entonces levantados contribuyen, junto a los monumentos, a que Astorga conserve empaque y señorío. Uno de ellos es el de Juan Panero, en la plaza Mayor, con extensa vuelta a Bodegones (Prieto de Castro). Se mantiene con su ladrillo aplantillado, granito y exquisita forja, aunque sin la buhardilla por la que los Panero salían a la cornisa jalonada de palmetas, para contemplar la sustancia de la Plaza, que no es sino el trajín, salvo durante pestes como la acaecida, nunca perdido. Fue en 1890 cuando solicitó sustituir el viejo caserón, para mayor confort de su numerosa prole, y disponer de modernas dependencias donde fabricar chocolate a brazo, albergar almacén de coloniales, ultramarinos, hierros y aceros… Ahora acoge un banco y pisos turísticos, los ‘Ultramarinos Aquilino’ y viviendas. Como el pelícano bajo el soportal, el demonio, los donceles y las gárgolas del consistorio, las palmetas de cinco lóbulos que coronan la cornisa de esta bella casa pasan desapercibidas. Mas son herederas del arte clásico, y les atribuyen representar la aureola del sol.
"El Faro Astorgano", 4, 6, 2021
Acta 17, mayo, 1892 "Que se diga a D. Vicente Pallarés que la línea de construcción de la casa que está llevando a efecto en la plaza Mayor sea la misma que tenía la cárcel vieja". Actas 5, junio y 19 de julio de 1892. Pasa a C. de Gob. la propuesta de Antonio Canseco para poner esfera iluminada".
Ciberataque
Nuestros hábitos en cuanto a la información y comunicación han cambiado mucho. En casa y en el trabajo para la vecindad siempre está uno pertrechado de un telefonillo, que canta como un toque de gong cuando un mensaje llega y reverbera en su plaquilla ratonada. Me parece que fue anteayer, 1988, cuando el presidente Alberto Pérez Ruiz inauguraba el primer teléfono móvil provincial. Pronto desde un telefonillo, o el ordenador, fue posible acceder a una información universal, y hoy en día desde ambos artilugios puedes realizar cuantas operaciones precisas en la vida diaria. Con un pero: lo que te place y curioseas, todo cuanto las administraciones trajinan con sus cuentas e informes es sabido y velado por un ojo supremo en una incolora nube. El lunes, 10, los becarios Iván y Víctor me alertaron de que no maniobrase con el ordenador, porque un maligno Zeppelin había lanzado una dentellada a la documentación municipal. Al igual que en el Medievo, ante una invasión, se cerraban los postigos de las ciudades amuralladas, en el consistorio se mantuvieron los ordenadores clausurados, lunes y martes, para no dejar entrar a Zeppelin. En repisas y archivo descansan los documentos municipales desde 1253 hasta recientes tiempos; los miré una vez más, con el temor de que, en el futuro, cualquier Zeppelin nos deje a la ciudad, en la incolora nube, sin la actual memoria colectiva: desnuda, como hija de la mar.
“El Faro Astorgano”, 25, mayo, 202
N.º 10.011
Hoy, también David Fresco levantará la recia trampilla metálica temprano y dejará en el buzón el periódico. Antes de encaminarme a la Casona no podré evitar cogerlo en las manos, no para detenerme a su lectura, sino por captar en los titulares y manchetas verdosas su fragancia, pues aunque ha pasado una noche, a pronta hora aún conserva ese olor inigualable de la tinta en papel baqueteado. Fenecida La Luz en 1975 y clausurado El Pensamiento de la segunda época, la de La Transición, el 24 de agosto de 1979, la ‘mística ciudad’ de Gil y Carrasco dejaba en soledad al más antiguo boletín informativo, el del Obispado, que perdura desde 1852. Volvió el periódico meses después, con la cabecera de los herederos de Porfirio López, aquel impresor, librero y concejal a cuyo cargo corrieron ediciones tan señeras como el Episcopologio o la Historia de Astorga. Fue el 14 de junio de 1980 cuando salió el número cero de la nueva época de El Faro Astorgano: quién lo diría, el periódico que dejó el campo libre para los otros dos trisemanarios desde 1933, renacía como el ave Fénix de sus cenizas. Aún seduce con sus pullazos municipales, crónicas, reflejos ciudadanos y columnillas de opinión. Se elabora, se tira y pliega en despachos y salas de máquinas que conservan el trajín humano de las antiguas imprentas. Y lo adorna la principal virtud, que escasea en los medios de pantalla: El Faro se lee de pe a pa.
"El Faro Astorgano", 7, 05, 2021
El pelícano
Pues los actuales edificios se aprecian de un vistazo, estamos acostumbrados a no reparar en los detalles que ornaban a otros que en parte, o en su integridad, permanecen alzados. Así sucede, y no solamente, en el ayuntamiento, con la clave de su arco principal, esculpida en demonio protector. En la plaza Mayor, de las dos casas de Paz Goy y el farmacéutico Primo Núñez, en el flanco nororiental, la reconstruida alberga la actual farmacia, mientras que de la antigua de la botica solo resta el muro de la planta baja con la carpintería de la entrada y del escaparate. No todo se ha arrasado en la ciudad, y de cada una de estas casas, que fueron propiedad del Cabildo en el XVIII, se conserva un elemento simbólico que, junto a las fachadas de los herederos de Manuel Santos, en la esquina con Señor Ovalle, nos acercan la gracia de la antigua Plaza. Uno de ellos, repintado, es el Agnus Dei, con estandarte coronado por cruz latina, y otro, cercano, el pelícano. En el hastial catedralicio, donde apenas alcanza la vista, bajo la cruz de su cima, un pelícano hiere su propio pecho para alimentar a sus tres crías. Este símbolo eucarístico, con similares características, ha sido conservado, como clave del repuesto arco, en la reconstruida casa de la actual farmacia: nadie lo ha dibujado o filmado, aún menos estimado a sus polluelos, pero, sépase que, aunque de menos vuelos, no deja de ser primo hermano del catedralicio.
“El Faro Astorgano”, 16, abril, 2021
La vacuna
Parecía que habíamos vencido toda peste, pandemia y epidemia, cuando se presentó la ‘covid’ a arrebatarnos la vida de nuestros mayores con menos defensas y a ocasionar secuelas en otros más jóvenes. Se van atisbando los días en que podremos disfrutar una abarrotada Plaza , con los Reyes Magos, procesiones, figurantes de Carnaval y de pretéritas épocas, astur y romana, orquestas y gigantones. Pues en esta Astorga del XXI, cuyo padrón acoge a 10.577 habitantes, todos seremos vacunados para sentenciar al infernal virus. A la ciudad, como a tantas otras, la han asolado toda suerte de infecciones. La malaria del XVIII nos acechó de nuevo, junto al paludismo, por la atención a los miles de soldados repatriados de Cuba y Filipinas en 1898; llegaban a nuestros andenes cadavéricos, para tomar unos trenes que discurrían hacia la España central y oriental, o bien los otros, a la de poniente. Y era azote periódico la viruela; como en 1888, cuando en aquella vecindad, con la mitad de almas que ahora, los niños pobres, de San Andrés, alguno de Rectivía y Puerta de Rey, quedaban a merced de la beneficencia municipal; y los hospicianos, al cuidado de las monjas paúles. No llegó a tiempo el auxilio médico ni la vacuna para muchos mayores y ancianos, tampoco para niños de otras épocas, que crecían con la cara surcada de cicatrices y la ceguera, pero nosotros despacharemos al virus y volveremos a llenar la Plaza.
“El Faro Astorgano”, 8, abril, 2021
Oveja y lobo
Con años, pero lúcidos están lugareños que en los años 30 y 40 del pasado siglo fueron niños y niñas pastores. Si bien de los campos ahora se enseñorean las ‘urces’, el pastoreo es una actividad milenaria que mantiene inalterada su esencia. A los ocho años o pocos más, niños como Maxi Arce apacentaban las ovejas de los vecinos de los pueblos, de los más pobres, con una media docena de reses, o bien, de los pudientes, con más de setenta; les pagaban “anualmente en centeno más una peseta por cada oveja”. Hoy sobran dedos de una mano para contar en los pueblos lospropietarios derebaños, o de ganado bovino; las comarcas de La Cepeda, Vega, Maragatería y Sequeda, albergan90 explotaciones, de las cuales más de 40 sobrepasan las 100 ovejas.Al acecho siempre está el lobo: aun andando vivos, se ventila alas ‘lambrionas’ y ‘puntiegas’, o deja maltrecho al ‘marón’. No solo come sino mata, recientemente en Rabanal dos ovejas, atacó a 40 en Tabladillo, a otras en Filiel, Argañoso…; su presa suculenta son los potros. Una nueva ley gubernamental, en discusión, contempla la totalprohibición de la ancestral cacería del lobo. Urbanitas de desaliño impostado le han enseñado los colmillos a Odile, la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, por afirmar que “mi padre sabía que conservar el lobo en contra de la población que reside en los pueblos sería papel mojado”. Razones, para una solución pactada, no le faltan.
Noche de lobos
Tiene el lobo vista de lince, y desde los altozanos vigila el movimiento de los ganados en un entorno de unos 5 km. Deseoso de tiernas criaturas, como Caperucita, rabiosamente libre frente al perro, en Esopo, licántropo por Astorga, encarnado por López Vázquez, en el filme de Olea…, de las leyendas es el rey. ¿Miedo al lobo?, y quién no, como aquella noche de verano, cercanos los 70. Era costumbre el acompañar a los conjuntos musicales cuando tocaban en los pueblos. A nuestra pandilla pertenecían Los Dólares, así que para verlos y ligar, si se terciaba, acudimos a la pista del cine de Vega de Magaz; fuimos en tren, pero sin posible comunicación de vuelta. A Los Dólares los devolvió a la ciudad, en su 1500, el representante, un tal Jaime, pero nosotros tuvimos que “coger el pendín” entre las traviesas y el balastro, a veces como equilibristas sobre el raíl, para volver a casa. En esa meseta cepedana, cubierta de arbolado y matorrales, cuando la noche, antes del alba, es un silencio diamante, solo se oyen tus pasos y presientes en las lomas los ojos relucientes del lobo. Aquellas vías que se fundían en una línea de espejo hacia el infinito con sus 11 km resultaban interminables. Los jóvenes, de poco para acá, gustan de ir a las fiestas de los pueblos, a cabecear música enlatada, pero son señoritos, van y vienen con su “biscúter”, y para impresionar explosionan los tubos de escape, tanto, que hasta asustan a los lobos.
“El Faro Astorgano”, 5, 3, 2021¡Que arda!
"El Faro Astorgano", 19, 2, 2021
Por San Blas
… la cigüeña verás. Ya no es un ave anunciadora de febrero, pues hará al menos quince días que, con las alas extendidas, planeó sobre el ayuntamiento, puede que sobrevolase los torreones del palacio, para comprobar si habían desaparecido los artefactos ahuyentadores, donde sus predecesoras colocaban sus nidos y alimentaban a los cigoñinos. Para la cigüeña es este un febrero más: en el alto y repujado anillo de las abandonadas chimeneas de arrumbadas cerámicas crotorará el macho, llegará la hembra y el apareamiento, y serán tan felices. No es igual nuestra suerte: en la catedral la reliquia de san Blas será reverenciada, que no besada, y la ceniza no podrá ser estampada sobre la frente sino derramada; por San Valentín, en los jardines los jóvenes enamorados deberán traspasar sus besos con recato tras las mascarillas, y para el Carnaval… Se cumple el 40 aniversario de su recuperación, y tendrá que disfrutarse en la pantalla del ordenador, en tecnicolor y cinemascope, con la vistosidad del historial de rítmicos grupos, de la Piñata ardiendo y petardeando, y con la música de ‘Europa’ desde un deshabitado Teatro Gullón. No es la nuestra la suerte de la cigüeña, pero remontemos el vuelo en 2022: incorporemos a la efeméride festejos de las antiguas Carnestolendas, como la Caballada con los apuestos jinetes, la mascarada de los toreros, o la puja, con sudores de pez griega, del cascarón del huevo.
“El Faro Astorgano”, 4, 2, 2021
El hisopo
Los cientos de personas que el miércoles 20 guardaban una cola kilométrica en torno al pabellón deportivo no sentían el temor de aquellos astorganos de hace 102 años, que se palpaban la frente por ver si la fiebre les anunciaba la mortífera gripe; mal llamada española, aunque con tal sambenito ha vuelto ahora como recordatorio a todos los medios internacionales. No había olor a medicamento en las amplias tiendas del Ejército, interiores, destinadas a los sanitarios de la pandemia, si bien, entre el colorido de los trajes de Protección Civil y Cruz Roja, su indumentaria galáctica recordaba a uno la vestimenta de los astronautas, o la delos ingenieros de laboratorios nucleares. Como ya había hecho una prueba en noviembre de PCR para poder entrar en los platós de ‘los Madriles’, pregunté candorosamente: “Qué nos toca ahora, ¿otro bastoncito?”. No es ese su nombre, se llama hisopo, me respondióel médico asistente. Mientras la enfermera me introducía el blanco hisopo por la nariz, como una varilla de mimbre que se comba para llegar a la proximidad de la garganta; en tanto sentía un cosquilleo del remate de su escobilla, pues la sanitaria lo giraba, pensaba en tan sugestivo nombre. Y se arremolinaban en mi cabeza volcada los hisopos en las iglesias, que en la infancia me parecían cascabeles con mango, y que zarandeados por los párrocos rocían de agua bendita personas, féretros, estancias y animales.
"El Faro Astorgano", 28, 1, 2021
La piruleta
En tanto un sabiondo discutía con un parroquiano sensato, en el Pabellón, le dije: “Sepa, señor, que los Reyes Magos no han traído para los niños en la grupa de sus camellos unas quilmas de pirulís, tampoco de chupa-chups, como usted dice, sino de piruletas”. Lo nuestro, en la infancia, una vez salías del cine Asturic, era degustar, en el cantón de la Plaza, un pirulí o una oblea ensamblada de miel. El puesto de Luis, el Pirulí, nos tentaba con los caramelos cónicos a los que debía su apodo, los chochos y regalices, mientras que el cercano bombo rojo de Riancho nos reclamaba con su ruleta, la cual sonaba como un rudo xilófono cuando la lengüeta raspaba sus barrotillos. Nos hubiera gustado encaminar a los Reyes hasta la Plaza, que está adornada con racimos luminosos de diamantes, pero, con el venenoso virus, hubo que organizar las distancias. Aun así, majestuosos estaban, porque un rey mago siempre agasaja a los niños, esta vez en un polideportivo engalanado, y nunca lo abandonan el halo de la Estrella de Belén, ni los villancicos. A muchos adultos, al girar los pequeños la piruleta de chocolate, para mostrarla, nos cosquilleó la nostalgia por los caramelos con palote, en mi caso del pirulí. Tiene la piruleta en una de sus caras resaltado “Feliz Navidad”, y en la opuesta, superpuesto, un cromo de una niña y un niño balanceándose en un columpio de chocolate: graciosa réplica de una estampa de nuestro Museo.
"El Faro Astorgano", 7, 1, 2020
Repartidores
El panadero, la lechera y el carbonero, el chaval distribuidor de “La Luz de Astorga”, la vendedora de libras de chocolate, el gaseosero, gitanas con puntillas y abalorios en cestas de mimbre; también el afilador, frailes para recabar niños con que llenar sus lejanos colegios y hasta los mendigos, llegaban a la alejada Casa Blanca, donde vivíamos cinco familias. Servían mayormente sus productos por ese ramal de monumentales plazas y calles del alto cogollo de la ciudad, y se veían burros con los serones henchidos de cántaros, atados a las argollas, en tanto la lechera hacía el reparto, pero no era lo mismo. Como por nuestros parajes de la Moldería Real, vaciados hoy de tolvas, rodeznos, y de habitantes, solo rondaban los labradores, y los trenes pasaban con los viajeros como mecha de cohete encendida, pues eso, cuando aparecían ellos era como si llegase una muestra del ambiente de allá arriba. Al oír hoy en día repicar el claxon de las furgonetas de los panaderos, el petardeo de las motos de las pizzerías, y al ver a David con el fajo de “El Faro” bajo el brazo, bendigo su permanencia; como la de los suministradores de butano o gasóleo, botella al hombro o manguera en mano, y la de Alija, tan mañoso con las cestas de carbón. Por necesaria costumbre, y porque son para mí el pálpito de antiguas calles, día y noche correteadas por otros niños, de aquella deseada ciudad, de tan alejada, más querida.
"El Faro Astorgano", 17, 12, 2020
Tiene la Plaza, con sus soportales, la dimensión exacta para resultar acogedora. Si la explanada ante el castillo sirvió para los juegos de cañas, en la Plaza se celebraban los espectáculos taurinos, se representaban las comedias y se alimentaban con pólvora los arcabuces. Primero con su empedrado, en tiempos más modernos revestida de cemento y hoy en día con baldosas de granito, viene siendo testigo esencial de la vecindad: en ella la gente conversa, bebe y canta. Y este noviembre, aunque desolada y un tanto deshabitada, pues apenas algún cliente apura un café a la intemperie, o corretea un niño tras la pelota, sin embargo se resiste a sucumbir ante la persistente pandemia. Tiñen de violeta su fachada, se guarda silencio, o se lanzan proclamas, contra esa brutalidad que se ensaña contra la mujer, hasta 41 víctimas en lo que va de año. También los niños celebran en ella su Día con juegos y trastean vestidos con los cabezudos. Las campanadas de los maragatos, como aldabonazos del tiempo, y los aplausos, la despiertan de una impuesta somnolencia. Son aplausos, de contenida rabia, a las once de cada mañana, del gremio de hostelería: “No somos el problema, sino la solución”. Y a las ocho de la noche la jalean disciplinados danzantes: mujeres, algunos hombres, que alineados acompasan sus cuerpos para grabar un vídeo con que camelar a muchos votantes, y así Rocher la ilumine esta Navidad más que el sol.
“El Faro Astorgano”, 26, nov. , 2020
Buñuelos
No sucedió hace quinquenios, como pudiera parecer, sino hace un año: en la Plaza los pendones de los pueblos, sobre la fachada consistorial, se erguían con sus franjas de sedosos colores y tras las pancartas vecinos de los pueblos, de la propia ciudad, lanzaban proclamas por los consultorios rurales. Bullía la vida en cada calle, y en las confiterías, sin embozo, se adentraba el aroma de los buñuelos y de los huesos de santo. En el Gullón, hubo una buena entrada para presenciar a ese personaje vividor y calavera de Zorrilla, que fue Don Juan Tenorio. No faltaban paseantes con crisantemos recién comprados, y se había henchido la ciudad con el retorno temporal de sus hijos desperdigados por otras tierras de estudios o de mayor fortuna. Bien pensado, cuando una pandemia como esta acoquina se apercibe uno de que la vecindad se forja con solidaridad, ritos y tradiciones; y desea volver a la pautada costumbre. Así que no en vano anticipa Los Santos del año venidero, a cara descubierta, con Bautista tañendo la campana para el rito, junto a la octogonal capilla copuda, y vislumbra el apacible caminar de las familias hacia las sepulturas, aras de flores. Rebosarán los bares con algarabía, y jóvenes habrá que sorberán, posteados sobre las columnas de los soportales, la nostalgia de su niñez y adolescencia. Y regusto será paladear la crema del buñuelo con la sensación del tiempo no perdido, sino renacido.
El Faro Astorgano, 31, 10, 2020
Fueron la alegría entre tanta tristeza porque, pese a la pandemia, no dejaron de visitarnos: Peneque y Gorgorito. Las dos marionetas que junto al cedro del Jardín pasan el gélido invierno en hibernación, pero que, llegado agosto, en el pequeño retablo cobran cada verano real vida, para ilusión, durante lustros, de niños y mayores, y gran contento del concejal Carro. Por vez primera al Gorgorito invernal lo sumieron en las cavernas del ‘facebook’, donde siniestros personajes dieron a conocer que había sido arrancado de su humilde pedestal; después se burlaron de su avispada figura subiéndolo a la grupa de la estimada moto. Y toda esa jerigonza acompañada de una calaña de donaires que recitaban “me gusta”, “me gusta”, con emoticonos de grotescas figuras que se desternillaban de risa. La risa del bobo. Pues eso, para vengarse del alcalde, por haber trasladado la colorista moto a un manto verde del paraje de la Eragudina, enviaron a Gorgorito al camión de la basura, donde tuvo que sortear demoniacos tridentes, gigantescas cuchillas, detritus pestilentes de los desperdicios. Apareció en la cinta del gran vertedero donde se seleccionan los desechos, herido, con magulladuras, sin la mano que alzaba al cielo como el triunfo de la vida. Antonio Morales, que lo moldeó con forma humana, lo curará. Mientras, a sus verdugos, temerosos de que salgan a la luz sus andanzas, les toca maullar y maullar.
“El Faro Astorgano”, 16, oct., 2020
Los búhos
Antaño era el soleado ‘Cantón’ de la plaza Mayor, donde, de pie, los hombres de postín con sombrero, o bien otros, de humilde condición, cubiertos con boina, platicaban. Pero, hoy en día, las más concurridas tertulias de los nativos y visitantes se celebran con refrescos y humeantes viandas, acomodados a la sombra de los toldos, en la principal plaza y en la de Santocildes. Es todo un espacio singular, donde conviven típicas casas decimonónicas, otras de principios del XX, de valor artístico; no faltan las contemporáneas, de factura horrenda algunas, y otras con ese estilo plano y rectilíneo que ahora impera. Falta decir que también hay algunos boquerones entre medianeras, techumbres y ventanas destartaladas, que propician el que aniden las palomas. Se apiñan en los tejados y beben en la bandeja de la fuente de los chorros, indiferentes al bramido del león. Y cuando llueve, por los canalones, bajan diluidos excrementos, blanquecinos y grises. Mientras ha sido posible disuadir a las cigüeñas de anidar en el Palacio y el Ayuntamiento, con las leyes protectoras parece imposible desterrar a las palomas. Y eso que dos búhos artificiales, en dos balcones altos de la calle Pío Gullón, extienden sus alas, o mueven la cabeza, a la mínima brisa, en tanto gira un molinillo multicolor. Miras desde abajo y te impresionan sus penetrantes ojos, pero las palomas, desdeñosas, toman, apiñadas, en los tejados el sol, o revolotean.
El Faro Astorgano, 1, oct., 2020
El tirador de Fer
La última pedrada, el lunes 14, de Fer: Un chavalillo vuelve a la escuela después de unos cuantos meses, por el confinamiento, con su tirador, su mochila y larga regla de dibujo, que sobresale de la supuesta cremallera. Con el tirador desplegado se relame por lo certero de su disparo, con el que ha rebanado un ojo del amenazante coronavirus. ¿Por qué esa casualidad de que el genial dibujante leonés y catalán, José Fernández, se haya despedido para siempre con el tirador? Nuestras armas en la infancia, y a buen seguro las suyas, eran dos: el revólver en cuyo tambor introducíamos una rosca de mixtos, ¡pas!, ¡pas!, y el tirador. ¡Ojito con el tirador!: comprábamos en los zapateros, hermanos Vega, las gomas, que conformaban con el desecho de los neumáticos, y un parche de badana, cortábamos una horquilla de cualquier árbol y la pulíamos con un cristal, y a disparar, a los pájaros, a las jícaras de los tendidos eléctricos… De gran calado, arte y mordacidad, lanzadas con el tirador de su infancia, son las viñetas de Fer en “El Jueves”, “El Papus”…, sobre el acontecer de España: irónicas, tiernas, descarnadas, irreverentes... A los astorganos, con la mediación de Juan Carlos Ordóñez, mucho nos estimó: por su impulso contamos en nuestras calles y exposiciones con los mejores dibujantes, en 1998, y dos años más; fue Pregonero del Carnaval / 96 y autor de cartel. También para nosotros ha dejado su tirador.
“El Faro Astorgano”, 18, sept., 2020
En nuestra pequeña vega, llegado septiembre, la paja de los cereales,
que fue apartada del grano, porque ha llovido ha sido tardíamente compactada en
pacas cilíndricas. Son estos monumentales rollos el último vestigio de unos
cuartales de espigas cuajados por
la densidad de sus tallos dorados. Si una parte de las fincas quedan en
reposo hasta que la vertedera saje la
tierra y ahonde, para su pudrición, las raíces, las de los maizales alzan
airosas su diadema de palmera y granan su tierno choclo. Donde hay un maizal
crecido pierdes todo horizonte, así que cuando la cosechadora, esta tarde, día nueve, va engullendo las plantas,
con un ruido traqueteado y con un crujir por el
tronchado, sé que, en una hora, la ciudad, por oriente, norte y poniente,
aparecerá revelada como una postal impresionista. ¿Adónde irá el chorro de
virutas, de los tallos y mazorcas, que
la cosechadora expulsa como un manantial
hacia el remolque? Le pregunto a
Miguel, el último labrador ‘con papeles’, y me contesta que, de momento, para
las eras que hay detrás del convento de
las clarisas. Si antaño bajaban los segadores gallegos y afilaban las hoces en el arco románico de San
Julián (actual Fátima), con el fin de salvarlas de las tormentas, hoy en día
llegan los mismos vecinos, a llevarse el
triturado maizal, una vez lo han envasado
en bolsas herméticas, para alimentar
las vacas de las tierras del Apóstol y
del huracanado mar.
“El Faro Astorgano”, 11, 9, 2020
Generaciones de astorganos, desde aquellos vestidos con ropilla, jubón y calzones, y ellas con sayuelos, sayas y faldillas, a estos de hoy, de moda unisex, con camiseta, cazadora y pantalón pitillo, todos ellos, durante 336 años,cruzan el arco de entrada al ayuntamiento observados por su vidriosa mirada. Ahí está, ignorado, en la parte sombría de la clave, labrado en bajorrelieve, engarzado al fruto del roble, consu cabellera flamígera para provocar espanto y laboca presta a dar dentelladas: el demonio. Es un demonio protector del palacio municipal, vigilante para que no se adentren en él brujas, trasgos, y cuantos seres, según creencia antigua, perturban la plácida vida de los hombres. Abundan los demonios en edificios europeos desde el Medioevo, en claves y mascarones, al alcance de la mirada, no como este nuestro, solapado en la parte inferior del arco. ¿Rareza?, no, genialidad,de Manuel de la Lastra, el maestro cantero queideó la entrada al consistorio conun doble simbolismo: el roble del escudo de la ciudad con la fecha de construcción, 1684, y, aledaño, el demonio.Desde ahora, al alzar la vista, antes de pasar al portalón, pese a su fealdad, no veáis en él a un ser maligno, sino protector; similar a otras esculturas, que en las alturas cuidan de ahuyentar a los rayos, a genieciellos y coronavirus, que quieren herir las campanas del reloj o colarse por los ventanucos de los chapiteles.
“El Faro Astorgano”, 4, sept., 2009
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Mercado en costado de pza. de San Julián ( hoy, Fátima) |
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Camino que continúa, cercanamente, la c. Curtidores del Polígono Industrial. 21, mayo, 2020. J.J.A.P. |
"El Faro Astorgano", 16, abril, 2020
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Cartel del Concurso N. de Torrijas. En Astorga, la VII edic. patrocinada por el Ayto. se celebró en marzo / 2019 |
Torrijas
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Coronavirus National Geographic |
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Evaristo (a la dcha.) en la Pescadería Astorgana, c. León, 22, Madrid. |
Tener palabra
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Unidad a León, 14,02, 2020. 19:40 h |
La taquilla (y 2)
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Armonio de San Bartolomé. De A. Père et fils |
Armonios
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"El Faro Astorgano", 19, dic., 2019
"El Faro Astorgano", 5, 12, 2019
"El Faro Astorgano", 7, 11, 2019
Detalle, pozo, huerta provincial.
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(Foto, 16, sept. 2019, 20,15 horas. C. del Carmen)
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El trébole
Jardín de la Sinagoga. 3, junio, 2019. J.J.A.P. |
Luis A. Angulo Combarros |
Luis Angulo, de pie, en su guarni- cionería, con el empleado Fernando Fraile |
Cachi en su guarnicionería |
("El Faro Astorgano, 4, 04, 2019)
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Tolva, carraquillo y canaleja; campanilla que suena cuando
hay que reponer grano en la tolva.
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El Faro Astorgano, 7, XII, 2018
El Faro Astorgano, 23, XI, 2018.
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juárez & palmero· pixelado arquitectónico
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(Puntadas, soplos de vida, desde la pequeña ciudad. Destellos de pequeña ciudad)
La basura
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Tolva, carraquillo y canaleja; campanilla que suena cuando
hay que reponer grano en la tolva.
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El Faro Astorgano, 7, XII, 2018
El Faro Astorgano, 23, XI, 2018.
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juárez & palmero· pixelado arquitectónico
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(Puntadas, soplos de vida, desde la pequeña ciudad. Destellos de pequeña ciudad)
La basura
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I. Las flores del
ciruelo con polvillo blanco.
II. El mago del
Palacio.
III. La Ferruja.
IV. Fuente Encalada.
V. La última nieve.
VI. El tamarindo.
VII. Reclamo de sol.
VIII. El espejo del Alvia.
IX. El caminante.
X. Maldita grafiosis.
XI. Las piedrecillas crujen...
XII. En el mar, en la mar.
XIII. En la albardilla de la
muralla.
XIV. El último labrador en el amarillento
campo de van Gogh.
XV. Nuestra comedia no era tal, sino
tragicomedia.
XVI. ¡Pobre garbanzo de pico pardal!
XVII. El niño de El Roto nunca llora.
XVIII Estas tardes de octubre...
XIX. El caballo y el perro, amigos del
hombre.
XX. Un roble muerto, trescientos
robles vivos.
XXI. Frío de luna creciente y de luna
llena.
XXII. El perrín blanco y el mendigo.
XXIII. Dafne...
XXIV. Peineta luce la mazorca.
XXV. Carámbanos en la Moldería Real.
XXVI. Felicitación en el solsticio de
invierno.
XXVII. Sol de nieve.
La tolva, en principal 2015
2015
Turismo total, 11, 6, 2015. Delírium, 19, 6, 2015. Esa coleta, 27, 6, 2015. La zapateta, 4, 7, 2015. Marranerías, 16, 7, 2015. 30 velas, 1, 8, 2015. Me eché a llorar, 14, 8, 2015. Cornadas, 22, 8, 2015. Septiembe, 11, 9, 2015. Dictado y cálculo, 22, 9, 2015. El cangrejo, 1, 10, 2015. La cosecha, 5, 10, 2015. Bailemos, 16, 10, 2015. Los pobres, 22, 10, 2015. Sectarios, 12, 11, 2015. ¿Tongo?, sí y no, 26, 11, 2015. La escapada, 3, 12, 2015. Fum,. Fum, fum, 15, 12, 2015. El atrio, 31, 12, 2015.
2016
El numerito, 14, 1, 2016.Piojos, 21, 1, 2016. Polvo gris, 5, 2, 2016. Faranduleros, 19, 2, 2016. El niño danés, 3,3, 2016. ¿Y los niños? 17, 3, 2016. La matraca, 22,3, 2016. ¡Malditos seáis!, 5, 4, 2016. El pico, 15, 4, 2016. ¿Y estos óculos?, 29, 4, 2016. Merles, 12, 5, 2016. El rayo, 26, 5, 2016. La amapola, 10, 6, 2016. El sátiro, 24, 6, 2016. Al fresco, 14, 7, 2016. Zig-zag, 26, 7, 2016. Donación, 5, 8, 2016. ¡Torero!, 18, 8, 2016. La cacha, 1, 9, 2016. Va por Losada, 15, 9, 2016. Razón tenía, 4, 10, 2016. El huevo, 28, 10, 2016. La esquela, 11, 11, 2016. La semilla, 15, 11, 2016, El mosquilón, 29, 11, 2016. ¡Es el pico!, 16, 12, 2016 .
2017
. ¡Riing¡, 12, 1, 2017. ¡aaam!, 26, 1, 2017. La taquilla, 9, 2, 2017. Cascabeles, 23, 2, 2017. La caballada, 28, 2, 2017. Tebeos, 10, 3, 2017. La sementera, 24, 3, 2017. Última ronda, 6, 4, 2017. El baile, 21, 4, 2017. Tam, tam, tic-tac, 4, 5, 2017. Zapatos, 19, 5, 2017. El callejón, 2, 6, 2017. Despedida, 19, 6, 2017. Préstamos, 29, 6, 2017. 870,3, 13, 7, 2017. Espadañas, 27, 7, 2017. Cóndor, 1938, 10, 8, 2017. Cóndor, 1940, 17, 8, 2017. El cohete, 5, 9, 2017. Aniversarios, 15, 9, 2017. Sin castañuelas, 29, 9, 2017. Banderas, 27, 10, 2017. Escalerillas, 10, 11, 2017. Las gradas, 23, 11, 2017. Aguinaldo, 21, 12, 2017. María, 9, 12, 2017.
2018
El jabalí,11, 1, 2018. El tufo, 19, 1, 2018. Superluna, 2, 2, 2018. Isidoro, 15, 2, 2018. El circo, 2, 3, 2018. ¿Y nuestro pan?, 16, 3, 2018. ¡Agua!, 3, 4, 2028. El afilador, 13, 4, 2018. El Maristany, ida, 13, 4, 2018, El maristany, vuelta, 3, 5, 2018. Los mayos, 11, 5, 2018. El pardal, 25, 5, 2018. Angosta ayer, 8, 6, 2018. Angosta, hoy, 12, 6, 2018. El mirador, 22, junio, 2018. Los búhos, 6, julio, 2018. Pedrisco mortal, 19, julio, 2018. El Chapín, 3, agosto, 2018. 7 plagas, 16, agosto, 2018. La basura, 31, agosto, 2018. Oro verde, 14, sept. 2018. Se vende, 28, sept. 2018. Dos hermanos, 2, oct. 2018. El bastón, 13, oct. 2018. Padilla, 19, oct. 20. Alimentos, 26, 10, 2018. Mediohombre, 9, nov. 2018 (la foto debe ser la del hijo de Amaya). -de 11.000, 23, nov. 2018. La crianza (I), 13, dic. 2018. Y la matanza (II), 13, dic. 2018. La tolva 102, 28, XII, 2018.
2019
Natalicio real (11, 1, 2019), Bayas rojas (18, 1, 2019), ¿Y Canillar?, 1 (31, 1, 2019), ¿Y Canillar?, 2 (1, 2, 2109), Azulejos (8, 2, 2019), Fuente de luna, 14, 2, 2019. La tortuga, 21, 2, 2019., Grito y viento (1, 3, 2019), La vecindad (8,3,2019), Zapateros (21, 3, 2019), Pieles y crin, 1 (4, 4, 2019), Pieles y crin, 2 (5, 4, 2019), El gallo y la veleta (25, 4, 2019), Canta y canta (10, 5, 2019), Mirlos (28, 5, 2019, El cedro (6,6, 2019), El trébole (20, 6, 2020), Cereales, 4, 7, 2019. Eclipse, 23, 7, 2019. La ola, 1, 8, 2019. ¡Pum!, la fiesta, 9, 8, 2019. ¡Guau!, ¡guau! 30, 8, 2019.Barrenderos, 13, 9, 2019. Las norias, 1 (26, 9, 2019), Las norias, 2 (1, 10, 2019), El arca (17, 10, 2019), El puente 1 (31, 10, 2019), El puente, 2 (7, 11, 2019), Foro y plaza (21, 11, 2019), El busto (5, 12, 2019), El callejón (19, 12, 2019),
2020
Armonios (3, 1, 2020), Chocolate galdosiano , (16, 1, 2020), Lavanderas, (30, 1, 2020). La taquilla1 (13, 2, 2020), La taquilla, 2 (14, 2, 2020); Tener palabra (27, 2, 2020), Egeria (12, 3, 2020), Campanas (26, 3, 2020), Los mazos (2, 4, 2020), El murciélago (16, 4, 2020), Colas, colas (30, 4, 2020). El Paseo (7, 5, 2020), El campo (21, 5, 2020), Tiro de la bola, 22, 5, 2020. La bici (5, 6, 2020), El mercado (18, 6, 2020), Los Zuloaga (7, 7, 2020). El rayo, 17, 7, 2020), Embozados (24, 7, 2020), Enrique Gil (4, 8, 2020), El termómetro (20, 8, 2020), El demonio (4, 9, 2020), La cosechadora (11, 9, 2020), El tirador de Fer (18, 9, 2020), Búhos (1, 10, 2020), Gorgorito (16, 10, 2020). Buñuelos, 31, 10, 2020. Los pinches, 13, 11, 2020. Aplausos, 26, 11, 2020. Repartidores, 17, 12, 2020.
2021
La piruleta, 7, 1, 2021. El hisopo, 28, 1, 2020. Por San Blas, 4, 2, 2021. ¡Que arda!, 19, 2, 2021. Noche de lobos, 5, 3, 2021. Oveja y lobo, 19, 3, 2021. La vacuna, 9, abril, 2021. El pelícano, 16, abril, 2021. N.º 10.011. Ciberataque , 25, 5, 2021. Palmetas, 4, 6, 2021. Fuente forestal, 17, 6, 2021. Sol y viento, 2, 7, 2021. CM, 23, 7, 2021. Vencedora, 12, 8, 2021. No bailan, 27, 8, 2021. Buraca (1), 10, 9, 2021. La Buraca (2) 14, 9, 2021. Perico, 28, 9, 2021. A.T., 14, 10, 2021. La Luz 26, oct. 2021. La bufina,18, 11, 2021. Ómicron, 2, 12, 2021. Estrellas, 21, 12, 2021.
2022
El roscón, 4, 1, 2022. La Cabalgata, 14, 1, 2022. 91 + 1, 27, 1, 2022. N.P. 2090, 11,2, 2022. Curva angosta, 25, 2, 2022. Campo baldío, 11, 3, 2022. La Dominica, 29, 3, 2022. ¿Dónde la bolla?, 7, 4, 2022. EL brasero, 22, 4, 2022. Colza, 6, 5, 2022. San Isidro,20, 5, 2022. Arraigo 3, junio, 2022.El Chico, 17, junio, 2022. El templete, 1, julio, 2022.. Quo vadis, 5, julio, 2022. Girasoles, 15, julio, 2022. Volver, 29, julio, 2022. 19, agosto, 1952, 12, agosto, 2022. 19, agosto, 2022, 30, agosto, 2022. Burbujas, 9, septiembre, 2022. El kkwaenggwari, 27, sepptiembre, 2022. La palmera, 6, octubre, 20222. Pastoreo, 21, octubre, 2022. Gitana, 3, noviembre, 2022. El Jaimito, 18, noviembre, 2022. Bolillos, 1, diciembre, 2022. El belén, 16, 12, 2022. Magos, 30, 12, 2022.
2023
Chocolate, 27, 1, 2023. Carambolas, 10, 2, 2023. Cabinas, 23, 3, 2023. Berros, 10, 3, 2023. La Chirijota, 28, 3, 2023. Lápidas, 14, 4, 2023. Las manos, 28, 4, 2023. Flores, 18, mayo, 2023. El gozne, 1, junio, 2023. Pétalos e hinojo, 15, junio, 2023. Última curiosidad, 30, 6, 2023. Otros tiempos, 14, 7, 2023. Corambres, 27, 7, 2023. El cartel, 9, 8,2023. Vuelta XLI, 29, 8, 2023. El ferrocarril, 8, sept., 2023. Historias, 26, sept., 2023. Membrillos, 10, oct. 1923. La pértiga, 24, oct., 1923. La maldición, 3, 11, 2023. Castañas, 18, 11, 2023. Arboricidio, 1, 12 , 2023. Juego de Cañas, 15, 12, 2023. Escarcha, 29, 12, 2023.
2024
Botella tañida, 12, 1, 2024. La puntada, 30, 1, 2024. La grúa, 9, 2, 2024. Tractores, 27, 2, 2024. Cal y arena, 8, 3, 2024.
Veli, M.ª Avelina García Martínez, bar Cub.